Dr. Nelson Hernández
Ramírez
La reciente Feria de Tovar en honor a la Virgen de Regla, ha
permitido observar detalles de interés para el
futuro de la fiesta brava
nacional, además de que se ha desatado
una polémica inusual. Los comentarios apuntan a errores y fallas, especialmente
de la autoridad taurina municipal tovareña. No obstante, lejos de ese aspecto
hay un tema vital: el de las ganaderías
venezolanas.
Han reconocido los criadores que la actividad está pasando
por momentos de extrema dificultad,
debido a la inflación de costos y a la poca facilidad con que se consiguen alimentos
y medicina ganadera, asunto fundamental para poder reafirmar la cría como un
negocio sostenible.
Es cierto que dentro de cada ganadero hay un
aficionado, un apasionado seguidor de esta actividad festiva de viejo cuño y
un defensor de todo lo que se relaciona con el arte taurino. Debe entenderse
que en el caso venezolano ninguno de los dueños de dehesas vive exclusivamente de la venta de esos
animales bravos, sino que en paralelo
desarrollan otras áreas o tienen otros rubros comerciales. Si, por eso
se corrobora la persistente afición.
Los precios de los toros de lidia son elevados y pocas
plazas nacionales ofrecen la posibilidad de ver lidiar de primera calidad, puros, con peso y presencia, que
tienen mayor valor monetario, lo cual no acerca más aficionados para
convertirse en ganaderos. Este hecho eleva el precio de las entradas y hace
que, para ajustar la venta al presupuesto
ferial, hay que sacrificar la norma reglamentaria del peso mínimo.
Festejos en San Cristóbal y Mérida, las dos ferias grandes
que nos quedan, han visto correr animales que rozan el límite, pudiéndose advertir
que el peso anunciado es el registrado
en el momento del desembarque. Es decir
que a la hora de saltar el toro a la
arena pudiera estar por debajo de lo indicado en la ordenanza, en razón del
viaje, cambio de ambiente, alimentación
y calidad del agua en la ciudad.
Ante esas evidencias, es necesario que para no incurrir en
fraude, se adecúen las normas municipales a la realidad, mediante acuerdo con los
criadores, buscando sostener la fiesta brava en los niveles de legalidad en que
debe estar, con lo cual evitaremos cualquier demanda de aficionados, de mal
intencionados o hasta de antitaurinos, por no respetar la ley.
Una concertación luce oportuna y aconsejable, en momentos de
crisis general y en particular de nuestra fiesta brava, reblandecida por
numerosas razones y en trance de disminuir su otrora vigor, de las envidiables
épocas pasadas.
En ese sentido, la Fundación
Cultural Girón invita al diálogo constructivo y pone en el tapete la propuesta
de la Ley de Espectáculos Taurinos, a la cual todos pueden hacer observaciones,
sugerencias y recomendaciones.
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