JORGE ARTURO DÍAZ
REYES
@jadr45
Algunos políticos parroquiales de Alcalá rabiaron en enero,
cuando supieron que se preparaba para abril una corrida homenaje al más ilustre
nativo de la villa, Miguel de Cervantes Saavedra, cuatrocientos años después de
su muerte.
--La memoria de uno de los más grandes genios de la
literatura no es compatible con la tortura –bufaron juntos en el ayuntamiento,
los del PSOE, “Somos” e IU.
No vencieron. El festejo se anunció para el 23. Toros de
Victorino Martín; El Cid, Escribano y “El Chechu”. Un día después de la
efemeride, claro, Cervates murió el 22,
y no en Alcalá, en Madrid, donde también ameritaba honores con toros.
Sí, porque su afición fue más allá de las múltiples
referencia a ellos en su obra. --!Para mí no hay toros que valgan, aunque sean
los más bravos que cría Jarama en sus riberas! –desafiaba Don Alonso Quijano
lanza en ristre.
Además, según José María Cossío, cervantista y
enciclopedista hondo, en el cruce de celosas puyas poéticas; Góngora sin
querer, consignó al Manco de Lepanto como uno de los primeros cronistas
taurinos.
“Mandáronse a escribir estas hazañas a Don Quijote, Sancho y
su jumento”
Dijo, resentido tal vez de que se le pidiera (a él y no a
él), relatar la corrida celebrada en Valladolid, el 8 de abril de 1605, con
motivo del nacimiento de Domingo Víctor de la Cruz, quien luego, nominado
Felipe IV “Rey Planeta”, regiría España por 44 años, fuera aficionado, diera
grandes corridas reales en la Plaza Mayor de Madrid, y autorizara por primera
vez el cobro de las entradas.
Cervantes, quien vivía por entonces en aquella ciudad
(Valladolid) y tres meses antes acababa de publicar la primera parte de su
libro inmortal, contestaría la burla con un supuesto elogio de sarcasmo no
menor: “Aquel que tiene de escribir la llave…”.
Transcurridos once años, el Príncipe de los Ingenios murió
en su casa de Madrid, esquinera con las calles León y Francos (hoy Cervantes).
Y al final, el sábado pasado, el clima (no los
cabilderos), impidió la “corrida cervantina”.
Fuerza mayor. Se acepta. Pero que los odiadores insultando,
quisieran prohibir el homenaje, no. Seguramente si Don Quijote viviera
repetiría --¡Oh bellacos villanos, mal mirados, descompuestos, ignorantes,
infacundos, deslenguados, atrevidos, murmuradores y maldicientes!
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