Parece una novela de Bryce
Echenique pero es real. Roca Rey, de una familia de abolengo de Perú, quería
ser matador desde los siete años. *** Lo dejó todo a los 16. *** Hoy vive en una casa
sencilla en 'el pueblo sevillano de los toreros'. *** Con sólo 19, se lo pelean todas
las plazas grandes. *** "Puede ser el Messi de la Fiesta", dice su
apoderado. '*** Crónica pasa con él un día de su vida cotidiana. Y torea cinco
horas seguidas.
MARTÍN MUCHA
@Mart1nMucha
Diario ELMUNDO de Madrid
Seccion CRONICA
Dos importantes defensores de los derechos de los animales
nos envían una pregunta para él. "Respeto las opiniones de todos",
señala antes de contestar.
Ser lo que se lee. O ser un torero lector voraz. Andrés Roca
Rey Valdez pone sobre el edredón tres libros. "Los que leo ahora",
apunta acomodándose el flequillo. Su cuarto es sencillo, dos camas de 90
centímetros, una maleta sobre una de ellas. En la otra, coloca los textos en un
orden que parece estudiado. A la izquierda, El más grande, mi propia historia.
En el centro, La reina del Sur. Y, a la derecha, Pequeño cerdo capitalista.
El primero, su inspiración, es la magna biografía de Muhammad Ali escrita con
Richard Durham. El boxeador es un colofón de frases gloriosas, del honor, de la
pasión, de rebeldía. "Imposible es sólo una palabra que usan los hombres
débiles...".
El segundo, la obra de Pérez-Reverte, que aparte de ser un
narcocorrido en novela, es un viaje de Latinoamérica a España para cambiar de
vida. Y el best seller de Sofía Macías le enseña qué hacer con su dinero, ahora
que su presencia en las principales plazas de toros del mundo es un hecho
irremediable. Acaba de deslumbrar en Valencia. Su caché sube y sube. Le tocan
dos fechas en la Feria de Sevilla. Con Enrique Ponce, José María Manzanares,
Morante de la Puebla y El Juli. Algo impensable para un torero llegado de un
país donde ningún torero deslumbró como él. "Imposible no es un hecho, es
una opinión...".
En su habitación de 12 m2 hay un póster de El
Juli. "Mi ídolo de siempre". Hay imágenes de Roca Rey, aún sin
cumplir la década, con el matador madrileño. Acaba de regresar de un mano a
mano con su icono en la ciudad francesa de Arlés. Dos orejas cada uno. El
pasado y el futuro salieron en hombros.
Roca Rey (21 de octubre de 1996), limeño de Miraflores,
fino, 1.83 cm de estatura, 19 años y rostro de Julius. Entramos en su mundo. Le
decían de chico El Andi. Como el personaje de la novela del peruano Bryce
Echenique (Un mundo para Julius), Roca Rey viene de una familia de abolengo.
También estudió en un colegio católico, el Carmelitas de la calle Benavides. Su
padre se llama Fernando Roca Rey Müller y su madre, María Mercedes Valdez. Él
le decía que sí a los toros. Lo lleva en la sangre. En su familia hay ganaderos
de toros bravos desde comienzos del siglo pasado. Su abuelo fue gestor de la
plaza de toros de Acho, la más antigua de América. Uno de sus tíos es
viceministro de Patrimonio Cultural. Incluso hay quien señala que está
emparentado con Emilio Adolfo Westphalen, reputado poeta peruano. Arte en el
torrente sanguíneo, en el destino.
Su casa en la capital peruana queda en la calle Julio Ramón
Ribeyro, autor de La palabra del mudo. Ahora estamos en Gerena (Sevilla), el
pueblo de los toreros. Según Mundotoro es la localidad con más profesionales
taurinos censados de España. Adonde vienen los que quieren cumplir el sueño de
ser alguien en la Fiesta. "Imposible no es una declaración, es un reto...
Es potencial".
Si no fuera por su silueta alargada, uno no distingue en
Roca Rey al niño del hombre. Tiene sonrisa pícara. Es el hermano menor de otro
torero y de un surfista. Ni siquiera su madre, asesora financiera de fondos de
pensiones, la única que no era aficionada a la tauromaquia, se atrevió al
"¡No, toros no!". A los siete años, su padre, empresario del algodón,
aceptó el regalo de un ganadero y dejó que El Andi jugara con el capote ante
una becerra. Desde ese día supo que iba a ser matador y quería ser de los
gloriosos. Aunque le decían que eso era -casi- irrealizable. "...Imposible
es temporal, imposible no es nada".
María José Quinta, su madre adoptiva en Gerena, sirve
garbanzos, arroz con pollo, jamón, yogures, fruta, tomates. En Canal+ Toros
ponen una corrida de Roca Rey. Se mira. Se analiza. Se critica. Sólo se distrae
al servirse la opípara comida. En su mano izquierda lleva una venda. Tuvo una
fractura de metacarpiano el 7 de septiembre en Villaseca de la Sagra (Toledo).
Fue operado, mas aún le duele. Ha recibido cornadas en la ingle, gemelos, el
muslo... Tiene el tórax limpio de cicatrices. Se le ve cuando posa a pecho
descubierto. En su cuello lleva un rosario morado, del Señor de los Milagros,
patrón de los peruanos, homenaje a la imagen de Jesucristo pintada por un
esclavo en el siglo XVII...
Descubrió a Andrés su maestro y apoderado, el otrora torero
José Antonio Campuzano, a los 13 años. Le vio torear en un pueblo a un becerro.
Le encandiló.
-¿Y decidió venir tan
pronto?
"Vine a España por primera vez a los 14 años, primero a
estudiar dos meses. Yo sabía que había que salir, dejar muchas cosas. Me
acuerdo de mis papás y que les decía que aquí quería hacer mi vida.
"¿Puedo irme definitivamente para España?", les pregunté. Me
apoyaban".
-¿Qué pensaban en el
colegio?
-Algunos me tomaban en broma. Otros en serio. Incluso había
quienes me llamaban "asesino".
-¿Cómo se afronta
eso?
-Lo que están hablando no es la verdadera realidad. Es una
prueba para tu autoestima. No es bonito que un compañero te lo diga. E incluso
los mismos profesores... María Jesús le observa mientras contesta. "Para
mí es como mi hijo. Es muy inteligente". Hay orgullo. Ahora que
"podría comprarse un piso o lo que quiera en el centro de Sevilla prefiere
quedarse con ella", comenta Campuzano.
"Ésa es una muestra de su sencillez. De que va poco a poco".
Hay algo de locura en sus heridas. En abril de 2015 le hirieron, tres cornadas.
La más grave, un desgarro en escroto y pene. -¡Vaya sufrimiento!
-Cuando lo ves
colgando -se mira- asusta. Pero seguí.
Salió de la plaza de toros de Las Ventas, en Madrid, por la
Puerta Grande. Era todavía novillero. Y en su propio país se repitió el debate
del colegio: de asesino a orgullo nacional. Roca Rey recuerda otra fecha: 17 de
marzo de 2013, su debut en una novillada sin caballos. Ya se había mudado
definitivamente a España; sus padres, lejos. Soledad.
-¿Y fue un fracaso?
-Al día siguiente sí, lo creía. Estaba entre cuatro paredes
pensando en todo, incluso en abandonar. Pero aprendí que te ayuda a madurar...
Ya que para coger impulso siempre tienes que agacharte un poco.
Una combi por Andalucía
En las calles de Lima proliferan las combis, miniautobuses
locos que se utilizan para transportar pasajeros. Roca Rey tiene la suya propia
con su nombre impreso. Vamos camino de Medina Sidonia (Cádiz). Atrás, un
colchón donde el matador duerme. Rumbo al cortijo Fuente Rey de los Bohórquez Domecq, aún se comentan las Fallas de
Valencia.
El crítico taurino de EL MUNDO, Zabala de la Serna,
escribió: "Roca Rey desata un incendio... Arrasa". Andrés Amorós, de
Abc, recordó que el propio Vargas Llosa quería verlo. Y pronostica: "Será
figura"... La cuadrilla juguetea con sus móviles. Andrés hace de DJ. Pasa
de Camarón a reggaeton. "Es nuestro causita", comenta uno. En jerga
limeña: amigo, colega...
Campuzano diferencia al chico del adulto. "Pero es aún
niño. Hace poco se le ocurrió que debía mojar a todos y el bus por dentro
estaba chorreando".
-Éste se está poniendo hombre. Lo que ha conseguido él, en
meses, otros tardan cinco años.
-En redes sociales
llegan a decir que puede ser el Messi de los toros.
-Puede que sí, que sea El Messi de la Fiesta. Posee todos
los números para que le toque el gordo.
-¿Qué recuerda de sus
inicios?
-Cuando contaba que era peruano. Se extrañaban. Yo añadía que
los genios no tienen fronteras. Como Vargas Llosa, García Márquez... Kraus,
Juan Diego Flores...
Tras 165 km llegamos a uno de los templos silentes de la
tauromaquía. Será una exhibición de cinco horas. Toreando sin matar. En un
ruedo techado, en el cortijo donde practican en secreto grandes como José
Tomás. Hay trajes de luces, cual museo, del XIX. Un espectáculo único para una
decena de espectadores. Una exhibición. -¡He! ¡He! ¡He! -grita Roca Rey al
animal que le mira y embiste. El torero tiene la boca abierta. Labios torcidos.
Mirada fiera. Hace un rictus mientras lo invita a acercarse. -¡Hehehehe!- repite
constantemente. Se suceden las verónicas, los naturales, las manoletinas...
Parte el novillo. Van uno, dos, tres, cuatro... Un quinto.
Por momentos se queda reflexionando en el burladero. Se coge
su mano herida. Muecas de dolor. Le preparan una sorpresa. Por primera vez
toreará en el campo. Cuadrilla y espectadores le siguen en todoterrenos. Cielo
celeste, un paisaje tan perfecto como el viejo protector de pantalla de
Windows. Molinos de viento de fondo. Un público testigo de su tesón... Finaliza
la faena. Aplausos. Transpira. Le pedí a dos defensores de los derechos de los
animales que envíen una pregunta para él.
"Respeto a todos", responde calmo.
-¿Qué tipo de valores
humanos transmite atravesar, con una espada de 80 cm, el cuerpo de un animal
destrozando sus órganos internos? -indaga Igualdad Animal.
-El toro no es sólo llegar a la plaza. Es esto. Es el campo.
Nace para ser lidiado y con la posibilidad de que se le indulte. Hay quienes
únicamente se fijan en detalles que no conocen... No conozco una organización
que proponga una alternativa real, en términos económicos, para el toro de
lidia. Sin el toreo, se extinguiría. No se podría sostener.
-¿Si no fueras torero
qué serías y por qué no has escogido eso otro? -pregunta Silvia Barquero, del
Partido Animalista.
-Muchas cosas en la vida son bonitas y dan ganas de serlas,
pero la que me llenó fue ser torero y no tuve otro sueño de pequeño.
La noche cae cual hojarasca. Andrés observa la escena del
toro yéndose raudo. Por momentos, sin darse cuenta, se muerde las uñas. Pero no
se ve débil por ello. Recupera el aire de infante, de Julius, del niño que
quería/aspira ser el rey de los toreros. La ropa manchada de sudor y tierra.
Como cuando tenía seis años y jugaba a ser lo que es hoy, a lo imposible. Se
untaba el barro en la cara, en los pantalones, en la camisa. Y ahora ante los
expertos, que le alaban, protagoniza el juego. El que para algunos es arte,
para otros "asesinato". Y, para él, su vida. Así.
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