sábado, 11 de abril de 2020

El animalismo y la contra utopía (II)

La demostración que el animalismo no es una utopía, sino la gran distopía social en varias entregas 
 
CARLOS RUIZ VILLASUSO
MUNDOTORO

…Porque llegó un día del año 2045, que se cumplió la profecía de los cálculos del Gobierno y en sólo una docena de ciudades de España, habitaba el 78% de la población. Y también estaban las mascotas, que igualaban o superaban en número a los seres humanos. De tal forma, que los recursos para alimentación, cuidado, sanidad y hasta ocio, entraron primero en litigio: o para el ser humano o para el animal.

Poco tiempo después, se acabó el pleito, pues se priorizó hacia el animal de tal forma que recursos, leyes y doctrinas terminaron en la no discriminación por razón de especie. Todo ser era igual en derechos.

De esta forma, la religión hubo ser cambiada pues el semejante de lo cristiano o de lo musulmán ya no era mi otro igual, sino un chiguagua o un gato.

También hubo de ser modificado el derecho, a través de la leyes de igualdad humano/animal, quebrando miles de años de civilización humana que partía del derecho romano.

Las Universidades enseñaron otro derecho, enseñaron otras medicinas, y hasta otra lengua, pues hubo una vez, no te lo vas a creer que el animal habló.

Si el animalismo fuera una UTOPÍA, por tanto algo apegado al ser humano, su postulado sería el siguiente: una vez erradicada la necesidad de todo ser humano del mundo, llevemos al animal a un lugar de mejor trato.

Habló primero por la boca de una ideología llamada animalismo. Y, al poco tiempo, el lenguaje humano comunicativo era solo un instrumento modificado para que el animal hablara de su bienestar. Hubo una vez que el animal nos robó el habla. Y robado el lenguaje, modificada la sociedad, el humanismo no tuvo cabida en la ciudad y jamás pudo regresar a lo rural, porque éste había muerto.

En estas ciudades de entre tres y 11 millones de habitantes, el ser humano se deshumanizó para animalizarse y el animal se humanizó para animalizarse, creando lo que algunos filósofos han dado en llamar una nueva UTOPÍA. El animalismo.

Sin embargo, ni estamos ante una Utopía, ni estamos sólo ante una cuestión animalista.

Después de más de 15 años estudiando este problema, afirmo que llamar UTOPÍA a lo que sucede, es blanquear la perversión de un nuevo modelo social que nos están imponiendo. Y que llamar animalismo a algo que no lo es, es blanquear el negocio mas fructífero internacionalmente de la actualidad.

Un montaje de cuento que se desmonta con este cuento. La Utopía es un ideal de la representación de una civilización imaginaria, irrealizable, paralela o alternativa al mundo real.

La utopía está exenta de agresividad hacia el ser humano en tanto en cuanto se trata de una idealización sobre la mejora ideal del ser humano. La utopía comunista o anarquista no es perversa por ser, sino por quién la usa o aplica.

No hay nada perverso en la República de Platón, ni en la Utopía de Tomás Moro, ni en la Nueva Atlántida de Francis Bacon. En ellos, sólo encontramos los errores que tiene todo idealismo, que no tiene otra alternativa que la idea en sí mismo.

UNA DISTOPÍA es la contra utopía. Es una sociedad ficticia indeseable en sí misma.

El diccionario de la RAE la denomina como ‘representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana’. Si el animalismo fuera una UTOPÍA, por tanto algo apegado al ser humano, su postulado sería el siguiente: una vez erradicada la necesidad de todo ser humano del mundo, llevemos al animal a un lugar de mejor trato.

Pero como el animalismo es una DISTOPÍA, su postulado pasa por encima de las necesidades, carencias, pobrezas y hambrunas que aún padece el ser humano, exigiendo para el animal el derecho del humano bien comido y bien cuidado.

Es decir, propone un ideal en el cual el animal es igual en derechos al humano que vive bien.

La teoría del bienestarismo animalista crea un mundo distópico indeseable porque prioriza y propone al animal por encima de la necesidad de otro humano.

Puede que el concepto real histórico y cultural del Humanismo como esqueleto de nuestra civilización haya tenido errores. Seguro.

Frente a esos errores de desigualdades entre seres humanos se escribieron las utopías. Platón y Tomás Moro, en sus obras, simularon, inventaron o quizá aparentaron que el humanismo era idealizable.

Simularon porque idealizaron la condición humana. Olvidaron, como dijo Hobbes , que, tantas veces, el hombre es un lobo para el hombre.

Pero el animalismo es mucho mas perverso, porque no simula.

El animalismo DISIMULA.

Disimula la existencia de más de la mitad de los habitantes de este mundo. Pretende la obscenidad moral de hacerlos invisibles.

El animalismo es la disimulación perversa de la condición humana. Una distopía para una sociedad alienante, discriminatoria, injusta y precaria.

No habla del bienestar común del ser humano sino del bienestar del animal frente a la mitad de la población de humanos del mundo del bienestar disimulando la existencia de millones de humanos a los que nuestro humanismo no ha sabido calmar el hambre o dotarlos de libertades.

El animalismo es fantasmagórico para el ser humano necesitado hasta tal punto de idealizar de forma horrible que el hambre no se termina masticando carne.

El animalismo es perverso porque NINGUNEA al ser humano.

Ningunear es la acción inhumana que consiste en hacer de un ALGUIEN un NINGUNO.

Lo hace sutilmente. El animalismo individualiza la NADA pues hace que no exista en el mundo ese alguien humano que sufre por ALGO.

NADA y NADIE humano es la DISTOPÍA del animalismo, jamás una UTOPÍA

Continuará…

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