Corrida desigual y guerrera de
Luis Uranga. Bella faena de Javier Castaño a un cuarto premiado con generosa
vuelta. Buenos trabajos de Juan del Álamo y López Simón.
López Simón |
BARQUERITO
NI SENCILLA NI
COMPLICADA, la corrida de Pedraza salió desigual. Las láminas, el pelo, el
fondo más que las formas. Todos colorados salvo un quinto chorreado en verdugo,
de casi seis años, y más trapío que ninguno aunque no fuera el más armado de
todos. Cuatreños los demás. Tres de ellos, abiertos en lotes distintos, con la
edad recién tomada. Fueron más serios los de la segunda parte que los de la
primera. No es que aquellos no tuvieran respeto –alzada, cara, carnes-, pero
cuarto y sexto, y no solo el quinto, ganaron con ventaja las comparaciones.
Se enlotó equitativamente la corrida. Si no hubiera entrado
en sorteo el quinto, de expresión muy agresiva, se habrían hecho lotes de
equilibrio mayor. Cuarto y sexto fueron toros de particular porte. Y todos sin
excepción, toros con plaza. La tablilla de pesos les dio 590 kilos a cuatro de
ellos. Solo 550 al segundo de la tarde, menos toro que los demás. La condición
de un toro, dicen, se adivina en su lámina y su expresión.
Hizo buena esa teoría el lote compensado que cayó en manos
de Juan del Álamo. El segundo cabalgó de salida como tantos toros de
procedencia Fonseca-El Pilar. Ni trote ni paso ni galope. Otra cosa. Aire
distraidito primero, pero ligero y bondadoso luego de sangrar en un puyazo
notable por todo: por el picador, certero Óscar Bernal; por el empeño del toro,
que metió los riñones; y por el caballo de pica, muy bien domado, boca dulce.
Del Álamo hizo un breve pero lindo quite en el platillo, el toro galopó en
banderillas, Domingo Siro puso dos pares perfectos y enseguida vino una faena
de autoridad y carácter. Hubo que sujetar al toro, que no fue el único que
acusó la querencia a corrales y toriles. Sí el más agradecido. Los toros que
cabalgan tienden a gazapear, pero este segundo, apenas.
La faena del torero de Ciudad Rodrigo tuvo varias virtudes:
sentido de la improvisación, ligazón, mano baja, temple, entrega y gobierno. El
tiempo justo. Grandes pases de pecho en los broches de tanda. La mano del toro
fue la diestra y por ahí llegó el dibujo más redondo. Un metisaca, una entera a
paso de banderillas. El agrio quinto escarbó como un poseso, arreó y se dolió
en banderillas. Tan violento y áspero como reservón. Paciente, Del Álamo supo
resolver los acosos del toro cuando se le puso a la defensiva y lo buscó con
mal estilo. Un desplante como recurso. El toro se le habría atragantado a
cualquiera.
Tercero, cuarto y sexto dieron juego. Pero los tres buscaron
antes o después la querencia de tablas o toriles. Las secuelas del
desencajonamiento, que es en Azpeitia preceptivo. El tercero estuvo por
rajarse, pero no consintió López Simón. Y el cuarto, más que el tercero; el
sexto murió barbeando las tablas y sin descubrirse. El cuarto metió la cara con
ganas –embestidas más potentes que las de cualquier otro; el tercero, con son
bondadoso; el sexto se apagó antes de lo previsto. López Simón estuvo
firmísimo, dispuesto a lo que fuera, pero embarcado en dos faenas kilométricas,
interminables. Es de esos toreros que no sufren. Y si sufre, no se nota. Una
estocada rinconera al buen tercero. Un quinario con la espada en el sexto. Se rondó
el tercer aviso.
No tan áspero como el quinto pero casi, el primero, que
también amagó con rajarse, pegó muchos trallazos. Toro desganado, porfía segura
de Javier Castaño. Y un cuarto, premiado con la vuelta al ruedo sin particular
motivo, que tuvo entrega en el capote y veintitantos viajes en la muleta de
largo aliento. Codicia que en las pausas se ensombrecía con su manera de buscar
con la mirada y el gesto la puerta de salida. Se templó Castaño en faena de
ritmo y ajuste, tandas abundantes de cinco y hasta seis ligados. La distancia
justa, la colocación también. Bonita faena. La banda la celebró y subrayó con
una versión airosa del “Zacarías Lecumberri”, música que amansa a las fieras.
Postdata para los
íntimos.- Viento sur, bochorno. El traje de luces pesa. En el
descansito del tercero, vienen al palco 1 y nos invitan a cava a los Iriarte
Aramburu y sus invitados. Gracias. De nada. ¿Volverás el año que viene?
Volveremos. Si Dios quiere.
(Me voy a llevar un día esa banda de música a mi casa)
FICHA DEL FESTEJO
Domingo, 2 de agosto de 2015. Azpeitia. 3ª y última de feria. Tres
cuartos de plaza. Calor, bochorno. Dos horas y media de función.
Seis toros de Pedraza de Yeltes
(Hermanos Uranga).
Javier Castaño, silencio y saludos. Juan del Álamo, una oreja y silencio. López Simón, oreja tras un aviso y silencio tras dos avisos.
Oscar Bernal, Tito
Sandoval y Paco María cobraron
buenos y aplaudidos puyazos con segundo, tercero y quinto respectivamente.
Notable brega de Domingo Siro.
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