Corrida imponente de Cuadri –dos
toros muy nobles, un triunfo memorable de Sergio Serrano, heridos
aparatosamente Paulita y Pérez Mora, que toreó con auténtico primor.
Antonio Gaspar “Paulita” |
BARQUERITO
NO FUE UNA TRAGEDIA, pero estuvo a punto de serlo: el
primero de los seis toros de Cuadri le pegó a Paulita un puntazo en el cuello
cuando enterraba la espada en todo lo alto. El cuarto prendió de lleno a Pérez
Mota por la ingle en la reunión de la estocada -hasta la cruz pero trasera-, lo
hirió mientras lo volteaba tratando de sacudírselo, lo tuvo inerme en el suelo
a su merced y solo dos o tres capotazos providenciales de su gente arrancaron
al toro de su presa. Pérez Mota entró en la enfermería desvanecido.
Se supo a tiempo que las dos cornadas habían sido más
aparatosas que graves, pero el festejo se vivió en ambiente de angustia desde
el principio –lances de brazos bien tirados de Paulita en el recibo del
primero, dibujo muy airoso, planta juncal, buena cintura- hasta el mismísimo
final, cuando el albaceteño Sergio Serrano se entregó con la espada para hacer
rodar sin puntilla y tras breve agonía de bravo a un sexto toro de 670 kilos de
tablilla y a solo tres meses de cumplir los seis años.
Un toro gigantesco, largo, de hondura y cuajo insuperables,
badanudo y papudo, descolgado y abierto de cuerna, muy corto de manos. De fondo
y estilo fieros pese a mansear asustadizo de salida, a protestar en el caballo
pero sin llegar a irse –dos y casi tres puyazos soberbios de Paco María- y a
cortar y esperar en banderillas como tantos toros de Cuadri. En cada embestida
el toro rebufaba, el aliento era seña de fiereza, cada viaje era un mundo.
Imponente la entereza de Serrano.
La misma firmeza que ya había exhibido ante los dos toros
menos propicios de la corrida: un tercero listo, pegajoso, escarbador, con la
listeza propia del cinqueño, y un quinto a veces descompuesto, incierto, que se
le vino al vientre en dos o tres cites por la mano izquierda y terminó
distraído y pegando topetazos.
Para entonces la plaza era un puro hervor de emociones y
sobresaltos. No solo por lo que pesaba el parte de guerra. Es que la
combatividad tan peculiar de los cuadris, y su manera de copar tiempo y
espacio, tenían marcado el espectáculo. Paulita había toreado muy bien con la
izquierda al primero, uno de los dos más nobles de la corrida; Pérez Mota cuajó
a gusto, despacio y en pureza al segundo, el mejor de los seis: la muleta en el
hocico, ese toreo rancio al hilo del pitón que es tan difícil, ni un enganchón,
cuatro tandas parsimoniosas ligadas, una seguridad notable. Muy pulida faena,
de compás hermoso, un concierto espléndido de la banda y una estocada. Una
oreja y casi dos.
Con el cuarto –se corrieron turnos de suelta tras la baja de
Paulita- apareció otro Pérez Mota, de gran habilidad y muchos recursos, pues
ese otro toro fue de celoso aire, correoso, de revolverse en un palmo. Y tocó
bajar la mano, saber y poder. Era la primera vez que el torero de El Bosque
toreaba en Azpeitia. No será la última.
La fiesta, por encima de todo, llevó sin embargo la firma
épica de Sergio Serrano, que llevaba un año sin vestirse de luces. Su asiento
impasible, el valor sin límite, para trajinar al quinto y consentirle. ¡Abrir
faena en los medios de largo sin saber si el toro iba a querer engaño o no! Y
terminar trabajo toreando por manoletinas y de rodillas cuando se le fue al
toro el fuego. Y, en fin, una última faena memorable por su serio arrojo, por
su decisión, por su encaje a pesar de que cada embestida de la fiera lo
desaconsejaba. Por la manera de ganar el pitón contrario a la manera de Dámaso.
Por la manera de respirar tan tranquilamente mientras la gente apenas aguantaba
el miedo. Formidable. Todo verdad, solo verdad.
Postdata para los íntimos.- Hacía tiempo que no pasaba en
los toros tantos miedo. Ni vivido con tanta emoción. Un nudo en la garganta con
ese Sergio Serrano, que, además, sabe torear más bien que la mar. Y ese cielo
de va a llover. Va a llover y no llueve. Qué bien torea Pérez Mota. La zurda de
Paulita. Y... el señor Cuadri y sus toros de museo.
FICHA DEL FESTEJO
Viernes, 31 de julio de 2015. Azpeitia. 1ª de feria. Entoldado,
templado. Tres cuartos de plaza. Dos horas y veinte minutos de función.
Seis toros de Hijos de Celestino
Cuadri.
Antonio Gaspar “Paulita”, herido por su primero al cobrar una
estocada. Gran ovación cuando se retiró por su propio paso a la enfermería. Pérez Mota, oreja y herido por su
segundo al cobrar una estocada trasera. La cuadrilla recogió una fuerte
ovación. Sergio Serrano, que mató el
tercero y los dos últimos, silencio tras aviso, saludos y dos orejas.
De pronóstico reservado los dos toreros heridos. La cornada de Paulita,
puntazo en el cuello que afectó a la carótida. La de Pérez Mota, de tres
trayectorias de 8, 5 y 4 cms. en el muslo derecho. Los dos matadores, derivados
al Clínico de San Sebastián.
Paco María picó con valor y acierto a tercero y sexto,
y fue muy ovacionado. Juan Contreras
lidió muy bien al segundo.
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