Deslucida corrida de los Borjas
Domecq padre e hijo y espectáculo pobre en fecha clave. Lote imposible para
Morante. Fiel a su credo Urdiales, excelente con la espada. Terco López Simón.
Morante de la Puebla sigue sin verlo claro en su querida Sevilla |
BARQUERITO
Foto: EFE
EN LA TERCERA DE LAS
cinco tardes firmadas en el abono de Sevilla, Morante tuvo que salir a parar
tres toros. Un primero de Jandilla que casi lo desarma en el recibo de capa,
claudicante enseguida y desparramado por el suelo después de una sola vara.
Liquidación por derribo y sin contemplaciones. Pañuelo verde. Al cabo de la
corrida iba a saberse que el toro devuelto, negro zaino, muy astifino, 530
kilos, era el mejor rematado de los seis titulares.
El sobrero de Albarreal, colorado ojo de perdiz, puntas bien
finas, se pegó cuatro estrellones contra tablas de dos burladeros distintos
pero sin rematar propiamente de salida. Tomó engaño trompicadito y solo pudo
verse el apunte de cuatro lances de Morante. Cuatro apuntes. Las manos por
delante antes de varas, el toro claudicó después de sangrar en dos puyazos sin
entrega. Debió de torcer el gesto Morante. Cuatro muletazos garbosos, dos por
aquí y dos por allá, y el toro al suelo. Un fiasco. Nada que rascar. Un
pinchazo y una estocada.
El tercero de los tres toros de Morante, del hierro de
Vegahermosa, castaño albardado, seria cara, embestida inicial algo desarbolada,
también cató el capote de Morante. Un manojo desigual de lances de mano alta,
hilvanados, sostenidos con firmeza y dibujo en línea. Estaría escarmentado
Morante. Solo que también este cuarto de corrida, alegre en banderillas,
también besó el suelo de la segunda raya tan pronto abrió faena Morante. La
cara arriba, derrotes de defensa cuando Morante trató de convencerlo con la
zurda, no llevaba el toro dentro nada. Una estocada. Contaron que Morante y su
cuadrilla vinieron a la plaza a pie. Un paseíto desde La Rábida –el hotel de la
calle Castellar- hasta la calle Iris. No se sabe si hubo también paseo de
vuelta.
La corrida de Jandilla y Vegahermosa casi a pares se
resolvió como un inesperado fiasco. Las dos ganaderías –tronco la una, rama de
ese tronco la otra, raíz común- llevan cumpliendo temporadas muy regulares, de
regularidad. Aquí, en una de las dos corridas clave de la semana de farolillos,
se torció la racha. El segundo de sorteo, de Vegahermosa, atacadísimo de kilos
y, por corto de cuello, acochinado, se empleó en el caballo, flojeó, escarbó y
pareció toro de tres tandas y no más. Se ahogaba, más que embestir se lanzaba,
medios viajes, ningún poder. Diego Urdiales lo trató con delicadeza. Como si el
toro, 600 kilos, fuera de porcelana. Paciente pero opaco el trasteo. Puso
condiciones el toro. A pesar de todo, la compostura toda fue hermosa. El remate
de castigo cambiado por abajo, una salida muy airosa del torero por delante, un
molinete vertical de acento clásico, una tanda tirada con tenazas. Y una
estocada hasta la mano.
Fue noble el tercer jandilla, el que más se movió y mejor se
tuvo. El que más bramó. Y el que más muletazos consintió sin descomponerse ni
protestar. Un buen arranque de faena de López Simón- cuatro muletazos en ovillo
y el de pecho- y, visto el aire del toro, una faena sin particular expresión,
de ajuste innegable pero excesiva rigidez. Remates desiguales de muletazos de
tandas cortas, y el corte cuando se calentaba el toro. Muy encima el toreo con
la zurda. Se suelen parar los toros con el torero encima. Este mismo. Una
estocada.
Los toros que cerraron fueron muy grandones. No estaban en
tipo. Tocado de pitones y astifino el quinto, que cobró muy poquito en varas y
se quedó tan crudo que en la muleta pegó trallazos terribles. El sexto coceó un
burladero, escarbó, apenas sangró en dos picotazos y, sin embargo, ya echaba
los bofes a los diez viajes. Toros de los de remolcar. Hasta aplomarse y llegar
a afligirse. Urdiales trató de meter en la muleta al quinto y, aunque tuvo que
aguantar dos o tres embestidas violentísimas, no soltó el engaño ni cedió
terreno. Caro detalle. Hubo quien aplaudió en el arrastre al toro, que, además
de violento, fue tardo y midió. López Simón quiso repetir arrimón a palo seco
con el sexto. No le dejaron. La estocada de Urdiales al quinto, perfecta. Letal
la de López Simón al sexto.
FICHA DE LA CORRIDA
Tres toros –3º, 5º y 6º- de Jandilla
(Borja Domecq Solís), uno -2º- de Vegahermosa
(Borja Domecq Noguera) que completaba corrida y un sobrero -1º bis- de Albarreal (Guillermo García-Palacios).
Morante de la Puebla, silencio en los dos.
Diego Urdiales, saludos y silencio.
López Simón, vuelta al ruedo y silencio.
Jesús Arruga prendió dos excelentes pares de pitón izquierdo.
Brega sabia de Domingo Siro, bravo,
además, con las banderillas.
Sevilla. 11ª de abono. Casi lleno. Nubes y claros, fresquito. Dos horas
y cuarto de función.
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