"A
Ponce le esperan entre cinco y seis meses de baja", dice el doctor
Villamor antes de operar hoy la destrozada rodilla izquierda del maestro de
Valencia.
ZABALA DE
LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario EL
MUNDO de Madrid
A porta gayola esperaba el doctor Ángel Villamor
en la clínica Nisa de Aravaca (Madrid) a Enrique Ponce. Largo camino desde
Valencia. Como larga y mala fue la noche para el maestro.
Muy de mañana, su suegro y apoderado, Victoriano
Valencia, confirmaba a ELMUNDO los peores augurios: «Enrique tiene la rodilla
destrozada». En lenguaje médico, el jefe de la enfermería de la plaza de toros
valenciana, el doctor Cristóbal Zaragoza, recitaba de memoria los tristes
resultados las pruebas radiológicas que conocía desde la noche del lunes:
«Sección completa del ligamento cruzado anterior que ya traía lesionado desde
tres meses atrás y rotura del ligamento lateral interno». Lesiones a las que
añadía la «fractura de la meseta tibial con desplazamiento».
Al lado de la complicada lesión de la rodilla
izquierda, como cuestiones menores quedaban ya la cornada de 12 centímetros en
el glúteo izquierdo y la fractura de la séptima costilla. «Va a pasar en
barbecho una temporada larga», concluía el doctor Zaragoza.
El tiempo inconcreto de convalecencia trataba de
centrarlo el doctor Villamor, con prudencia y a expensas de nuevas pruebas
(resonacia y ecografía): «Entre cinco y seis meses. Aunque con el tratamiento
de células madre y factores del crecimiento hay deportistas que han vuelto a
competir antes, conviene ser conservadores». El prestigioso traumatólogo
sospecha y teme que, por la torsión de la rodilla al caer, puedan aparecer más
consecuencias ahora escondidas. «Normalmente la rotura del ligamento lateral
interno acarrea el arrancamiento del menisco. Y hay que comprobar también el
estado del ligamento cruzado posterior.
A la lesión de Enrique se conoce como 'la triada
desgraciada'. Dependiendo de los resultados valoraremos la posibilidad de un
injerto».
Mientras el sentido común se imponía en las
valoraciones médicas, una nota de prensa de la empresa de Las Ventas que
sobrepasaba con mucho el surrealismo: Plaza 1 anunciaba que mantendrá anunciado
a Enrique Ponce en los carteles de San Isidro «por voluntad del diestro». La
feria se presenta este inminente viernes...
El documento enviado informaba de que Victoriano
Valencia había solicitado que se respetase el contrato firmado el pasado 15 de
febrero «para las dos actuaciones en la Plaza de Toros de Las Ventas, en la Feria
de San Isidro y en la Corrida de Beneficencia de 2019». Los nombres de Simón
Casas y Rafael García Garrido aparecían en el texto. Nadie entendía nada. Ni a
quién beneficia una decisión extraña, incomprensible. Que levanta sospechas y
no se sabe ni cuáles.
Ponce y Roca Rey eran los dos únicos
representantes de la cúpula del toreo que habían aceptado entrar en el bombo
isidril de Casas y, por tanto, sostenían con su presencia el interés por un
abono cargado de ausencias: El Juli, Morante de la Puebla, José María
Manzanares y, obviamente, Alejandro Talavante.
De las dos patas isidriles para 34 tardes, digan
lo que digan, se ha caído ya indefectiblemente una. Mientras Villamor examinaba
a Ponce antes de la operación de este miércoles, Simón Casas manifestaba que
respetará su nombre en los carteles de San Isidro porque «el maestro quiere
torear, la lesión no era tanto como parecía». Como se dice ahora, WTF.
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