El autor desmonta la base del
argumento de Podemos que pretende votar este jueves en la Asamblea de Madrid
una proposición de Ley para prohibir el acceso de los menores a la tauromaquia.
FERNANDO GOMÁ
Miembro de la
Comisión Jurídica de la Fundación Toro de Lidia
Diario EL MUNDO de Madrid
En febrero de este año todos los medios de comunicación
recogieron esta noticia: la ONU recomienda a España prohibir que los menores de
edad participen o asistan a espectáculos de tauromaquia, porque tanto en uno u
otro caso tiene efectos dañinos para los menores. Y al mismo tiempo muestra su
preocupación por el "nivel de
violencia" de las escuelas taurinas. Todo ello, por cierto, despachado
en poco más de tres líneas de un informe.
En estos tiempos de noticias falsas, medias verdades, medias
mentiras y poco amor a la exactitud se hace aún más necesario lo que los
anglosajones llaman el fact check, la comprobación de la veracidad de los datos
que se nos ofrecen como ciertos.
Para que se haga una idea, querido lector, hacer una
comprobación de datos de una noticia es como pasar el antivirus a un archivo
electrónico. Si no hay ninguna alerta, trabajaremos tranquilos con él. Pero si
saltan las alarmas, cuidado...es información en mal estado, y no debemos
consumirla.
Pues bien, si pasamos nuestro particular antivirus Fact
Check a la noticia sobre la ONU, se nos pone todo perdido de virus de lo más
variado: hay datos falsos, prejuicios, desconocimiento, buenismo, y, lisa y
llanamente, opiniones sin ninguna base (del tipo: esto es así porque lo digo
yo).
En primer lugar: la ONU no ha dicho nada sobre los toros. Es
falso. El informe en cuestión proviene del Comité de los Derechos del Niño,
compuesto de personas que no representan a ningún país y actúan personalmente
según su criterio. En este caso son 17 miembros de nacionalidades tan absolutamente
lejanas a la tauromaquia como Togo, Zambia, Egipto, Samoa, Japón, Sudáfrica,
Bulgaria, Noruega o Etiopía. Personas que con toda seguridad desconocen
completamente el mundo de los toros, y que desde luego no han venido a España,
por ejemplo, a visitar una escuela taurina a ver qué ocurre ahí. Pero eso no
les impide opinar desde Ginebra que los toros y las escuelas taurinas fomentan
la violencia.
Esta opinión tan poco matizada no se basó en ningún informe
o documentación previa. En la sesión de control a España no se aportó ningún
estudio que sustentara la afirmación sobre la repercusión negativa de la
tauromaquia en menores, aunque se dijo que sí en algunos medios. Por tanto, no
existe en absoluto un sustento científico de ningún tipo para hacer esas
afirmaciones.
En resumen: 17 personas de diferentes países en su propio
nombre, sin conocimiento alguno sobre algo tan complejo como es la cultura de
los toros en España, sin haber hecho trabajo de campo alguno y sin ningún tipo
de informe científico, opinan en tres líneas que, como los toros son cruentos,
hay que prohibir que los menores de edad sean toreros o incluso que simplemente
acudan a una corrida.
Este Comité, en lugar de haber emitido opiniones sin
sustento alguno, podría haber recabado los informes científicos que sí existen
acerca de la presencia de menores en espectáculos taurinos. En 1999, a
instancia el Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, se encargó un
estudio a cuatro equipos independientes (tres de ellos, universidades españolas)
¿El resultado? Que no existe ningún tipo
de implicación psicológica negativa respecto de los menores en cuestión.
Hay otro estudio
realizado en México, en 2017, encargado a un psiquiatra infantil, que concluye lo mismo. Y respecto de las
supuestamente violentas escuelas taurinas, podrían haber leído una tesis
doctoral también de 2017 de la que resultaba que los alumnos de las escuelas
taurinas tenían no peores, sino mejores registros en bienestar y recursos
psicológicos. Pero prefirieron introducir una opinión infundada, en el último
momento y quién sabe impulsada por qué o por quién, en lugar de haber fundado
su criterio en los estudios científicos existentes.
Hay una virtud que se llama sensatez y tiene que ver con la
capacidad de formarse un juicio correcto sobre la realidad sobre la base de los
hechos que tienes a tu disposición. Si, como este Comité, estás muy preocupado
por el nivel de violencia que puede ofrecerse a los menores en las escuelas y
espectáculos taurinos, es porque esa violencia ha de ser fácilmente reconocible
en la sociedad. Y en el país más taurino del mundo, España, la supuestamente
nefasta influencia del mundo de los toros en generaciones y generaciones de
menores debería haber desembocado en un enorme problema de orden público... Pero
no. La realidad y los datos vuelven a desmentir un buen prejuicio.
Resulta que España es el decimoquinto país del mundo en
cuanto a menor tasa de homicidios, el quinto país más seguro y en calidad de
apoyo social de la OCDE, y nada menos que el primer país del mundo en actitud
positiva respecto de la homosexualidad. Exactamente lo contrario de lo que
cabría esperar de la afirmación del Comité. Vaya.
Decía Don Quijote que no hay más alta virtud que la
prudencia. Cuánta razón.
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