VÍCTOR JOSÉ LÓPEZ 'EL
VITO'
MUNDOTORO
Fue cuando Hugo Chávez, recién exaltado al cargo de
Presidente de la República en una arenga en Guárico, tierra de coleadores,
sentenció los toros por el sólo hecho de ser una fiesta española, con aquel
'Los toros coleados sí, los toros
toreados no'. Aquel día entendimos que a la vida del toreo por estas tierras le
quedaba poco. Ha sido la de 2016 la temporada más corta en 200 años. Apenas 29
festejos, incluyendo novilladas y corridas de toros, cuando en 1971 se
celebraban solamente en el Nuevo Circo más de una treintena de novilladas, sin incluir las corridas de la Feria de
Caracas.
Ahora el panorama es muy diferente. Apenas 35 matadores de
toros actuaron en plazas de Venezuela en el 2016. De ellos, 17 venezolanos, a
los que sumar una decena de españoles, cuatro peruanos, dos mexicanos y otros
tantos franceses. En el apartado de los novilleros, 19 toreros actuaron en
plazas venezolanas, 16 venezolanos, 2 peruanos y 1 español. En la clasificación
de rejoneadores, sólo se cifran actuaciones de dos caballeros, el venezolano
Francisco Javier Rodríguez y el colombiano Andrés Chica.
En este sentido, Rafael Orellana lidera el escalafón de
matadores de toros con cinco corridas toreadas en las que cortó diez orejas, en las plazas de San Cristóbal,
Mérida, Tovar y Maracaibo. El español Daniel Luque quedó en segundo lugar. El
de Gerena fue el extranjero que más corridas sumó en nuestro país con cuatro
paseíllos entre San Cristóbal y Mérida. Entre los venezolanos, Erick Cortez fue
el segundo con cuatro tardes.
El veterano diestro triunfó en Mérida, Maracay y Santa Cruz
de Mora. Igual número de festejos sumó Gregorio Torres 'Maravilla', que puntuó
en San Cristóbal, indultó un toro de Juan Campolargo en Valle de la Pascua y
cortó una oreja en Táriba.
Arrollador fue el paso de Enrique Ponce, que en tres
corridas, se entretuvo en cortar nueve orejas, un rabo e indultó un toro de Los
Ramírez en Mérida. Manuel Medina 'El Rubi' sumó dos paseíllos pero con pleno
éxito, ya que en ambas tardes paseó nada menos que seis orejas y tres rabos.
Seis trofeos logró igualmente en dos corridas el español Esaú Fernández.
Con esta tesitura, tan sólo queda pensar en que el próximo
año sea más prolífico en festejos. Esa opción positivista se presenta como la
única vía positivista a la hora de completar el resumen que se puede hacer de
la campaña 2016. Cifras de una depresión encausada en una política hispanófoba,
por un régimen que es todo un disparate.
Del remate de esta temporada también ha sido el aliciente de
un gesto. Un gesto que enaltece las corridas de toros. Nos lo acaba de ofrecer
la afición del Táchira. Un gesto que ha propuesto el rescate de la novillada de
la Feria de San Sebastián en San Cristóbal.
De lo contrario, la acción en curso representa un ataque en
defensa propia en contra de autoridades y empresas. Todas ellas llevan por el
camino de la angustia y la desaparición a cosos tan carismáticos como el de
Caracas, Valencia y San Felipe. El movimiento anti ya terminó allí con
Barquisimeto y va camino de sentenciar a muerte a San Cristóbal y a Maracay.
Momento delicado para prohibir cuando el Táchira replica con toreros de primera
línea, que viajan a España a labrarse un futuro y batirse el cobre con las
figuras. Es el caso de dos novilleros punteros como Jesús Enrique Colombo y
Manuel Vanegas.
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