Herido en la mano tras espeluznante voltereta
Entrega y valor la que dejo Manolo Vanegas en su regreso a Las Ventas este domingo, sin mucha colaboración de los astados.
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RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Foto: Juan Pelegrín / www.las-ventas.com
No han salido las cosas. Así se puede resumir el regreso este
domingo, tras la oreja cortada a mediados del mes pasado, por parte del
tachirense Manolo Vanegas a Madrid, la Catedral del Toreo, en fecha donde se cumplía
28 años de la última salida en hombros hacia la Calle Alcalá de un espada
venezolano, como lo fue la del maracayero “Morenito de Maracay” ante toros de
Cobaleda.
Vanegas hizo el paseíllo en Madrid con la vitola de haber
sido uno de los destacados del ciclo novilleril de julio en Las Ventas, ante un
serio encierro de los hierros de Martin Lorca y Escribano Martin. Ninguno de
los astados corridos facilitó el lucimiento, lo que a la postre evidencia el balance
artístico del festejo en la que sus compañeros de cartel el mexicano Gerardo
Rivera (ovación y vuelta al ruedo por su cuenta) y el español Alejandro Marcos
(silencio tras aviso y ovación).
Abrió plaza Vanegas en limpio saludo por verónicas,
demostrando el ejemplar escasas fuerzas. Sabrosas las chicuelinas tras medido
castigo en varas, y poco lucido tercio de rehiletes por parte del coleta de
Seboruco, y poco más, pues el animal no transcendió al tendido, dejando
evidente entrega y decisión en su comienzo de labor, rodillas en tierra, el
torero venezolano, saliendo volteado en varias ocasiones, atropellando la razón.
Silencio tras aviso.
En su segundo, más asentando
se desenvolvió, tras recibo con larga de rodillas en el tercio,
rematando con media, de cartel. Nuevamente cuidado en varas, de poco valió,
pues el ejemplar recortó viajes en la muleta hasta pararse, no dejando opción que
arrimarse en cercanías al mencionado coleta, utilizando recursos como toques,
temple, terrenos y valor para no pasar desapercibido. Le pasaporto con
solvencia, siendo silenciado.
La cara amarga del festejo lo sufrió Vanegas ante el quinto
de la función, tras ser volteado aparatosamente en el curso del tercio de
varas, siendo prendido por el pecho, y arrastrado por el amplio ruedo venteño, en
los pitones del astado, pasando a la enfermería donde milagrosamente se le
apreció herida incisa en región cubital palma mano izquierda y contusiones y
erosiones múltiples.
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