El albaceteño descerrajo la Puerta
Grande con un encastado toro de Alcurrucén, el único de nota de una debacle de
mansos. *** David Mora, herido con una cornada envainada de 10-12 centímetros
en el muslo izquierdo.
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario ELMUNDO de
Madrid
Rubén Pinar se reivindicó una vez más. A falta de nadie que
lo reivindique, se reivindica solito. Como torero capaz y capacitado. Carece de
exégetas porque probablemente carezca de cartera. Por mayo, allá por San
Isidro, marcó diferencias con un corridón de Cuadri. Nadie lo volvió a
reclamar. Ni nadie escribió qué pasa con Pinar. Ni para las duras.
Cada año por estas fechas ha de ejercer de profeta en su
tierra. Una presión añadida. Y cada año cumple con las exigencias y las
expectativas. Hace dos que cuajó a un bravo victorino. Y ayer repetía con un
encastado toro de Alcurrucén. De nombre «Fatigado» aunque no se cansó de
embestir. Pero sin regalar una embestida, ojo. Que había que hacer las cosas
por su cauce. Y Rubén Pinar no dio un paso, ni un pase, ni un lance gratuito
desde que se abrió con el toro con el capote. Tres delantales a pies juntos y
la media apuntaron la humillación de «Fatigado». Galleó por chicuelinas y
apostó por un solo puyazo. Y no por falta de poder precisamente. Un quite por
chicuelinas y tafalleras fue bien resuelto con airosa revolera.
Brindó al público con garra el albaceteño y se clavó en el
tercio con un vibrante prólogo en bandera. El acierto de la media distancia
también sumó. Como la sensación de que al toro de enorme fijeza había que
llevarlo siempre muy cosido abajo. Y así una serie que se amplió en la
siguiente con cinco derechazos ligados y el de pecho. Por arriba el núñez de
los Lozano quería lo justo. O nada. Pinar le echó la izquierda al hocico. Y
tiraba poniéndole el mismo ritmo a una embestida que a veces parecía contar con
dos velocidades. Arreando que es gerundio. Y torero y toro arrearon de verdad.
La faena continuó creciendo al natural. En una tanda como partida en dos. Tres
y tres. Y el de pecho. Todo con una enorme transmisión. Como la última ronda de
redondos. Albacete en llamas. Cerró en tablas a «Fatigado» aún con la boca
cerrada y enterró la espada. Como un puñetazo en la puerta grande. Sólo por una
leve travesía necesitó el refrendo de un golpe de descabello. El refrendo
auténtico nació de su plaza.
A David Mora el fuerte cuarto le cogió de mala manera. Y eso
que ya le había perdonado varias veces. Se arrancaba arrollando con todo, y
Mora causaba la sensación de estar siempre a merced. A la salida de un natural,
se le quedó por las corvas y no se escapó. Un volteretón. La caída a plomo
sobre la riñonada. Tardó la cuadrilla en alcanzar los medios. La cuadrilla de
David que toda la tarde fue un naufragio. Salvo Israel de Pedro con este «Halcón»
al que había que dar a caballo. Aparentemente, no había sangre ni cornada. Y el
matador pudo completar su cometido. Mas en la enfermería detectaron una cornada
envainada de 10-12 centímetros en el muslo izquierdo.
Tampoco la dormidera mosqueante del primero de Alcurrucén
había servido a David Mora, que ya tuvo que acudir entonces a recoger al toro
emplazado en los medios de salida...
Paco Ureña cumplió sobradamente con su compromiso albaceteño
desde los brindis a dos figuras: Samuel Flores y Dámaso González. Cada uno en
su palo. Ureña estuvo bravo con un manso colorao. Concediéndole su tiempo para
que metiese la cara. Pero el toro tendía a frenarse de manos. A tirar del freno
de mano. Coreada su gallardía como la búsqueda del pitón contrario, de lo único
que careció Francisco Ureña es de sentido de la medida. Y como para colmo
agarró tres pinchazos en la suerte natural -¡ay, la contraria, que recetaban
los viejos para la mansedumbre!- la cosa se demoró hasta los dos avisos.
Hubo momentos en que se atisbaron ciertas esperanzas en el
quinto. Un espejismo en el principio del embroque. Una visión que se empezó a
deformar con el paso del tiempo. Que en Ureña volvió a ser mucho, y «Castañuela»
perdió la alegría. Y el celo. Si es que alguna vez lo tuvo.
Para rematar el desfile de rudos mansos, con perdón de «Fatigado»,
el toro salvavidas de cada tarde de los Lozano, se soltó un sexto de
ensilladísimas hechuras que se escupía hasta de su sombra. Rubén Pinar derrochó
voluntad a espuertas. Aquello de pronto se venía con la cara por los cuernos de
la luna. O se frenaba. Lo que se frenaron los alcurrucenes. La refriega de
Pinar con «Toledano» acabó con una oreja como podía haber terminado con una
vuelta al ruedo o una ovación de despedida. Que el final importante esperaba en
la ya rendida puerta grande.
ALCURRUCÉN | David Mora, Paco Ureña y Rubén Pinar
Toros de Alcurrucén, bien
presentados, parejos, desentonaron las hechuras del ensillado 6º; mansos,
frenados, complicados y deslucidos; destacó el encastado 3º por su trasmisión.
David Mora, de rosa y oro. Estocada baja, atravesada y
tendida (silencio). En el cuarto, estocada (silencio).
Paco Ureña, de azul añil y oro. Tres pinchazos y
estocada pasada y tendida. Dos avisos (saludos). En el quinto, pinchazo y
estocada. Aviso (saludos).
Rubén Pinar, de azul pavo y oro. Estocada atravesada
algo delantera y descabello. Aviso (dos orejas). En el sexto, pinchazo y
estocada (oreja). Salió a hombros.
Se guardó un minuto de silencio por Francisco Javier Cuesta, hermano del presidente.
Plaza de toros de Albacete. Miércoles, 14 de septiembre de 2016.
Séptima de feria. Casi tres cuartos de entrada.
PARTE FACULTATIVO | David Mora:
Cornada interna en cara posterior
muslo izquierdo de 10-12 cm. que produce rotura de fascia muscular de unos 5-6
cm. con separación de los bordes de la misma. Se efectúa limpieza, Friedrich y
fasciotomía posterior, dejándose drenaje de penrose tras sutura de herida.
Contusión en región lumbar derecha pendiente de estudio radiológico.
Pronóstico: Reservado. Fdo: Dr. Glez. Masegosa
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