jueves, 29 de diciembre de 2016

Un año taurino que se nos va poco halagüeño

Marcada reducción de festejos
Duro año para el toreo en Venezuela, donde queda mucha materia pendiente de cara al 2017. Foto: Aníbal García Soteldo 
RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ
@rubenvillafraz

A pocas horas de cerrarse el año 2016, sus recuerdos en materia taurina, poco o nada nos hacen ilusión, si nos atenemos a lo visto y presenciado por nuestras arenas nacionales. Lo resumimos así: una reducción drástica de festejos producto de la enorme crisis que acongoja a todos por igual.

Los números a los que nos atenemos son fiel reflejo. Apenas 29 festejos, incluyendo novilladas y corridas de toros, son el balance numérico que nos arroja uno de los años taurinos más escasos en la historia taurina venezolana.  Apenas 35 matadores de toros actuaron en plazas de Venezuela en el 2016. De ellos, 17 venezolanos, a los que sumar una decena de españoles, cuatro peruanos, dos mexicanos y otros tantos franceses, de los cuales el líder de este renglón lo sería el tovareño Rafael Orellana, con cinco paseíllos. En el apartado de los novilleros, 19 toreros actuaron en plazas venezolanas, 16 venezolanos, 2 peruanos y 1 español. Como se ve, números pírricos comparados con épocas pretéritas.

Si nos vamos a lo cualitativo dos hechos marcaron en lo positivo la fiesta brava nacional. La triunfal presencia del maestro del toreo Enrique Ponce, tanto en San Cristóbal como en Mérida, nos permitió ver clases magistrales de toreo, tal vez condicionadas por un tipo de toro muy limitado en trapío que no del todo, eclipsaron la clase y magisterio de un torero de época el cual tal vez hayamos visto por última vez por nuestros ruedos, tal y como se nos presenta el panorama. Lo otro, la eclosión que significó el debut en  Pueblo Nuevo de Andrés Roca Rey, a quien solo le bastó par de tardes para dejar con la “miel en los labios” lo que otras plazas no pudieron ver.

En lo negativo, además del drástico recorte de festejos que se ha visto en la geografía taurina nacional, lo preocupante así mismo haya sido el trapío y juego de la casi mayoría de nuestras ganaderías de bravo a lo largo de las distintas citas. Lo vergonzoso y escandaloso rayo su culmen en la pasada Feria del Sol, donde literalmente algunos ejemplares dieron pena ajena que nuestro “catedrático” palco presidencial les hayan aprobado para su posterior lidia en el ruedo, lo que motivó más de una polémica y justificaciones, de parte y parte, de ganaderos y aficionados, que poco beneficia el momento actual de nuestra delicada fiesta brava.

El segundo elemento a tomar en consideración, el que permanezcan un año más en la indolencia plazas como Valencia, Maracaibo y Maracay, la primera literalmente cerrada por obra de mala gerencia, política y taurina, haciendo que una plaza referencia en la campaña nacional quede y esté a la deriva. Maracaibo, mantiene a duras penas lo que una vez fue, fruto de la improvisación de personajes como Paco Escribano, y Maracay, a la espera de mejores momentos, cuando la Espada de Damocles de una sentencia de un tribunal fantasma no sea óbice para rescatar una plaza igualmente abandonada a su libre albedrio. Ni hablar del Nuevo Circo de Caracas, próximo a cumplir 20 años sin su principal espectáculo que le hizo ser la primera plaza del país.

Queda la esperanza de tiempos mejores, que aficionados y protagonistas de esta apasionante fiesta (toreros, ganaderos y empresarios) unan esfuerzos en recuperar lo poco que nos queda de legado taurino. Necesariamente urge para no desaparecer.

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