lunes, 25 de marzo de 2019

OBISPO Y ORO - Los carteles

FERNANDO FERNÁNDEZ ROMÁN
@FFernandezRoman 

Tengo ante mí la cartulina plegable que recoge las combinaciones de la feria de San Isidro 2019. Nos la dieron ayer, en Las Ventas, bajo una carpa calefactada y gigantesca, al finalizar un acto que excede, y mucho, de lo puramente taurino. Hay que reconocerlo: en la organización de este tipo de eventos, Plaza 1, la empresa que capitanean Simón Casas y Rafael Garrido, son campeones de todo. Cada año se superan y nos sorprenden con la categoría, el caché y el glamour que imponen a esta ceremonia, lúdica y llena de fantasía, en la que mucho habrá tenido que ver el genio de Joserra Lozano, en la cuestión de poner en día y hora (modernizar, en suma) y dotar de originalidad a gran escala la Gala. 

La Gala, ya lo he referido en años anteriores, es una pasada. Tiene Plaza 1 un equipo de trabajo de una eficiencia extraordinaria. Solo quien ha tenido que involucrarse en estas cuestiones sabe lo difícil y exhaustivo (¡y lo carísimo!) que supone ponerse en contacto con personalidades de la más alta jerarquía del Estado, políticos de primera línea, gentes de máxima alcurnia del establishment actual y, por supuesto, lo más representativo de la tauromaquia contemporánea, para  conseguir que acudan a la invitación, con el agravante de que, al final, este enrevesado  mundillo nuestro, el de los toros, suele ser el menos solidario y más remolón de los pequeños mundos de que se nutre nuestra sociedad. Mira que hubo en la Gala caras populares de extramuros de los ruedos, no ya de lo que antes se llamaba “el todo Madrid”, sino de “la España toda”; pues, miren, se echaron en falta otras caras: las de las figuras del toreo que dieron y dan forma y fondo a la cartelería taurina de toda la vida y, por supuesto, las de quienes eran grandes protagonistas del acto en cuestión. Excepción: El Viti, que sigue siendo un Señor, con mayúsculas,  y un paladín insigne de la Tauromaquia de todas las épocas el toreo. Algún día habrá que hacerle a S.M. una Gala especial que reconozca su permanente implicación, desde la intemporalidad, en los temas que afectan a la fiesta de los toros. Por lo demás, desde el rey emérito don Juan Carlos y su hija, la infanta doña Elena, hasta los más modestos integrantes de los distintos escalafones de profesionales taurinos y demás gremios afines, la cosa estuvo representada a buen nivel. Me consta que se llamó –se invitó—a los iconos de la esfera política actual, pero, al final, de los primeros espadas solo apareció el de más reciente alternativa: Santiago Abascal. Simplemente se dejó ver… y querer con cortesía, amabilidad y displicencia, pero es muy probable que se agotaran las baterías de algunos móviles, disparando selfies con el más alto dirigente de Vox. Del resto de candidatos de máximo rango –¡y estamos en período electoral!—, ni rastro. Nadie esperaba al factótum del nuevo PSOE, o de Podemos, pero, hombre, sí a los del Partido Popular y Ciudadanos, aunque por  allí pululaban algunos de sus representantes.  Por cierto, estuvo muy acertado Rafael Garrido al revelar la incomparecencia de cualquier miembro del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Madrid –de Carmena, ni hablamos, por supuesto–, que alguno habrá, digo yo, aficionado a los toros. Nada, los regidores del “foro” hicieron, una vez más, mutis por el ídem. A este respecto, habría que decir, como Juncal, ¡tomo nota!

Y hasta aquí la crónica, digamos, social y más o menos rosa, de lo acontecido en la tardenoche de ayer en la Plaza de Las Ventas. Ahora, hablemos de los carteles, que es lo que a usted verdaderamente le interesa. ¡Ah, los carteles!, cuánta controversia traen siempre consigo.

Pues ahí los tienen, ya publicados en todos los medios de comunicación. Y si no los tienen, les diré que entre novilladas, festejos de rejones y corridas de toros, son treinta y una tardes de toros de abono y tras tres fuera de él, bajo los epígrafes de Beneficencia, Cultura y Prensa. Total, treinta y cuatro. Del 14 de mayo, al 16 de junio, ambos inclusive. Principal notica, cocida a última hora en el muy calentito horno de la empresa, la repesca de El Juli para ocupar la obligada ausencia de Enrique Ponce que tiene, el hombre, señalada a una de sus rodillas como zona “catastrófica” del cuerpo.  Me extrañó la nota de prensa que aseguraba su petición de mantenerse en los carteles, a pesar de la gravedad de la lesión, y, en consecuencia, ese “quietos hasta ver”, parecióme un despropósito, además de  una carga económica innecesaria para la empresa (si hay sustitución posterior, se abría la posibilidad de optar a la consecuente devolución de entradas y reintegro de su importe), y por tanto, supongo que Plaza 1 emprendería una frenética carrera de consultas para cubrir la plaza irremediablemente vacante. Talavante hubiera sido un pelotazo, pero… cada cual sabrá si hubo o no contactos y, en su caso, el desacuerdo; pero ahí está El Juli,  sorprendentemente anunciado para cubrir esos dos puestos, en la corrida de Juan  Pedro Domecq y en la de Beneficencia. Sinceramente, no esperaba su aceptación, después de negarse a pasar  por el aro del bombo, y de que la empresa anunciara “a bombo y platillo” que era condición sine qua non para que la élite de matadores toreara en la feria las corridas de las ganaderías sometidas a sorteo, sin duda, los platos más apetecidos del largo menú taurino de San Isidro. La verdad es que El Juli le ha ganado el pulso a Simón Casas y, a priori, se lleva dos bombones, pero… ¡vaya usted a saber!

Si me preguntan quién falta, responderé lo de siempre, cuando se trata de la Monumental de Madrid y la feria del metraje más dilatado del mundo: todos los que no están y figuran en el registro de matadores de toros, novilleros y rejoneadores. La de San Isidro hace ya muchos años que dejó de ser una confrontación entre las grandes figuras en el escenario más importante del orbe taurino, que fue la intención de don Livinio, cuando se le ocurrió la idea de crear este torneo, en torno a la fecha del Santo Patrono de la capital del reino. Si se toman la molestia de repasar las primeras ferias de finales de los años 40 verán que está la flor y la canela del escalafón superior, y algún aditamento de menor rango. Desde hace la intemerata de años, es al revés: las figuras ralean y los aditamentos proliferas. ¡Hay tantos toreros! Y la mayoría buenos toreros, que no desentonarían en muchos carteles, se lo puedo asegurar. Por tal motivo, me niego a señalar ausencias, aun exponiéndome a la regañina de allegados, peñistas, paisanos o simplemente amigos de los afectados. Haré una excepción. Si por mí fuera, hubiera anunciado no una, sino dos tardes, a Juan Mora, porque me encanta su acrisolada veteranía y, por supuesto, su forma de torear. Pero es un simple deseo personal. La feria es como es, y mientras no cambien mucho las cosas –las obras de Las Ventas, pueden ser definitivas para cambiar también la orientación de su explotación–, me temo que tampoco cambiará la fórmula de un maratón, disfrazado, eso sí, de ferias de Aniversarios, Cultura o de Mundiales del Toreo; pero, en definitiva, un atracón cada vez más amplio y abundante de ingredientes. Eso sí, al final lo del bombo –el “bombín”, como dije en su día–, ha presentado alguna fisura –¡ay!, los imponderables y las prisas–, porque no se ha cumplido lo prometido. Aún así, soy un ferviente partidario del uso del ingenio, la imaginación y la innovación y, por tanto, no renuncio a mi condición de “simonista”.

Fina aquí mi pequeña reflexión en torno a los carteles, que polarizan la información taurina del día. Los de la feria de San Isidro, que sigue siendo el referente de cara la difusión de la Tauromaquia, el surgimiento de nuevos valores y la ratificación de las grandes figuras, aunque sin Morante, Talavante y Manzanares, la feria  flojea. Y mucho, qué duda cabe. Es una obviedad que  está en la mente de especialistas en temas taurinos, aficionados y gente del común. No los he citado hasta ahora, porque estas no son ausencias, sino vacíos, que es peor.

Sin embargo, visto lo visto, nunca se sabe. A lo mejor –y por indeseables circunstancias— cualquiera de ellos todavía tienen opciones a torear este sanisidro en Madrid. Toca, por tanto, esperar nuevos acontecimiento; pero, de momento, la feria, por mor de la Gala, tiene un triunfador colectivo, Plaza 1 y otro individual, que no es torero: Abascal.

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