DOMINGO DELGADO DE LA CÁMARA
Tras dos años de ayuno forzoso, volvieron las corridas de
toros a San Sebastián. Esto supone una gran victoria política de la Fiesta de
los Toros y una derrota sin paliativos de los bildutarras, que no podían
disimular su cabreo. Los amigos de Josu Ternera y demás estrellas del tiro en
la nuca, han dicho que los toros han sido un fracaso porque ningún día se ha
llenado totalmente la plaza. Y lo dicen unos tipos que no son capaces de reunir
a más de trescientas personas en sus espectáculos gratuitos y ampliamente
subvencionados. Con la excepción de los toros, ningún espectáculo de la Semana
Grande donostiarra es capaz de reunir siete mil personas diarias y pagando cada
una, una media de cincuenta euros. Ciertamente, quienes deberían estar
prohibidos son los etarras con sus diferentes etiquetas. Los mismos que ahora
lamentan la sangre de los toros, son los que durante años han aplaudido el
coche bomba y el asesinato por la espalda. Tanto cinismo repugna a cualquier
persona de bien. Por supuesto, el animal les da igual, únicamente les impulsa
su odio a España. Pues se han tenido que fastidiar, de lo cual me congratulo.
La ciudad en su conjunto ha agradecido la vuelta del toreo a
San Sebastián. Se ha notado en los hoteles, en los restaurantes, en los taxis…
Y esos tres cuartos de entrada diarios están muy bien, teniendo en cuenta la
crisis económica de la que todavía no hemos salido. Y teniendo en cuenta
también, el poco interés de unas figuras envejecidas y mil veces vistas. Eso
sí, si queremos asegurar el futuro de los toros en San Sebastián, hay que
revisar el asunto de los accesos a Illumbe, la plaza está lejos y aparcar es un
martirio. Este factor puede ser tan decisivo para el fracaso de la feria como
la enrevesada política vasca o el poco interés de los carteles. Para ir a los
toros hay que hacer un auténtico sacrificio. Por tanto urge hacer un
aparcamiento gratuito de enormes dimensiones alrededor de la plaza y unas
escaleras mecánicas (o unos ascensores) que conecten la plaza con Anoeta, subir
las empinadas escaleras actuales supone un auténtico calvario para el
viandante.
Los Chopera han apostado por una feria clásica, compuesta
por tres corridas de figuras y los victorinos como postre. Una feria de
planteamiento conservador con los mismos nombres de siempre. Esto no es una
crítica a la empresa, simplemente es lo que hay. No se puede ofrecer otra cosa.
Y es que uno de los problemas actuales de la tauromaquia es la falta de figuras
jóvenes y la nula renovación del escalafón. Lo que sí voy a criticar a la empresa,
es la mala presentación del ganado, con unos cuantos novillejos impropios de
una plaza de primera.
El resultado artístico ha sido mediocre, para qué vamos a
andarnos con requilorios. Y eso que han salido unos cuantos toros ofreciendo el
triunfo en bandeja. Pero unas figuras prudentes y en franca decadencia, han
sido incapaces de triunfar con contundencia. Nadie ha sido capaz de cortar dos
orejas a un mismo toro, no ha habido ni una sola faena verdaderamente rotunda y
la mayoría de las orejas han sido generosas. Pero vayamos repasando el día a
día de la feria.
Para la reapertura vino hasta el rey padre y nos obsequiaron
con una corrida de Torrestrella muy interesante por su casta y bravura. Del
conjunto destacaron dos toros, el segundo por su casta y el cuarto por su
clase. Manzanares se vio desbordado por la casta de este segundo, que le cogió
por dos veces de lo fuera de cacho que estaba. El torero anduvo a la deriva con
un toro que le desbordó, estuvo bordeando el ridículo. Este torero necesita la
babosa para ponerse bonito, con el toro de casta no puede. Manzanares sólo es
pose y apostura, nada más. Enrique Ponce tuvo un gran toro de Torrestrella, su
faena fue pinturera pero superficial. No cuajó al toro por el pitón izquierdo,
por el que embestía extraordinariamente. Se limitó a verlo pasar componiendo la
figura. Es evidente que el tiempo de Ponce hace mucho que pasó. Cortó una
orejita a un toro de dos. Sustituyendo a Rivera Ordóñez, toreó López Simón.
Toda la crítica le ha puesto de maravilla. Aparte de lo mal que estuvo con los
aceros, sus trasteos fueron larguísimos, y hay que tener sentido de la medida.
Al día siguiente al Juli le salió un novillete excelente de
Garcigrande que se daba los pases sólo. Aparte de lo trasero de la estocada, la
faena fue totalmente periférica y despegada; y la oreja resultante, de pueblo.
También cortó otra oreja Perera por un trasteo de final encimista, lleno de
barullo. No está en su mejor momento, y lo sabe. Abrió plaza Pablo Hermoso,
también cortó otra oreja, pero la impresión que había en el tendido es que se
encuentra en la cuesta abajo de su trayectoria profesional.
Sin duda lo más inspirado de la Feria ha corrido a cargo de
Morante de la Puebla. Fue sabroso su recibo al primero de la tarde y el inicio
de faena por unas toreras trincherillas. El toro de Juan Pedro Domecq no dio
mucho más de sí. El cuarto era un chivo sin calidad, pero Morante se empeñó en
hacerle faena y al final lo consiguió. La última serie de naturales y los
remates finales tuvieron mucha categoría. Fue una lástima el pinchazo y la
estocada trasera, que impidieron el corte de oreja. Sin duda, la figura que se
encuentra en mejor momento es Sebastián Castella. Ahora mismo es el torero más
regular y el que está haciendo mejor temporada. Toreó muy bien al segundo Juan
Pedro de la tarde, en un trasteo limpio y templado. Hubo una serie muy buena
con la zurda. Si hubiera insistido más por ese pitón, en lugar de una oreja,
habría cortado dos. El mejor toro de la corrida fue el tercero, le tocó a
Talavante. Ya sabemos que existen dos Talavantes, uno genial y otro totalmente
espeso. En San Sebastián nos tocó el segundo. Frente a un toro muy bueno, la
faena se deshizo entre trallazos y enganchones. La oreja resultante fue
incomprensible.
Decepcionaron los victorinos del último día. Fue una corrida
descastada, mirona, de medias arrancadas. Morenito de Aranda y Paco Ureña, sólo
pudieron mostrar la buena voluntad y dejar algún detalle. Pero dentro de una
corrida mala y deslucida, hubo un gran victorino, el primero. Fue un toro
completo, muy bravo en el caballo y de gran clase en la muleta. Diego Urdiales
fue el afortunado…y no terminó de aprovechar a tan gran toro. Hubo una buena
serie de naturales bien ligados. Pero el resto de la faena fue una sucesión de
muletazos deslavazados y sin ligazón. No basta con que el muletazo tenga
compostura, tiene que estar ligado con los siguientes muletazos de la serie.
Pero esto no es nuevo, a Urdiales le cuesta mucho ligar los muletazos, casi
todos los pases surgen de uno en uno. Por eso sus faenas agradan pero no
arrebatan. Y por eso corta las orejas de una en una y no de dos en dos. Supongo
que Urdiales hubiera cortado una oreja si a este gran toro le mata bien, pero
el toro era de dos.
Como se puede observar, todos los días salieron toros de
triunfo, que no fueron aprovechados por unas figuras conservadoras y en
decadencia. Urge renovar el escalafón, antes que el aburrimiento no nos eche
definitivamente de los cosos. Pero en fin, lo importante es que volvieron los
toros a San Sebastián. Soy Torostiarra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario