miércoles, 13 de abril de 2016

FERIA DE ABRIL 2016 - Estación Sevilla

JORGE ARTURO DÍAZ REYES

A distancia pero con minuciosidad sigo los acontecimientos en “La Maestranza”, una de las primeras grandes estaciones de la temporada mundial, que ha entrado en ella con mucho vapor y carga pesada.

Desde acá, viendo pasar el tren me pregunto si todos deberíamos olvidar ya el conflicto de dos años con los del vagón VIP. Su veto, las ominosas condiciones impuestas, el armisticio (rendición), las secuelas, y en aras de no reactivarlo, contemporizar y callar.

Quizá sería lo más prudente, sin embargo esta pregunta de la voz interior llama otras... 

¿Obviamos el hecho de que 12 de los 14 encierros para corridas de a pié son de sangre Domecq?

¿Tragamos el malestar expresado por afición y crónica respecto al trapío y casta del ganado, que algunos califican como desastre?

¿Es dato leve que a Morante, contando “resurrección”, se le anuncie cuatro tardes, como a Curro en tiempos de su pontificado y ferias mucho más largas?

¿Omitimos el relegamiento a cartel menor (preferia) del primer espada de América Joselito Adame?

¿Ignoramos el incierto y amistoso alzamiento de los nuevos?

¿Pasamos por alto que prensa y medios en general conceden cada vez menos atención a la antes insoslayable feria?

¿Desestimamos la creciente distancia entre público general, (casi todo), y la feneciente afición?

¿Saltamos por encima de que en las más de las corridas, las 12.000 localidades hayan estado solo a media acupación?

¿Desdeñamos el costo de las entradas?

¿Nos privamos de pensar si esta feria, “la más cara de la historia”, según el empresario Ramón Valencia, montada a gusto y capricho de las figuras, está justificando su precio?

El cuestionario se alarga tristemente. Sí, una pregunta trae la otra y quizá para todas haya respuesta. Pero la más apremiante, es la que todos los pasajeros al comenzar un viaje nos hacemos: ¿Por este camino llegaremos a buen fin?

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