Triunfo de César Vanegas ante nobles Campolargos
Interesante actuación ante sus paisanos del rejoneador Francisco Javier Rodríguez, participe de la recuperación de San Felipe como plaza de temporada. Foto: Aníbal García Soteldo |
RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Después de tres años, venciendo la intransigencia de un
alcalde de absurdo e inútil tozudez, prohibiendo en su gestión la celebración de
espectáculos taurinos, contraviniendo las propias ordenanzas municipales, este sábado
se llevó a cabo la Corrida de Toros Extraordinaria en el marco de lo que denominaron
la Corrida de la Prensa, Seccional Yaracuy, donde se corrieron reses del
ganadero local, Juan Campolargo, en su conjunto justos de presencia,
anovillados como se pudo apreciar en las distintas graficas; pero nobles en
distintos grados, destacando la nobleza del lidiado en último lugar, siendo indultado,
de nombre «Aguajero» de aparentes 470 kilos.
Llevo de no hay billetes registró el portátil ruedo El
Progreso, para los veteranísimos espadas Manuel Medina “El Rubi” y César
Vanegas además del rejoneador Francisco Javier Rodríguez, abriendo plaza, este último,
quien a base de buena doma y certeros rejones de castigo y banderillas lograría
cortar una oreja.
Volvía tras más de dos años de recuperación por lesión
vertebral “El Rubi”, quien ante su primero lograría desgranar los mejores muletazos
de su actuación, en especial por la mano diestra, despachando de certero volapié,
para cortar una oreja, la única en su haber, pues su segundo del lote, poco le
dejo estar a gusto, ante su corto recorrido y aviesas intenciones.
Vanegas por su parte, hizo gala de su popular repertorio
para estas plazas, pasando desapercibido en su primero; pero lo más meritorio vendría
con el cierraplaza, animal de una nobleza superlativa, al que supo sacar
partido el robusto torero de Seboruco. La petición del indulto no se hizo
esperar entre los presentes, y para dar motivo triunfalista el palco
presidencial no se lo pensó dos veces. Pañuelo naranja y cierre apoteósico del
festejo.
Se recupera así una plaza, en la que se pudiera pensar en
grande en un futuro, pues la base esencial la hay, el cual es una gran y ávida afición,
la que hay que cuidar, instruir y sobre todo cultivar.
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