El torero de Barajas se deja la
puerta grande con la espada en el último momento tras cuajar una gran tarde;
Juan del Álamo corta también una oreja; la ganadería de Luis Uranga vuelve a
triunfar en su tierra en la última corrida de toros.
López Simón |
IÑIGO CRESPO
Diario ELMUNDO de Madrid
Con galas y honores se cerró la feria de San Ignacio. Lleno
en los tendidos, pleitesía para el toro bravo que en este cierre tuvo acento
guipuzcoano. En Azpeitia Pedraza de Yeltes es algo propio. Sus comparecencias
en esta plaza se cuentan por triunfos. Y la de ayer mantuvo la tónica. Luis
Uranga presentó una corrida con fascinante porte. La entidad, la musculatura,
el cuajo y el esqueleto propio del toro que ideó un ganadero de leyenda: Raboso.
La corrida tuvo la plaza del toro con remate y con hueso. El juego respondió a
la expectación generada. Hubo un gran toro en cuarto lugar, premiado con la
vuelta al ruedo. Un segundo con temple y un tercero con exigente celo.
Volvía a vestirse de luces tras el deslumbrante triunfo de
Pamplona López Simón. Casi un mes después. Así están las cosas. Al primero de
su lote le corto una oreja tras una faena presidida por el ajuste y la
precisión. El toro fue exigente por pedir firmeza en los toques y ninguna
renuncia. López Simón se pasó al toro por los muslos y eso caló en los
tendidos. Faena de ida y vuelta. De torero con la mente despierta. Oreja cortó
tras un espadazo.
Con el despampanante sexto, López Simón cuajó una faena
intimista, personalísima, pero que no tuvo remate con la espada. Poco a poco
fue metiendo en la muleta a su oponente hasta que mediada su obra consiguió una
tanda de naturales de soberbio reposo. Tomó vuelo la faena, el toreo contado
con naturalidad. El mal uso del acero ensombreció su esfuerzo hasta el punto de
sonar dos avisos y ... El destino.
La fácil ligazón de Juan del Álamo brilló frente al buen
segundo de la tarde, un toro que fue a más durante la lidia. De Álamo fue
pulseando y exprimiendo hasta lograr una serie templada e intensa sobre la mano
diestra. Faena de buena textura y justa oreja.
El quinto fue un toro con mas disparo y movilidad que clase,
de embestida cambiante y sin acabar de romper por abajo. No se arrugó Juan del
Álamo, que apretó el acelerador de la disposición y sin lograr una faena
brillante sí cumplió.
Javier Castaño pasó inadvertido con el primero, un toro sin
clase ni raza y que embistió descompuesto. Ni toro ni torero, que no acertó a
serenarse ante tan protestona embestida. El cuarto fue extraordinario. Un toro
de abundante clase, entrega, profundidad y ritmo. Un toro bravo que empujó en
varas y embistió por abajo en el último tercio. La llama viva de la clase y la
hondura. Se le premió con justicia con la vuelta al ruedo en el arrastre.
Castaño lo toreó con más facilidad que hondura y con más limpieza que ajuste.
No logró acabar de tener en la mano la rica embestida. Y tampoco logró pasar
con la espada. Ganó el toro.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Azpeitia. Domingo, 2 de agosto de 2015. Tercera de
feria. Lleno aparente.
Toros de Pedraza de Yeltes,
serios y bien presentados; destacaron el 4º, premiado con la vuelta al ruedo, y
los buenos 2º y 3º; sacó fondo el 6º.
Javier Castaño, de blanco y oro. Media estocada tendida y
atravesada y descabello (silencio). En el cuarto, pinchazo, estocada y
descabello (palmas).
Juan del Álamo, de rosa y oro. Pinchazo y estocada
(oreja). En el quinto, metisaca y estocada (ovación).
López Simón, de azul marino y oro. Estocada (oreja). En
el sexto, estocada hilvanada, tres pinchazos, cuatro descabellos y media
estocada. Dos avisos. (palmas de despedida).
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