Una
cosa es respetar a la afición y otra carecer de mesura
Los
apoderados de Roca Rey vienen marcándole una marcha fuerte. Lo hicieron ya en
2016, hasta que ocurrió lo de Málaga; lo vuelven a repetir ahora en América. Se
trata de un torero con condiciones para ser de largo recorrido, pero eso no
permite obviar que se le advierten no pocos fallos técnicos como origen de
tantos percances como sufre. Es verdad que quien como el limeño pisa los
terrenos en los que los toros cogen, se arriesgan a eso; como resulta
igualmente cierto que quien no arriesga no llega a la cumbre. Pero una cosa es
esa y otra bien distinta saber medir las fuerzas y la presión a las que se ve
sometido un torero cada tarde. Y más cuanto tiene vitola de figura. No conviene
confundir la épica con las prisas.
Redacción www.taurologia.com
Es
lo cierto y verdad que Roca Rey se pone todas las tardes en ese sitio en el que
los toros cogen. Pero igualmente es cierto que al torero limeño le tropiezan
mucho, diríase que demasiado, los toros. Como antes ocurrió en México, sin ir
más lejos hace unos día en Lima, al dar un pase cambiado por la espalda. No fue
más que un revolcón, pero mucho revolcón tuvo que ser para que necesite de 15
de reposo para recuperarse.
La
ausencia de Roca Rey le hizo un buen agujero al programación de la “México”,
donde era con Morante la base del ciclo guadalupano. Pero también obligó
directamente a suspender una corrida anunciada en Morelia: sin el limeño, el
cartel perdía demasiado peso en la taquilla. También en España se comprobaron
los efectos de estas ausencia obligadas. El “siete” que le hizo a las Corridas
Generales de Bilbao resultó definitivo para hundir aquel ciclo.
Nada
puede criticarse, faltaría más, de que el torero arriesgue pisando terrenos
comprometidos. Las políticas conservadoras no llevan a la cumbre. Quien tiene la sana ambición de ser primera
figura viene obligado a dar la cara cada día, sin importarle el lugar. Sin
embargo, cabe abrigar una duda razonable de si la marcha que sus
administradores han impuesto a la carrera del limeño no sobrepasa los límites
de la lógica. Incluso aunque esa acelerada marcha sea la que pida personalmente
el torero; quienes le administran saben de sobra que las prisas no constituyen
una buena compañía.
Aunque
el mayor de los Campuzano prepara bien a sus toreros, si se repasan los videos
de la última campaña, queda de manifiesto que muchos de los trompicones que
sufrió el torero eran producto de fallos de naturaleza técnica más que de
alardes de valor. Cuántas veces veces se le ha visto en apuros en ese repetido
cambio por la espalda; Castella los prodiga incluso más veces y siempre le sale
limpio. Algo no cuadra.
Por
otro lado, todo tiene su medida. Y así, la muy intensa campaña que le han
montado en América, no se sabe a ciencia cierta si puede ser la más adecuada.
Ir de un país a otro, siendo siempre el centro de los carteles, supone un
esfuerzo físico y mental muy notable. Incluso cuando se tiene en cuenta que el
toro americano dista muchísimo del que hay que lidiar en España. [Por cierto,
chico favor hacen a la Fiesta los ganaderos españoles llevando a Lima corridas
tan impresentables como las que han lidiado: estaban como mucho en el límite de
una novillada. Tanto que es mejor no ver los videos].
Pero
si esa es la marcha que ponen en el invierno americano, ¿cómo será la
programación que le monten para 2017 en España y Francia? Con el cartel que hoy
tiene Roca Rey, no queda otra opción que dar la cara en todas las ferias de
relevancia. Pero sin faltarle el respeto a la afición, hay formas y formas de
dar la cara.
Sumar
fechas por sumar fechas, cuando ya esa mítica cifra de las 100 corridas en una
temporada pasó al olvido, carece de sentido. Que le pregunten a López Simón por
su experiencia durante 2016, que lo que iba a ser el año de su consolidación,
acabó convertido en un viacrucis, como él mismo reconoce, hasta el punto de que
2017 será un nuevo volver a empezar.
Entre
los taurinos, que siempre hilan muy fino, es popular el dicho de que “hay que
llevárselo pronto”, no se vaya a agostar la novedad. Dicho directamente: es la
estrategia de malos apoderados. La experiencia enseña que esas carreras sin
mesura alguna se han llevado por delante a muchísimos toreros, que no
alcanzaron la meta previsible por una mala administración.
No
se dice aquí que esa resulte ser la coyuntura en la que anda Roca Rey. Pero se
le parece bastante. La alternativa no radica en llevarlo entre algodones, que
así nadie mandó en el toreo. Pero sí en organizarle una campaña con cabeza y
sentido común, midiendo fuerzas y respetando los tiempos de recuperación,
porque sus condiciones responden a las de un torero que puede ir para largo y a
más. No está llamado a convertirse en una ave de paso.
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