domingo, 17 de abril de 2016

FERIA DE ABRIL EN SEVILLA 2016 - ¿Debió salir Padilla por la Puerta del Príncipe?

Hizo lo que sabe y lo hizo muy bien. Divirtió y emocionó, que no es poco. Se puede discutir la exigencia o generosidad en los trofeos.

ANTONIO LORCA
Diario ELPAIS de Madrid

El sábado por la noche ocurrió algo inesperado: el torero Juan José Padilla salió a hombros por la Puerta del Príncipe de la Maestranza de Sevilla. Y muchos se han rasgado las vestiduras. Claro, que Padilla no es un elegido ni un exquisito; acaso un esforzado obrero del toreo con una encomiable historia de superación personal, pero no más. Y algunos de los que se derriten con migajas de los artistas, aceptan gato por liebre en el toro, admiten el fraude y la manipulación y pierden el trasero por considerarse amigo de la figura o el ganadero de moda, han considerado que el triunfo de Padilla es una herejía. (Una nueva dictadura -esta vez, taurina- de lo políticamente correcto)

Que este torero no es un artista nadie lo va a descubrir a estas alturas; pero tampoco Padilla es el culpable de que la plaza sevillana haya perdido su prestigio en beneficio de una modernidad caricaturesca. Hace tiempo que la sabia, exigente y generosa afición maestrante desertó del Baratillo para dar paso a un público superficial y bullanguero. Y los principales responsables de esta gravísima decadencia son las figuras elegidas y exquisitas que hacen un daño irreversible, cada día, a la fiesta de los toros.

Llegó Padilla y salió por la Puerta del Príncipe porque ese arco está ahí para dar honor y gloria a los héroes. Y así ha sido toda la vida. Larga es la lista de toreros que la han traspasado sin el carné de artista en la boca. Y no se han hundido los cimientos de la tauromaquia.

A Juan José Padilla se le puede negar el pan y la sal de un pellizco del que carece, pero se ganó la gloria por una actuación entregadísima de principio a fin; desde las rodillas en tierra para recibir a sus dos toros, hasta su decisión con el capote, su derroche en banderillas y su firmeza con la muleta y la espada. Y eso, guste más o menos, también es tauromaquia; y no solo porque lo apoyara incondicionalmente un público festivo y sentimental que lo considera su héroe; toreros de su corte han merecido siempre admiración y respeto, y son necesarios para que la fiesta de los toros continúe y no se convierta en un espectáculo elitista y minoritario.

Padilla hizo lo que sabe y lo hizo muy bien. Divirtió y emocionó, que no es poco. Se puede discutir, claro que sí, la exigencia o generosidad en la concesión de los trofeos, pero todos, y no solo los que paseó este torero.

Es bueno que la Puerta del Príncipe cobije también a los héroes populares; Padilla lo es y no debe pedir perdón por ello.

Porque no es justo ser riguroso con los héroes y magnánimo con los artistas, y porque la Maestranza no ha bajado el listón con el triunfo del torero jerezano. Ya estaba por los suelos cuando este hizo el paseíllo. Y con él se ha utilizado el mismo criterio de moda. ¿O es que el toro con el que otros han triunfado era acaso un toro? Pues eso…

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