KIKE ROSALES
@kikefutbol
Carlos Villalba el buen cronista, contaba en un libro algo
que nos describía como lo tan único que son las plazas de toros en Venezuela, a
veces el toro está en el tendido.
Lo vemos cuando plenos de bota y alegría dos paisanos les da
por simular pases recibiendo el coro del resto del paisanaje con oles que en
vez de taurinos son de pachanga.
Sigue en el tendido cuando, el de la charrasca la hace sonar
convirtiendo el “charrasqueo” en un
llamado de atención porque en la arena no pasa nada.
Se oyen los gritos de los vendedores ambulantes, los del
tendido de sol que llaman a un conocido que está en el de sombra, se miran las
mujeres, se bosteza e incluso se va al baño, porque el toro está en el tendido.
El sábado 10 de septiembre, en el coliseo de Tovar se
lidiaron los toros de las ganaderías de Rancho Grande y el Prado, y entonces
vimos como el toro “empezó a bajar del tendido”.
Habría que empezar diciendo que casi todo el encierro mostró
animales con presencia, nobleza y transmisión, que a dos le dieron la vuelta al
ruedo y uno fue indultado.
También que estuvieron tan metidos en lo que llaman raza que
superaron por momentos a los toreros. Que el número 89, Añilero, fue indultado por bravura con
fiereza, no de esa que llaman “bobalicona”, que tiene trapío y seriedad y que
en la pasada feria de Mérida lo habían sacado del lote a lidiar pues “tenía
muchos pitones”, es decir un toro serio, que además embistió al caballo con
rectitud y peleó en la buena vara que le
fue recetada.
A veces la gente trata a los “fiesteros” de los tendidos
como ignorantes de la tauromaquia, quizás en algunos casos puedan tener razón,
pero los toros de Hugo Domingo, mostraron ese sábado en Tovar, que esa vaina se
acaba, cuando el toro baja del tendido para estar en el ruedo.
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