El extremeño cuaja a un gran toro
de Zalduendo premiado con la vuelta al ruedo y corta dos orejas con petición de
rabo.
CARLOS CRIVELL
Almería
Diario ELMUNDO de Madrid
Fotos: EFE
La plaza merendó como siempre en el intermedio de la
corrida. Buenas son las meriendas de esta plaza. Sin embargo, cuando llegó el
momento del ágape, ya estaba el público embriagado de presenciar el toreo
bueno. Lo estaba el autor de la obra excelsa, Alejandro Talavante. Toda la
plaza había vivido la emoción de un matador en estado de gracia y un toro con
clase.
Venía uno de verlo en Málaga con nueve toros sin acabar de
romper la tarde, pero lo sucedido en Almería nos viene a poner de manifiesto
que lo de Málaga salió mal a pesar de Talavante, que se encuentra en un momento
dulce de su trayectoria.
Toda obra taurina necesita un toro. El de Zalduendo se llamó
'Mendaz' y fue la piedra de toque ideal para realizar el toreo que pone a todos
de acuerdo. De una nobleza excepcional, humilló para oler el albero de la plaza
y se abrió en sus embestidas lo justo para que el suave toque de Talavante lo
embarcara con mimo para llevarlo prendido hasta donde alcanzaba su brazo
torero. A veces el Zalduendo amagaba con marcharse pero siempre volvía a buscar
la muleta roja del extremeño. Un toro ideal y que recibió los honores póstumos
de la vuelta al ruedo.
Talavante lo bordó. Ante semejante animal tenía que estar
templado para no forzar su embestida rítmica; tenía que tocar lo justo, nunca
en exceso, para no desplazar el camino de la arrancada; debía poner su
imaginación a volar para improvisar y ser de nuevo el espada de la fantasía; y
tenía que sentirse en cada muletazo para que el toreo tuviera el sello del
arte. Todo eso, y algo más, puso Talavante, que dibujó naturales, derechazos,
arrucinas, cambios de mano, de pecho, trincherillas... Un curso de toreo bueno
que acabó de hinojos toreando al natural con limpieza y arrebato.
Algunos llegaron a pedir el indulto. El mismo matador se
percató que no procedía tan premio y no lo buscó. Lo mató con más eficacia que
otra cosa y paseó dos orejas, al tiempo que el buen Zalduendo era premiado con
la vuelta al ruedo.
El sexto no le dejó completar la tarde. Embistió con mal
estilo y nunca por abajo. Talavante solo lo intentó en una faena breve. Con la
espada marró más de lo imaginado. La obra de la tarde había tenido lugar en el
tercero.
La corrida de Zalduendo se dejó a medias. Ni fue un dechado
de bravura ni de fuerzas. Toros modernos, manejables, que se dejaron en
general. Se picaron de forma simbólica, exhbieron poca casta y dejaron claro
que, salvando ese tercero, no es así el toro que pide la fiesta.
El primero, escaso de pitones, dejó a Morante torear a
ratos. No pudo lucirse con el capote en ninguno, pero en esa faena de muleta al
que abrió plaza dejó algunos cuadros para el recuerdo, bien con la derecha,
pero sobre todo, en una tanda final de naturales de frente, un recuerdo a
Manolo Vázquez, que fue un primor por la forma de citar y de resolver cada
muletazo.
Con el cuarto llegó el escándalo. El toro cayó conmocionado
antes de que Morante comenzara la faena. Aunque se levantó, el animal estaba
muerto. La plaza se levantó en armas pidiendo otro toro, pero no era posible. Una
vez más, los cites de los banderilleros en los burladeros inutilizaban a un
toro. Morante lo mató mal y a otra cosa.
Castella pasó por Almería con buen toreo y pésima espada. A
ambos astados les pudos cortar orejas, pero con ambos marró con la espada. Se
enfrentó a dos toros manejables, justos de fuerzas, nobles pero con poca
transmisión. Castella estuvo mejor en el segundo en esta fase actual de su
tauromaquia con muletazos abriendo el compás para cargar la suerte. Los
derechazos fueron muy logrados. Tras el arrimón y los circulares llegaron las
manoletinas. Una labor muy compacta, probablemente de dos orejas, que emborronó
con el acero.
El quinto no dijo nada en su presencia sobre el ruedo
almeriense. Con poca casta, escasas fuerzas y mucha sosería, el francés anduvo
solvente en una labor sorda que no rayó a más nivel por las carencias del toro.
FICHA DEL FESTEJO
Seis toros de Zalduendo,
desiguales de presencia y juego. Bajó mucho el primero: el resto, bonitos y
nada aparatosos. En general, flojos y descastados. Excelente, el tercero, de
nobleza excelsa aunque con un punto de mansedumbre, de nombre 'Mendaz', nº 119,
premiado con la vuelta al ruedo. Nobles, 1º y 2º; descoordinado tras chocar con
un burladero, el 4º; noble y soso, el 5º; descastado y flojo, el 6º. Dos buenos
pares de Juan José Trujillo al
tercero.
Morante de la Puebla, de verde hoja y oro. Estocada trasera
(Oreja). En el cuarto, dos pinchazos, media estocada y seis descabellos
(silencio).
Sebastián Castella, de lila y oro. Dos pinchazos y estocada
muy trasera (saludos). En el quinto, pinchazo, media estocada y dos descabellos
Aviso. (palmas).
Alejandro Talavante, de lila y oro. Estocada desprendida (dos
orejas). En el sexto, siete pinchazos y estocada trasera. Aviso (silencio).
Plaza de toros de Almería. Jueves, 27 de agosto de 2015. Segunda de
Feria. Tres cuartos de plaza.
Morante de la Puebla |
No hay comentarios:
Publicar un comentario