Marcada
reducción de festejos
Duro año para el toreo en Venezuela, donde queda mucha materia pendiente de cara al 2017. Foto: Aníbal García Soteldo |
RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
A pocas horas
de cerrarse el año 2016, sus recuerdos en materia taurina, poco o nada nos
hacen ilusión, si nos atenemos a lo visto y presenciado por nuestras arenas
nacionales. Lo resumimos así: una reducción drástica de festejos producto de la
enorme crisis que acongoja a todos por igual.
Los números a
los que nos atenemos son fiel reflejo. Apenas 29 festejos, incluyendo
novilladas y corridas de toros, son el balance numérico que nos arroja uno de
los años taurinos más escasos en la historia taurina venezolana. Apenas 35 matadores de toros actuaron en
plazas de Venezuela en el 2016. De ellos, 17 venezolanos, a los que sumar una
decena de españoles, cuatro peruanos, dos mexicanos y otros tantos franceses,
de los cuales el líder de este renglón lo sería el tovareño Rafael Orellana,
con cinco paseíllos. En el apartado de los novilleros, 19 toreros actuaron en
plazas venezolanas, 16 venezolanos, 2 peruanos y 1 español. Como se ve, números
pírricos comparados con épocas pretéritas.
Si nos vamos a
lo cualitativo dos hechos marcaron en lo positivo la fiesta brava nacional. La
triunfal presencia del maestro del toreo Enrique Ponce, tanto en San Cristóbal
como en Mérida, nos permitió ver clases magistrales de toreo, tal vez
condicionadas por un tipo de toro muy limitado en trapío que no del todo,
eclipsaron la clase y magisterio de un torero de época el cual tal vez hayamos
visto por última vez por nuestros ruedos, tal y como se nos presenta el
panorama. Lo otro, la eclosión que significó el debut en Pueblo Nuevo de Andrés Roca Rey, a quien solo
le bastó par de tardes para dejar con la “miel en los labios” lo que otras
plazas no pudieron ver.
En lo negativo,
además del drástico recorte de festejos que se ha visto en la geografía taurina
nacional, lo preocupante así mismo haya sido el trapío y juego de la casi mayoría
de nuestras ganaderías de bravo a lo largo de las distintas citas. Lo
vergonzoso y escandaloso rayo su culmen en la pasada Feria del Sol, donde
literalmente algunos ejemplares dieron pena ajena que nuestro “catedrático”
palco presidencial les hayan aprobado para su posterior lidia en el ruedo, lo
que motivó más de una polémica y justificaciones, de parte y parte, de
ganaderos y aficionados, que poco beneficia el momento actual de nuestra
delicada fiesta brava.
El segundo
elemento a tomar en consideración, el que permanezcan un año más en la
indolencia plazas como Valencia, Maracaibo y Maracay, la primera literalmente
cerrada por obra de mala gerencia, política y taurina, haciendo que una plaza
referencia en la campaña nacional quede y esté a la deriva. Maracaibo, mantiene
a duras penas lo que una vez fue, fruto de la improvisación de personajes como
Paco Escribano, y Maracay, a la espera de mejores momentos, cuando la Espada de
Damocles de una sentencia de un tribunal fantasma no sea óbice para rescatar
una plaza igualmente abandonada a su libre albedrio. Ni hablar del Nuevo Circo
de Caracas, próximo a cumplir 20 años sin su principal espectáculo que le hizo
ser la primera plaza del país.
Queda la
esperanza de tiempos mejores, que aficionados y protagonistas de esta
apasionante fiesta (toreros, ganaderos y empresarios) unan esfuerzos en
recuperar lo poco que nos queda de legado taurino. Necesariamente urge para no
desaparecer.
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