El novillero peruano corta tres
orejas y abre la puerta grande de Vista Alegre con un sitio y una capacidad
arrolladores; Posada de Maravillas se hace con un trofeo del mejor lote de El
Parralejo-Jandilla; Varea pasa de puntillas sin espada.
ZABALA DE LA SERNA
Bilbao
Diario ELMUNDO de Madrid
Camino de Vista Alegre, una marea rojiblanca fluía en
dirección contraria. San Mamés refulgía al fondo como un gigante. Amigo Sancho,
con el fútbol hemos topado. El Athletic-Barcelona, ni más ni menos, y a la
misma hora de los toros. En familia fue la cita con los novilleros: Posada de
Maravillas, Varea y Roca Rey debutaban en las arenas negras bilbaínas. Una
novillada de hechuras de lujo les esperaba. De El Parralejo pero remendada con
dos utreros de Jandilla, que es como decir lo mismo. Uno de ellos, el que hacía
tercero y se movía peor, cayó en manos de Roca, el torero de mayor proyección
de la terna. Suele pasar. Para demostrar que hay futuro, el diamante peruano
volvió a demostrar, una tarde más, un valor de piedra como sólido cimiento para
desarrollar una tauromaquia.
Las verónicas de Rey fueron de salida como un espejo de su
maestro José Antonio Campuzano. Pronto el jandilla apuntó malas notas.
Violentito, sin ritmo, ni ganas de tenerlo. Roca se clavó de apertura por
estatuarios impertérritos con el novillo merodeando las espinillas. Asentado y
atalonado pudo demostrar su largo concepto al correr la mano derecha. Sonaba la
ayuda, y a veces el palillo, por el punteo de los pitones; en la siguiente
tanda por poco no lo barrió con los cuartos traseros, como una de aquellas
entradas de Migueli. De la ronda poderosa, y un obligado de pecho, obligado de
verdad, salió el pupilo de Borja Domecq con ganas de rajarse. A regañadientes
tomaría la izquierda de un tío con capacidad para cambiar el viaje sobre la
marcha o para sorprender con una arrucina. Pero, sobre todo, con capacidad para
el toro ya. La alternativa en Nimes le espera. Atacó el volapié con el punto de
mira delantero y la espada se hundió en esa zona aliviada de carnes con efectos
visuales desprendidos. Lo que no fue óbice para la oreja.
Como tampoco fue impedimento la estocada rinconerilla para
que Posada de Maravillas se hiciese con otro trofeo del buen cuarto de El
Parralejo. Será de las veces que más despacio ha toreado el nieto de Juan.
Despacio y olvidado de la figura en derechazos de caro trazo. ¡Ay, si se dejase
la caderita en casa y torease más con la cintura! Sin perder el diferencial de
la personalidad, ganaría enteros. El brindis a Javier Aresti mereció la bella faena.
Iba a escribir que si hubiera cortado la oreja del notable
jandilla de los albores de la tarde se habría asegurado la puerta grande. Mas
el Reglamento del País Vasco exige dos en un toro. Posada cosió una faena cuyo
mayor mérito residió en dejar la muleta en la cara de un novillo que, si ya en
el caballo había sido un rayo, por el pitón derecho no paró de repetir con más
alegría que la excelencia de la humillación. En los soberbios pases de pecho
las series de Maravillas tomaban aire, brillo y color. Como al utrero le faltó
izquierda y final, la chispa eléctrica de Posada no cuajó.
Mucho más humillador fue un segundo de Parralejo con el que
Varea toreó con la bamba del capote a la verónica. Subrayo lo de la bamba
porque con la muleta no torea con la panza de la misma. El novillo pesaba por
su seria embestida, pocas veces generosa, entre la casta y el genio, que se
hacía más patente cuando el joven de Almazora tocaba por fuera y lo
descomponía. Había que llevarlo mucho, como en un par de tandas que adquirieron
eco por mano baja y su embroque tardío. Varea cuenta con un embroque retrasado.
Se despidió por poncinas y con un deficiente manejo de los aceros que se cargó
la más mínima posibilidad de triunfo. No la hubo con el basto quinto, pero sí,
otra vez, la falta de confianza en la espada.
Roca Rey acabó de nuevo con todos los paños calientes a puro
huevo. El quite por saltilleras a las fuertes arrancadas del sexto puso de
acuerdo a todos. Como el principio de faena de pases cambiados y una trenza
castellista en un palmo de terreno. La ovación sonó como si estuviese la plaza
llena. Una voz puso las cosas en su sitio: "¡Aquí hay un torero!". Y
el sitio es el que pisa Roca. Ahí, a desorejar y mondar los toros como
naranjas. Y a mandar. Un espadazo en el mismo hoyo de las agujas mandó al limbo
de los toros brutos al último parralejo. Y cayeron las orejas por su propio
peso. Como la puerta grande. De las que lanzan a un torero.
FICHA DEL FESTEJO
Novillos de El Parralejo;
bueno y templado el 4º; de fuerte y bruta movilidad el 6º; basto y deslucido el
5º; de seria y humillada pero no generosa embestida el 2º; y dos de Jandilla (de buen pitón derecho el
alegre y repetidor 1º y violentito y sin ritmo el rajado 3º).
Posada de Maravillas, de nazareno y oro. Pinchazo y estocada
(saludos). En el cuarto, estocada rinconera. Aviso (oreja).
Varea, de azul marino y oro. Pinchazo, pinchazo y tres descabellos
(saludos). En el quinto, tres pinchazos y estocada rinconera. Aviso (saludos).
Roca Rey, de rioja y oro. Estocada delantera y
desprendida (oreja). En el sexto, gran estocada. Aviso (dos orejas). Salió a
hombros.
Plaza de toros de Vista Alegre. Domingo, 23 de agosto de 2003. Segunda
de feria. Un cuarto de entrada.
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