PACO AGUADO
Aquel garçon nimeño, rubio e inquieto, que quería ser torero
en los años sesentas es hoy, desde las diez de esta misma mañana y cincuenta
años después, el empresario –o "productor", como él prefiere calificarse–
de la primera plaza de toros del mundo. Un sueño que llevaba persiguiendo más
de tres décadas.
Puede que este Simón Casas actual, con los 69 recién
cumplidos, sea el mismo Bernard Domb que se tiró de espontáneo a un toro de
Antonio Ordóñez en el anfiteatro nimeño que después iba a regentar de manera
ejemplar. O quizá sea otro distinto a aquel aspirante que, después de entrenar,
les leía fragmentos marxistas de "El capital" a Martín Arranz y a
Antonio Corbacho, sentados en el estribo de la vieja plaza de Vista Alegre.
Pero, probablemente no haya disonancias entre uno y otro,
sino, con o sin poder taurino, sólo sea un mismo personaje, coherente en su
rebeldía e imaginación, que acaba de ganar una dura batalla –y se cuenta que
con un preámbulo rocambolesco– en esa misma Puerta del Sol donde, un histórico
y sangriento 2 de mayo, el pueblo de Madrid se levantó en armas contra sus
paisanos hace ya más de dos siglos.
Después de muchos intentos frustrados, de unas cuantas
decepciones y derrotas injustas, de recursos en los tribunales, de encubiertos
vetos políticos de anteriores gobernantes regionales, de forzadas alianzas
contra natura y de participaciones secundarias y en la sombra, Simón Casas está
ya por fin donde quería: en la sala de mandos de Las Ventas, con la séptima empresa
–y la primera con un extranjero al frente– que dirigirá la Monumental desde su
inauguración hace ya 85 años.
Su filosofía y su mensaje son los mismos, o muy parecidos, a
los que viene propugnando desde el primer concurso venteño al que se presentó,
allá a finales de los ochenta, y que se llevaron Fernández Tapias y la familia
Lozano. Sólo que lo que entonces era básicamente un brillante proyecto de
futuro ahora se ha convertido en el único y perentorio remedio para sacar a la
plaza de una lenta y prolongada decadencia.
No es cuestión de volver a repetir las numerosas lacras y
torpes prácticas que han conducido a Las Ventas a la triste situación actual,
porque llevamos varios años señalándolas al detalle en esta misma columna, pero
era tiempo ya de frenar esta deriva auténticamente letal no sólo para el coso
madrileño sino también, de manera indirecta, para el conjunto entero del
espectáculo taurino.
Y es así como la apabullante victoria de Simón Casas y
Nautalia Viajes –98 puntos sobre 100 en la baremación, frente a los sólo 51.3
de la saliente Taurodelta y Alberto Bailleres– llega todavía a tiempo de
enderezar el timón aplicando los remedios que la nave necesita y la nueva
empresa, al menos sobre el papel, ofrece: ideas claras y vocación de futuro a
través del trabajo, la imaginación y la inversión.
Hasta 700 mil euros más de canon ha ofrecido en ese sentido
Simón Casas, lo que, sumado al incremento de otras partidas –como la mucho
mayor ayuda a las escuelas taurinas, un significativo aumento en el presupuesto
de comunicación y los descuentos a los abonados– supone una cantidad que supera
en casi millón y medio de euros a la rácana oferta de la empresa rival.
Seguro que a quienes han calificado este concurso por Las
Ventas como una subasta encubierta, olvidando que hasta hace no tanto el canon
obligatorio era de más de cinco millones de euros, les parecerá un derroche la
oferta de Casas y Nautalia. Pero quién
sabe si la nueva gestora, en vez de invertir algo más de un millón más en la
plaza, lo que en realidad está haciendo es ahorrarse dos gracias al cambio del
equipo de gobierno de la Comunidad…
Sea como sea, esta victoria de Casas, que además tendrá
consecuencias directas, radicales e inmediatas en las actuales estructuras de
poder taurino (el invierno se promete muy movido), no puede más que despertar
esperanzas y merece un suficiente margen de confianza por parte de un sector
necesitado de ideas y de duro trabajo. Más que nada porque, en el actual
panorama empresarial, no parece que haya muchas más alternativas.
Dejemos, pues, que Bernard Domb cumpla su sueño y que
aproveche los muchos medios y el sólido poder que a todas las empresas que han
pasado por ella les ofrece esta gran plaza para desarrollar sus proyectos… que
ojalá tengan unas miras más amplias que la última feria del Pilar que acaba de
presentar.
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