miércoles, 13 de marzo de 2019

EL TORO POR LOS CUERNOS - 31 medidas para actualizar la fiesta

Un veterinario y un biólogo, contra los mitos de la tauromaquia moderna Son autores de un estudio que contiene 31 medidas para actualizar la fiesta de los toros.
ANTONIO LORCA
Diario El PAÍS de Madrid

“Un manifiesto contra el inmovilismo; algunas sugerencias para que la lidia mejore y alcance un mayor grado de perfección, sin menoscabar su esencia”. Este podría ser el objetivo telegráfico del documento titulado ‘¿Cómo adecuaría la lidia al siglo XXI?’, ganador del XXX Premio Literario-Taurino Internacional Doctor Zumel, del que son autores el veterinario Julio Fernández Sanz y el biólogo Fernando Gil Cabrera.

“La fiesta de los toros seguirá teniendo sentido si se adapta a la sociedad actual”, explica el primero de ellos en conversación con este periódico. “La tauromaquia está estancada”, insiste, “a pesar de que la lidia no ha dejado de evolucionar desde que se creó”. “Proponemos medidas para que sean discutidas por las autoridades de Cultura y los profesionales taurinos, y consideramos que todos deben ser conscientes de que el mundo ha cambiado a un ritmo vertiginoso y exige respuestas para evitar la pérdida de público ante un espectáculo rutinario, previsible, falto de riesgo y emoción”.

Los autores proponen 31 medidas que afectan directamente a la lidia, a los preliminares de la misma, los útiles necesarios y los premios, para lo cual estiman que habría que modificar y unificar la dispersa normativa taurina, que hoy está concentrada en un reglamento nacional y cinco autonómicos (Navarra, País Vasco, Andalucía, Castilla y León y Aragón).

“El volumen de sangre que pierde el toro durante la lidia es muy reducido”

El trabajo asegura, en primer lugar, que la sangre y la agonía del toro son elementos que producen rechazo en los aficionados nuevos, y de ahí parte toda su propuesta de cambio.

“El volumen de sangre que pierde el toro durante la lidia es muy reducido”, afirma Julio Fernández. “La cantidad es menor, proporcionalmente, que la que ofrece un ser humano en una donación voluntaria”.

El veterinario y el biólogo han realizado 1.349 análisis de sangre en los últimos cinco años para investigar distintos parámetros del comportamiento de los toros, y su primera conclusión es que ninguno de los 700 animales analizados ofrecía signos de un sangrado abundante.

Un toro poco picado pierde entre el 2,5 y el 3,8 por ciento de su volumen total, y otro muy picado entre 6,4 y el 7,6, mientras una persona de 75 kilos de peso dona el 9 por ciento de su sangre.

“El problema, -concluye Fernández- es que la hemoglobina no es transparente, y su visión es muy aparatosa y produce rechazo, pero la cantidad es tan reducida que podría suprimirse”.

- ¿Suprimir la sangre en el espectáculo taurino?
Sí. Es posible si se reduce la puya, de modo que solo se produjera un corte en la piel del animal. Proponemos cambiar su forma actual por una pirámide cuadrangular de cuatro aristas, con la que el toro no sangraría prácticamente nada.

- Pero se dice que la pérdida de sangre templa al toro…
Ahí reside el error. El temple del toro no es consecuencia de los puyazos que recibe, sino de la energía y la fortaleza que consume en sus encuentros con el caballo de picar.

“Las espadas están mal hechas”

Con esta propuesta, los autores pretenden desterrar tres mitos vigentes en el toreo actual:

- La hemorragia no aporta ningún beneficio a la lidia.
- Un puyazo delantero no favorece la humillación del toro en la muleta, que solo se produce por anatomía y selección.
- El temple no es consecuencia de la pérdida de sangre, sino de fuerza.

La muerte -o la agonía del toro- es el otro elemento perturbador del espectáculo que Julio Fernández y Fernando Gil pretenden modificar.

“Las espadas están mal hechas”, afirma el primero, “y con pequeños cambios la muerte se producirá en un más corto espacio de tiempo”.

Los autores proponen que sea más ancha, con la punta redondeada y una mayor longitud afilada, con lo que seccionaría estructuras vitales y produciría antes la muerte.

“El estoque actual solo tiene afilados los primeros quince o veinte centímetros de los 88 que mide desde la empuñadura hasta la punta”, explica Fernández, “pero las estructuras vitales están más cerca de la piel -de la empuñadura-, y de ahí que estocadas que parecen mortales no consigan el efecto deseado porque tocan órganos, pero no los seccionan”.

Este cambio no afecta a la letra de los reglamentos, pero a pesar de su previsible éxito no ha calado entre los toreros “porque estos tienen mucha fe en sus espadas, y la mayoría no entiende todo lo que esté relacionado con la ciencia”, afirma Julio Fernández.

La excepción más destacada la protagoniza el diestro Emilio de Justo, que ha incorporado esta novedad a sus útiles, y con la nueva espada consiguió los dos perfectos volapiés que le abrieron la Puerta Grande de Las Ventas en la pasada Feria de Otoño.

Las banderillas, el descabello, la puntilla, el peto y hasta el diccionario de la Real Academia deben adaptarse a la nueva sociedad, a juicio de los autores.

“Dice la RAE que la acción de lidiar es ‘burlar al toro esquivando sus acometidas según las reglas de la tauromaquia hasta darle muerte’, una definición imprecisa a nuestro juicio, porque la lidia consiste es provocar la acometida del toro para que el torero la dirija con la intención de crear una obra artística, siguiendo las reglas de la tauromaquia, acción que finaliza con la muerte o indulto del animal”, subraya Julio Fernández.

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