PACO AGUADO
Esta misma mañana, como cada año, los antitaurinos y los
medios generalistas se han llegado hasta Tordesillas para tocarle los cojones a
todo un pueblo. Y más hoy en que, tras la bajada de pantalones del gobierno de
Castilla y León al prohibir la muerte pública del astado, los paisanos tenían
que sufrir la humillación de ver tergiversado ese oscuro objeto de deseo del
abolicionismo que es, que era, el Toro de la Vega.
Pero no. Hoy ese pobre "animalito", un pajarraco
con cinco años cumplidos, 670 kilos en lo alto y dos tremendas espabiladeras
por delante, ese mismo al que un compasivo vegano brasileño quería llevarse
vivo a un "santuario" de animales, no ha sido alanceado, entre la
euforia de unos animalistas venidos arriba al ver cómo el Partido Popular
castellano-leonés les ha dejado abierta la puerta hacia la abolición total.
Igual que pasó, momentáneamente, con el gobierno de Franco a
finales de los sesentas, esta histórica localidad española ha visto de nuevo
cercenado su derecho a celebrar sus tradiciones taurinas. Ahora no por la
decisión arbitraria de un dictador, sino por el acoso de una minoría fanática
que encuentra en los actuales medios de comunicación un descomunal altavoz
perfectamente manipulado para conseguir sus objetivos.
Y así, esta misma mañana, mientras medio centenar de
"activistas" disfrutaban de minutos y docenas de micrófonos para
lanzar al mundo su ideario fascista, la voz de miles de tordesillanos era
obviada por los obedientes reporteros enviados para la ocasión a un palenque
donde los animalistas buscaban únicamente la provocación y el victimismo.
Nada de esto debería extrañarnos ya en la cruzada nazi
contra la tauromaquia, que el pasado sábado pasado vivió un nuevo momento de
gloria cuando el partido PACMA convocó en Madrid, utilizando todos sus medios,
el apoyo de unos cuantos famosos y sus probablemente más que inconfesables
fondos, la que llamaron "la mayor manifestación antitaurina de la
historia"… a la que acudieron ¡menos de cuatro mil personas!
Claro que esa reunión de cuatro gatos, que diría un castizo,
casi todos acompañados de sus muchos perros, fue para los medios un acto
reivindicativo contra la tauromaquia "que llenó las calles de Madrid"
y que reunió a "miles de personas", lo que no deja de ser, como media
verdad, una mentira más que evidencia la vergonzosa manipulación mediática en
que se apoya y de que disfruta el movimiento animalista.
Esa indefinida cifra de "miles de personas", con
la que se intentaba ocultar el fracaso de la convocatoria se convertía, en
cambio y con absoluta objetividad, en más de cincuenta mil espectadores que,
pagando su entrada, asistieron a la media docena de festejos taurinos
celebrados solo una hora después de la manifestación del PACMA en varios ruedos
de España y Francia sin que merecieran ni una simple reseña en esos mismos
medios. Si acaso, un arreón más del emboscado antitaurino de El País.
Se daba el caso además de que el pasado día 10, como segundo
sábado del mes de septiembre, era la fecha del año en que tradicionalmente, por
encima incluso del 15 de agosto, más espectáculos taurinos se celebran en
España. Y entre ellos, claro está, cientos de festejos populares de todo tipo,
a los que asistieron, esta vez sí, cientos de miles de ciudadanos anónimos que
deben ser invisibles para esos medios tan “objetivos” que colaboran con la
causa abolicionista.
Curiosamente, son esas mismas televisiones y esos mismos
periódicos que también obviaron descaradamente, sin emitir una imagen, sin
dedicar ni una sola línea, la masiva concentración que hace unos meses sí que
llenó -se calcularon unas 20 mil personas- las calles de Madrid de cazadores,
pescadores y agricultores que reivindicaban los derechos del medio rural que
estos urbanitas de la falsa progresía llevan ya tiempo pisoteando con su
estúpido buenismo.
Pero tampoco hace falta irse muy lejos en unos agravios tan
clamorosos, ya que también “miles de personas” -unas tres mil para ser más
concretos y jóvenes en su inmensa mayoría- se reunieron a la mañana siguiente
de la "masiva" fiesta del PACMA sólo en la localidad de Fuenlabrada,
apenas a 18 kilómetros de la Puerta del Sol. Y entre todos se bastaron para
mostrar contundente y pacíficamente a la agresiva, ignorante, fanática y
desnortada minoría animalista de la localidad la fuerza moral y humana que
genera la pasión compartida del toreo.
Evidentemente, la exitosa concentración pro taurina de
Fuenlabrada tampoco apareció apenas en los medios generalistas, ni, lo que es
peor, en los medios taurinos especializados, que la pasaron por alto o la
reseñaron con desdén, casi como lo hubieran hecho los abolicionistas, puede que
para no restar espacio a los "clientes" que les ayudan a malvivir.
Al fin y al cabo, si para los grandes medios es rentable
manipular tan burdamente la realidad social de este país, para ellos también es
preferible dedicarse por completo a manipular la realidad taurina que hacer una
mínima defensa de futuro que no deja beneficios a corto plazo. Hasta que llegue
la hora de los lamentos.
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