Heroica oreja del matador gaditano en el regreso de Victorino a
Valencia.
SALVADOR FERRER
Diario EL MUNDO de Valencia
El regreso de Victorino a Fallas 13
años después era uno de los aliecientes de la feria. Y más, en el Dia del bou
(Día del toro). Rafaelillo volvía a Valencia tras la cornada de julio y cinco
años sin estar en Fallas. Precioso y hondo su primero, con más nobleza que
fuerza. Buen fondo, sí. Torerísimo el inicio del murciano, que brindó al equipo
médico. Sueltos los naturales profundos y lentos, aislados. Sobrado Rafael,
listo y capaz. Más protestón el cárdeno por el derecho. El cuarto, una lámina
cárdena clara, tuvo genio y su carbón. La cogía en uno, pegaba el tornillazo en
el otro. Trató Rafaelillo de ganarle la acción. Un toma y daca. (Ovación tras
aviso y ovación).
Octavio Chacón, nuevo en esta plaza
pero veterano en la lidia de encastes correosos, estuvo soberbio desde el
magistral saludo capotero. La fusión, con la seda, del toreo y la lidia.
Gazapón, mirón, pegajoso, incierto el victorino. Siempre lo quiso llevar
toreado y tapado, cerradas todas las rendijas. Pero ni así. Sobrevino la
voltereta dramática. Angustia. El torero giró sobre los pitones. Apenas sangró
o al menos la taleguilla no se empapó. La estocada, épica, de Benlliure. La
rectitud lenta. Cuánta verdad en estos héroes de seda. Honor y gloria. La
espada enterrada a tumba abierta. Se fue a la enfermería andando. Todo lo hizo
despacio, con la serenidad de quien afronta el destino con estoicismo. Torero,
consciente del alma vertida en la arena. Llámenlo valor o ética... O dos
cojones, en latín clásico. Salió Chacón por el callejón de la enfermería y el
público le tributó una cerrada ovación. La emoción. La suavidad y la sutileza
de los toques mejoraron la condición del toro. Labor presidida por el temple.
Torero en sazón. Su madurez dejó su huella en una feria que acaba de comenzar.
(Oreja y ovación).
Varea entró sustituyendo a Fortes.
Una verónica tuvo entidad de cartel de toros. Volvió a evidenciar sus aires
clásicos, elegantes. Ni el victorino apretó ni Varea impuso un trazo exigente.
Un equilibrio en las líneas naturales. Varea mató el quinto para dar tiempo al
compañero herido. Largo y con las manos altas el saludo a la verónica al
quinto. Una media en el quite fue para que la hubiera dibujado Moratalla. Como
el toreo en redondo, acompasado y a la altura del toro. Buena imagen. (Ovación
y ovación tras aviso).
PARTE MÉDICO
Octavio Chacón sufrió una herida en el escroto de 5 centímetros.
Varetazo y contusión en la fosa ilíaca. Fue trasladado a la Casa.
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