José Antonio Martínez Uranga (izq.) junto a su hijo. Foto: EFE |
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario ELMUNDO de
Madrid
Doce años después de su desembarco en Madrid, Taurodelta se
va; 6.000 abonos y 500.000 espectadores menos es su legado. José Antonio
Chopera dice adiós a Las Ventas. Corría el año 2004 cuando la UTE de José
Antonio Martínez Uranga, por entonces todavía Choperita, el constructor Fidel
San Román y Ramón Calderón, ganaba el 31 de diciembre de aquel año la
licitación por la primera plaza del mundo.
Desde ese momento, había que quitar el diminutivo a José
Antonio, informó su jefe de campaña antes de que lo botasen sin reconocimiento
alguno. Entre la adjudicación y la firma del contrato con la Comunidad de
Madrid los porcentajes de composición de la UTE cambiaron para dar paso a la
formación de Taurovent (Chopera 49%, San Román 46% y Calderón 5%). Constituida
la nueva sociedad directamente firmó el contrato el constructor San Román con
Ignacio González, vicepresidente de la Comunidad de Madrid y presidente del
Consejo de Asuntos Taurinos.
Nunca en la historia de Las Ventas la parte financiera había
cobrado mayor protagonismo que la taurina, que según se supo algún tiempo
después venía a sueldo. Madrid estrenaba empresa y pliego. Tiempos turbios y
turbulentos en los que rápidamente hubo que inventar el parche de la Feria del
Aniversario para un San Isidro recortado tras la prueba económicamente fallida
del primer año. Malos tiempos aquellos para la lírica y el periodismo libre.
Cualquier crítica a la empresa se tomaba como una crítica a la Comunidad, que
en Pedro Antonio Martín Marín tenía su doberman.
Las asociaciones de abonados sacaron la suma nada desdeñable
de 107 incumplimientos del pliego. Quienes poníamos voz a todo aquello -no
muchos, más bien los menos- sufrimos una persecución execrable. Todo aquello
olía fatal. Hasta que la imputación de Fidel San Román en la Operación Malaya
dinamitó todo. Imputación y encarcelamiento en Alahurín de la Torre. Se señaló
a Esperanza Aguirre por haber entregado la plaza al constructor y proteger sus
intereses, y Esperanza se desmarcó con un "no conozco a ese señor de
nada".
Del "señor de nada" se rumoreaba que había
financiado el tamayazo, pero nunca se investigó a fondo y, como suele ocurrir,
se tapó con siete mantas y seis cortinas. Se procedió a apagar el fuego como se
pudo, malamente: se acordó, tras una reunión de Martínez Uranga y Martínez
Erice con Ignacio González, que Taurovent no pidiese la prórroga "a la que
tenía derecho" (sic) y se convocó un nuevo concurso que, por descontado,
ganó la escindida Taurodelta.
Y desde 2006 a este 2016, varias licitaciones más
adjudicadas, en unas Simón Casas como víctima y en la penúltima como asociado
para dejar el pliego en mínimos: de 5,2 millones a 2,3 por el canon de
explotación.
La sustanciosa rebaja tampoco ha influido en los últimos
cuatro años en una mejora de la calidad de la programación. Quienes defienden
la gestión de Taurodelta se aferran a la seriedad. Que se ha sorteado siempre a
las 12 del mediodía y nunca ha habido una suspensión por lío en los corrales, o
sea. Que viene a ser como felicitarse porque ya nadie muere de gripe. Pero la
realidad de la plaza con sus 6.000 abonos perdidos y una caída en la asistencia
por temporada de 500.000 espectadores dice otra cosa: que ha faltado trabajo,
mucho trabajo, principalmente.
Como en Barcelona en su última etapa -por influencia o no de
la incorporación de Matilla, el hombre responsable del área de ganaderías- se
importó la moda de cerrar y anunciar los carteles por bloques de meses en lugar
de hacerlo de domingo a domingo. Todo un contradiós en una plaza de temporada.
Primó la política de supervivencia con la presencia de las figuras en mínimos
en San Isidro y una peor estrategia de puertas adentro con la referencia del
criterio de defensa respecto al toro y al novillo simplemente porque no había
nadie que lo defendiese.
De su visión cortoplacista de la Tauromaquia lo más grave ha
sido el (mal) trato a los novilleros, de por sí en una situación agónica. Y se
enterraron las vías de la publicidad, el marketing y la comunicación: Las
Ventas a día de hoy sigue enviando el "resumen" -no, previas no
existen aunque les beneficiase su publicación- de cada tarde de toros por un
SMS, ¿se acuerdan?
Es cierto que la crisis de 2007 afectó a los toros como a
cualquier otro espectáculo, pero no ha habido acciones que frenen la sangría,
sino más bien esa actitud de hacerse el muerto para que el león no te devore.
Nunca se entendieron en estos años la política de comunicados por parte de la
propia Taurodelta que anunciaban la pérdida de abonos. Una y otra vez. Al menos
ante esta triste Feria de Otoño y en medio del concurso se lo han ahorrado.
De 2015 -año que la Comunidad de Madrid ha tomado como
referencia para elaborar el pliego- a hoy, Las Ventas habrá vuelto a bajar en
torno a 1.000 abonos a ojo de mal cubero; 600 sólo en el último San Isidro.
Cuando a principios de mayo, EL MUNDO entrevistó a José
Antonio Martínez Uranga y Manuel Martínez Erice se produjo una anécdota que
refleja lo que ha sido Taurodelta para Las Ventas. Quisimos pasar a hacer la
sesión fotográfica al ruedo. En la entrada al patio de cuadrillas, la portera
impidió el paso a José Antonio. De la situación se dio rápidamente cuenta su
superior, el inspector jefe o así, que acudió apurado al rescate: "Hija,
hija, que es don José Antonio, el empresario. Claro que como nunca viene por
aquí no le conoces".
Sin darse cuenta había hecho el resumen de 12 años de
gestión.
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