Nelson Hernández
Ramírez
Presidente fundador
de Fundación Cultural Girón
Los nubarrones que muestra el cielo taurino venezolano nos
mueven a tener serias preocupaciones sobre el futuro de la tauromaquia
nacional, de tanto arraigo histórico y ahora sometida a la desidia y el desinterés
del colectivo de aficionados, tan disperso como ayuno de liderazgo, unidad y
compromiso.
Al cierre de 2016 apenas sobresale la incorporación de
festejos en varias localidades andinas, donde no los hubo en el ciclo anual
anterior, y otro en Apure, sin que nuevas noticias, positivas, puedan incluirse
en el resumen. Esto en cuanto a ferias y corridas, porque en el renglón de los
novilleros el panorama resulta más preocupante, si vemos nuestra estadística,
aunque esperanzador por la presencia de nacionales en el exterior con buenas
perspectivas (Vanegas, Colombo, Cadavid y Gil).
Maracay y Valencia pasan a la historia como ferias que
fueron y ya no lo serán, mientras que en Maracaibo se hacen esfuerzos para
mantener con una corrida el nombre del viejo ferial, tan venido a menos que
ahora apostamos a su éxito en procura de la plena rehabilitación, asunto que
también se intentó el año pasado.
Quedan las programaciones de San Cristóbal (con pagos
pendientes de toreros y ganaderos), Mérida con su Carnaval y los encantos de la
ciudad, Táriba con ese meritorio esfuerzo local por mantener una feria de
escaso arrastre y Tovar, donde hay muchas esperanzas por la gran afición
localista, más no por su decaída autoridad municipal, insuficiente para
anticiparse a los problemas y novedades, y ajena a la promoción de la fiesta.
Los tovareños, con su sentimiento ya viejo y renovado por Orellana, tienen
razones de peso para ir a la plaza.
Mérida va a una prueba muy interesante. Los costos que
impone la inflación son la dura prueba del ciclo ferial 2017. Esta vez no estarán
las grandes figuras de otros años. No obstante, hay una ciudad que reúne miles
de turistas como para dejar intactas las esperanzas.
A nivel global aparecemos los aficionados sin dolientes,
cuando las autoridades municipales podrán ser las abanderadas en su defensa y
en el cuidado de los feriales, debido a la desunión de los gremios, a la
ausencia de penas o sociedades y a la inexistencia de la prensa taurina en
los términos del pasado, mientras abundan las rencillas, las envidias, los
recelos y la mentira.
Dentro de esas mentiras, y que son muchas, está el hecho de
que durante varios años hubo empresarios a los que no interesaba la taquilla,
sino el beneficio de los dólares preferenciales y los acuerdos con los
contratados, léase toreros y ganaderos del exterior.
No quiero pensar, ni por un momento, en que solo quedaremos
para ver ferias en España, Francia, Colombia, México y Perú, porque nos
merecemos tardes de gloria en suelo nacional, y por eso invoco la buena
voluntad de gente pensante y de compromiso para que volvamos a las reuniones
fraternas, en busca de soluciones o de rectificar errores, sacando de ellos
experiencias, para mantener lo poco que tenemos y procurar su acrecentamiento.
No debemos olvidar que seguimos con enemigos en la acera
del frente y que un zarpazo del propio gobierno no es nada extraño,
especialmente cuando las propias cuatro plazas, aún activas, son instalaciones
funcionales y suficientes para otras actividades.
Vamos a intentarlo. No podemos dejar que el tiempo nos
arrope y acabe, por desidia y falta de identidad, con nuestro sentimiento
de aficionados.
Un abrazo a todos los taurinos venezolanos.
Y me despido con un saludo fraterno al Cardenal Baltazar Porras,
caraqueño nacido cerca del Nuevo Circo, taurino de sapiencia que nos honra
como Presidente Honorario de la Fundación Cultural Girón de Mérida.
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