sábado, 30 de abril de 2016

“Oh bellacos villanos”

JORGE ARTURO DÍAZ REYES
@jadr45

Algunos políticos parroquiales de Alcalá rabiaron en enero, cuando supieron que se preparaba para abril una corrida homenaje al más ilustre nativo de la villa, Miguel de Cervantes Saavedra, cuatrocientos años después de su muerte.

--La memoria de uno de los más grandes genios de la literatura no es compatible con la tortura –bufaron juntos en el ayuntamiento, los del PSOE, “Somos” e IU.

No vencieron. El festejo se anunció para el 23. Toros de Victorino Martín; El Cid, Escribano y “El Chechu”. Un día después de la efemeride, claro,  Cervates murió el 22, y no en Alcalá, en Madrid, donde también ameritaba honores con toros.

Sí, porque su afición fue más allá de las múltiples referencia a ellos en su obra. --!Para mí no hay toros que valgan, aunque sean los más bravos que cría Jarama en sus riberas! –desafiaba Don Alonso Quijano lanza en ristre.

Además, según José María Cossío, cervantista y enciclopedista hondo, en el cruce de celosas puyas poéticas; Góngora sin querer, consignó al Manco de Lepanto como uno de los primeros cronistas taurinos.

“Mandáronse a escribir estas hazañas a Don Quijote, Sancho y su jumento”

Dijo, resentido tal vez de que se le pidiera (a él y no a él), relatar la corrida celebrada en Valladolid, el 8 de abril de 1605, con motivo del nacimiento de Domingo Víctor de la Cruz, quien luego, nominado Felipe IV “Rey Planeta”, regiría España por 44 años, fuera aficionado, diera grandes corridas reales en la Plaza Mayor de Madrid, y autorizara por primera vez el cobro de las entradas.

Cervantes, quien vivía por entonces en aquella ciudad (Valladolid) y tres meses antes acababa de publicar la primera parte de su libro inmortal, contestaría la burla con un supuesto elogio de sarcasmo no menor: “Aquel que tiene de escribir la llave…”.

Transcurridos once años, el Príncipe de los Ingenios murió en su casa de Madrid, esquinera con las calles León y Francos (hoy Cervantes). Y al final, el sábado pasado, el clima (no los  cabilderos), impidió la “corrida cervantina”.

Fuerza mayor. Se acepta. Pero que los odiadores insultando, quisieran prohibir el homenaje, no. Seguramente si Don Quijote viviera repetiría --¡Oh bellacos villanos, mal mirados, descompuestos, ignorantes, infacundos, deslenguados, atrevidos, murmuradores y maldicientes!

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