Por primera vez en la historia de
la Feria del Toro repiten las mismas ocho ganaderías que lidiaron en la edición
de 2017. El Juli, Padilla, Cayetano y Roca Rey, los nombres de mayor tirón.
BARQUERITO
El prólogo de la Feria del Toro se ha teñido este año de
rojo navarro. En la novillada nocturna que abrió ayer el abono se estrenó en
plaza de primera José Antonio Baigorri con su hierro de Ganadería de Pincha,
afincada en Lodosa, una de las villas toristas de la Ribera. Baigorri ha
formado su ganadería a partir de una compra de juampedros de Gerardo Ortega.
Hacia treinta y cinco años que no lidiaba en sanfermines un ganadero navarro
con ganadería fijada en el país.
Uno de los tres novilleros de la cita, Antonio Catalán
“Toñete”, es navarro, de Corella, por vía y sangre paternas. La terna de
rejoneadores de la tarde del 6 de julio, seis horas y media después del chupinazo,
es navarra casi al completo: Pablo Hermoso de Mendoza y Roberto Armendáriz. Con
ellos, Leonardo Hernández y una corrida de murubes de la familia Capea, que
lleva tiempo elegida por Pablo Hermoso como su divisa predilecta.
La octava propia de la Feria, las ocho corridas con su
preceptivo encierro, arranca en la fecha obligada del 7 de julio, que se
anuncia soleada, templada, ni frío ni calor. Alguna tormenta aislada. Y así
hasta la hora triste del Pobre de mí. Se prevé un aluvión de masas -de
corredores y espectadores- para el primer fin de semana. El segundo de los dos
fines de semana de estos sanfermines no toca domingo, pero las previsiones de
afluencia para viernes 13 y sábado 14 -dos de los carteles de más tirón del abono-
son casi tan altas como para los dos días primeros de toros.
Es casi tradición que la corrida de Miura cierre feria y
abono, y así será esta vez, con un cartel de toreros especialistas en el
hierro: Rafaelillo, Rubén Pinar y Pepe Moral. El año pasado, tras mucho
pensárselo, debutó en Pamplona Cayetano Rivera Ordóñez. El debut fue tan feliz
-comunión particular entre el torero y las peñas de sol, y la plaza toda- que
Cayetano se ha animado a repetir en vísperas de la miurada.
Abrirá esa tarde cartel Juan José Padilla en su despedida de
Pamplona, donde ha sido y sigue siendo considerado héroe épico. Fue en Pamplona
donde primero se enarbolaron las banderas piratas que celebraron la vuelta a
los ruedos del torero de Jerez tras haber perdido la visión de un ojo. Tercero
de esa terna va a ser el peruano Andrés Roca Rey, que devino torero predilecto
de sanfermines el mismo día de su debut hace tres años. Aquí le gusta
prodigarse en temeridades para convertir su toreo en un tobogán de emociones.
La novedad más relevante de la Feria del Toro que ahora
arranca es justamente su falta de novedades en el aparatado ganadero. Repiten
las ocho ganaderías que lidiaron corrida en la edición de 2017. Los tres
hierros de mejor nota entonces -Núñez del Cuvillo, Victoriano del Río y
Jandilla- ocupan los puestos de honor de la semana. El Juli, fiel a sanfermines
desde sus días de novillero, no toreó en Pamplona el año pasado. No por
desajustes ni desacuerdo, sino que se tomó un sabático. Para celebrar sus
veinte años de alternativa ya avisó en diciembre que se contara con él.
La sorpresa mayor del abono, sin contar el estreno de
Baigorri como ganadero, ha sido la inclusión de Pepín Liria, que celebra
veinticinco años de su alternativa con una reaparición esporádica y ocasional,
para la cual eligió el escenario de sus más sonadas gestas. El extremeño Ginés
Marín, debutante triunfal hace un año, torea esta vez dos tardes. Las dos,
dentro de ese terceto de festejos del cogollo mayor. El grupo de elegidos se
completa con la presencia de un torero particularmente querido en Pamplona,
como Antonio Ferrera, que sostuvo y remontó su carrera como héroe de
sanfermines precisamente, un rabo cortó a un toro de Victorino una tarde ya
lejana pero no olvidada.
Octavio Chacón, cuyo talento como lidiador ha sido sensación
particular en San Isidro, ha encontrado hueco en la siempre temida corrida de
Cebada Gago. Es novedad. No la única: también el cacereño Emilio de Justo, que,
tras casi una década fuera de ferias, ha sacado petróleo de corridas de
Victorino Martín por él lidiadas a modo en plazas duras francesas y también en
Madrid,
Una ganadería tenida por agresiva y complicada como la de
José Escolar, encaste Albaserrada, se ha asentado en el elenco fijo de San
Fermín y en competencia con las cuatro de las más granadas de estirpe Domecq:
Fuente Ymbro y las tres del cogollo central. La representación del campo
charro, los toros de Puerto de San Lorenzo, tiene el honor de abrir feria en la
tarde del 7 de julio.
El abono ha vuelto a venderse entero un año más sin subida
de precio. Encierros, encierrillos, visitas a los corrales del Gas, fiestas
taurinas y no taurinas matinales en la plaza de toros, un apartado convertido
en fiesta mundana original.
Por primera vez en la historia de la Feria del Toro, la Casa
de Misericordia encargó el cartel de sanfermines a un artista francés, Laurent
Pelletier, Loren, que, en original trabajo mixto, ha rendido homenaje a la
serie de Picasso y el Minotauro como centro de gravedad de un mundo de
transparente luna llena. Y el pañuelico rojo en el morrillo.
Postdata para los
íntimos.- De San Jorge a Burlada los taxistas prefieren venir por el
centro, es decir, cruzar el Arga, subir a Pamplona por la Avenida de Navarra y
dar al fin con el Centro antes de enfilar la carretera de Francia, y vuelve a
cruzar el río. No cruces dos veces el mismo río, vino a decir Heráclito hace
siglos. En prevenciòn de lo cual, es mejor pedirle al taxista que enfile desde
la estación de ferrocarril la larga cinta de Marcelo Celayeta hasta el final,
que evite la variante y corte por el atajo que te ahorra semáforos y te mete en
Burlada por la puerta de atrás. Se tarda menos.
¿El precio es lo de menos? Se trata de entrar en Pamplona
como es debido. Desde Burlada y no pasando de largo por esa avenida de tilos y
tilos frondosos en hilera que vienen desde Merindades hasta la muga de Beloso
en rampa no sé si suave, Modere su velocidad. ¿Nueve euros? Te descargan la
maleta y, a pesar de ser taxista de Pamplona, se asombra de que alguien pueda
venir a vivir aquí diez días y diez noches a ver corridas de toros. Y ocho
encierros a las ocho de la mañana..
Descansa y sube hasta la Meca, la Meca de Pamplona, detente
en su jardín, los internos del asilo tomando en paz el sol de mediodía, que
calentaba, y busca a pie la plaza del Castillo, la bajada de Javier, la calle
Estafeta, la Casa del Libro, un tinto en el Fitero, la casa de Noel con su
obligada ausencia para siempre jamás, una mesa en el Iruñazaharra de
Mercaderes, menú del día -sobresaliente-, pisto con huevo, la merluza en salsa
de langosta, el sorbete de manzana, un café y a desandar lo andado. En busca de
los tilos de Burlada, que han crecido en fronda, y del escaparate de la
librería Eslava. Todo está donde hace un año estaba.
En los toros hacía esta tarde fresquito. Anoche cayeron dos
o tres tormentas.
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