domingo, 23 de agosto de 2015

CORRIDAS GENERALES EN BILBAO – CORRIDA DE REJONES: Andy Cartagena corta dos orejas bajo la lluvia

El rejoneador alicantino llevó a cabo dos faenas en las que intercaló toreo fundamental y guiños al tendido. Sergio Galán obtuvo un trofeo.

PACO AGUADO
EFE

Más que con los clásicos pasodobles, que tan bien suenan en esta plaza, la corrida de rejones que abrió hoy las Corridas Generales bien pudo haber comenzado al ritmo de Riders on the storm, la famosa canción de The Doors, como banda sonora. Ni Marcial, eres el más grande, ni España cañí le iban para nada a la tormenta con que se abrió el festejo, con el mismo prólogo de lluvia y truenos que tiene el tema que cantaba Jim Morrison.

En ese contexto, con la gente aferrada a los paraguas y cubierta con chubasqueros, era difícil caldear un ambiente ya de por sí frío, hasta que Andy Cartagena tiró de un repertorio poco ortodoxo, pero siempre infalible en casos extremos para conseguirlo. 

Tanto con su primero, que tuvo una gran calidad y un rítmico galope en sus embestidas, como con el quinto, más reservón en su comportamiento, el alicantino desplegó todo una exhibición de alardes de doma que, dejando de lado la ortodoxia del toreo a caballo, fue lo que más le llegó al público bilbaíno en toda la tarde.

La forma de arrodillar a sus caballos, de subirlos al estribo de la barrera, de hacerlos bailar y balancearse, de ponerlos de manos espectacularmente y otro largo etcétera de números más circenses que toreros, y siempre lejos de la cara del toro, pesaron más en el balance que cualquier otra circunstancia.

Otra cosa fue el escaso ajuste con que Cartagena ejecutó las suertes, la desigualdad con que clavó banderillas y la excesiva participación con los capotes de sus auxiliadores durante la lidia de sus dos toros, a los que cortó sendas orejas solicitadas con fuerza por el siempre fácil y festivo público de los festejos de rejones.

Otra oreja más le cortó Sergio Galán al sexto toro, en la que, paradójicamente, fue la menos lucida de las dos faenas que realizó el conquense, pero que tuvo premio por rematarse a la primera con el rejón de muerte.

Mientras que a éste, un toro muy parado, le atacó con más rapidez y le lidió con menos ligazón, fue con su primero con el que Galán se mostró más templado y haciendo un rejoneo más armónico que tuvo su cenit en un sensacional par de banderillas a dos manos sobre Trópico.

Analizado desde la óptica más seria del arte ecuestre, el mejor toreo de la tarde llevó la firma de Hermoso de Mendoza. Su labor con el primero fue perfecta e impoluta, aunque sin ese punto más de chispa y emoción que le faltó al enemigo.

Con todo, fue labor digna de una oreja, que si no se pidió fue tanto por la frialdad ambiental de la apertura de plaza como por el hecho de que a esas alturas la gente estaba más pendiente de resguardarse de la lluvia que de sacar los pañuelos.

Gran nivel tuvo también la actuación del navarro con el cuarto, al que puso la fibra que se echó en falta en el anterior y especialmente cuando sacó al castaño Disparate, un caballo valentísimo con el toreó con pureza y verdad, sin salirse nunca del radio del mayor riesgo.

Pero esta vez fueron dos pinchazos previos los que dejaron sin premio la mejor faena de la corrida, que, sólo basada en la más estricta y meritoria ortodoxia, no tuvo ni aditivos ni colorantes.

FICHA DEL FESTEJO
Toros de Ángel Sánchez y Sánchez, despuntados para rejones, de buena presencia y hechuras, por bajos, hondos y rematados de carnes; y de buen juego en general por su nobleza y ritmo, a excepción de quinto y sexto, más reservones.
Hermoso de Mendoza, rejonazo trasero (silencio); dos pinchazo y rejonazo contrario (gran ovación).
Andy Cartagena, rejonazo muy trasero (oreja); pinchazo y rejonazo contrario (oreja).
Sergio Galán, cuatro pinchazos y rejonazo arriba (silencio); rejonazo trasero (oreja).
La plaza de Vista Alegre se cubrió en sus dos terceras partes, en tarde de tormenta y lluvia casi permanente.

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