domingo, 10 de marzo de 2019

FERIA DE OLIVENZA – CUARTA CORRIDA: Una inspirada y singular faena de Ferrera en una mañana eterna

El extremeño sale a hombros con Castella y Perera; entre los tres sumaron seis orejas, siete avisos y 180 minutos de festejo.

ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Olivenza

Un sol preveraniego iluminaba la mañana oliventina. Migue Ángel Perera fue elegido para sustituir al lesionado Emilio de Justo. Hacia 17 años que no se daba una Feria de Olivenza sin Perera. Y, finalmente, no se dio. Aceptar la llamada debió de ser un ejercicio extraño para MAP, un trago después del enredado descarte de los carteles titulares. En cuestiones de despacho, como en las de alcoba, nunca se sabe. Cada cual es dueño de su cuerpo y de su alma.

El cartel arracimaba a tres toreros de faenas prolijas. La corrida comenzó a las 12:00 del mediodía. Cumplidos los turnos de Antonio Ferrera y Sebastián Castella, 65 minutos y tres avisos después -uno y dos respectivamente- pasadas las 13:05 horas, el toro Zalduendo se partió una pata en banderillas. Y el presidente, en periodo preeletoral como estamos, cedió a la absurda petición de su devolución. Aunque fue finalmente apuntillado.

Castella ya había cortado una oreja -también de precampaña- por una obra abundante y templada con un sumiso zalduendo mansito que se dio más y mejor, más largo, por la mano derecha. Ferrera había gastado su tiempo con fe en un toro más basto y cargado que se movió en las medias alturas sin entrega y con algún que otro cabezazo de bruto. Los avisos ya están contados. Eran las 13:15 cuando Perera corría turno. La apertura de faena de rodillas en los medios fue riesgosa, por la exposición natural y varios resbalones del torero. Que en pie cosió a su imantadora muleta la bondad del zalduendo. Lo tapó mucho para evitar esas distracciones que en los finales luego abundaron.Duró lo justo y necesario. Perera lo mató por arriba. La muerte se demoró por la trayectoria algo tendida y la colocación ligeramente pasada. La inacabable agonía la tomó por bravura la gente. Que aplaudió mucho el arrastre. Cayó el aviso y también una oreja. El reloj marcaba las 13:37.

Entonces Ferrera se inspiró y le dio cierto sentido al transcurrir estéril de las horas. Ya con el capote se abigarró en las verónicas. Y en el quite alumbró faroles y lances que deslumbraba a la plaza. Que empezaba a sufrir de insolación. Apuntó notas y cualidades este cuarto zalduendo desde el fondo tenue y escaso de raza de toda la corrida. AF se abandonó con su naturalidad impostada sobre la mano derecha. Y se mecía en aquellas series que abría con un molinete raro, agarrada la muleta con las dos manos. Alguien dijo que la mejor improvisación es la ensayada. Dibujó naturales a golpe de muñeca, sueltos pero que sumados formaban un todo. Cuando la embestida rajadita ya se le escapaba a tablas, apuró la singular faena, el espejismo de su obra de espejos, con derechazos sin ayuda que sonaban como nuevos naturales. Importunó al veterano el aviso presidencial tanto como una coz del toro. Que también pedía la hora. Una estocada desató el delirio. Las dos orejas fueron la consecuencia inmediata. Eran las 14:06.

Para cuando dieron las 14:25, al sexto aviso de la mañana le acompañó la quinta oreja. Se dejó el penúltimo de Zalduendo en el aire de todos y Sebastián Castella lo exprimió.

El sobrero que hacía sexto, también con la Z del ex hierro de Fernando Domecq, anduvo a la defensiva en los tercios previos al de muerte. Pareció entregarse en los compases preliminares de la faena de Perera. Pero era más la apariencia que el verdadero empuje y la sincera entrega. En la tercera serie ya quería irse. Cerró la orejera corrida de Zalduendo de fácil trato: a las 14:50 el clarín concedía su séptimo aviso y otro pañuelo entregaba el sexto trofeo. A las 15:00 horas salían los tres matadores a hombros. 180 minutos de una mañana eterna. Que no es lo mismo que para la eternidad.

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