Es torero, audaz, ingenioso e
imprevisible. Intuyes cómo comienza una frase, pero da un giro sorprendente al
final. Ya lo dice él: «Soy más divertido de lo que parezco».
Patricia Navarro
Diario LARAZON de Madrid
Es difícil de encasillar, cuando crees que anda en un
parámetro pega la media vuelta. Esa capacidad para lo imprevisible le ha hecho
ganar un buen puñado de adeptos en el ruedo. Alejandro Talavante fue el último
que con un triunfo, y eso que no cortó trofeos, logró colocarse en la cima y
codearse con las figuras. Ahora vive allí «enganchado» al toro y al toreo desde
hace años, a pesar de sus 27. Hay que dejarle hablar, después de los silencios,
aparece el verdadero Talavante. No lo cuenta todo, pero a esas alturas ya se ha
picado el anzuelo.
–¿Los toros son de
derechas, de izquierdas, de centro...?
–Los toros los pobrecitos no saben de qué son. El toreo es
interplanetario por mucho que quieran poner etiquetas. Mira, José Bergamín era
comunista.
–¿Qué hubiera sido
Alejandro Talavante de no ser torero?
–Ni idea. Yo era un niño inquieto y curioso. Todo me llamaba
la atención. Me decidí por una profesión de emociones fuertes y cuando pruebas
esto la vida se ve desde otra perspectiva.
–¿Y engancha?
–Engancha cuando puedes controlar esa adrenalina; si no el
pánico genera insatisfacción.
–Dicen que sois de
otra pasta, ¿qué hay de verdad?
–Creo que si somos de otra pasta es por la educación que
recibimos y que hace el milagro.
–¿No se le escapa el
valor por las heridas?
–Depende de qué heridas. Hay cornadas que te marcan mucho y
es cierto que igual que te puede quitar, también te puede dar si ha llegado en
un momento en el que te estás sintiendo. Hay distintas maneras de caer herido.
–¿Quién ama más al
toro un torero o un animalista?
–La madre de un animalista diría que su hijo y mi madre
diría lo contrario. Pero lo que está claro es que no se puede promover el odio
entre la gente. Y es lo tienen que frenar los políticos. El respeto se puede
fomentar, pero si se incita a la violencia se acaba, como estamos, con
insultos.
–¿A quién devolvería
a los corrales?
–Prefiero no pensarlo, porque enviaría a más de uno.
–¿El éxito es tan
maravilloso como uno sueña de chaval?
–No, el éxito es bastante sacrificado. Llega un momento en el
que el sacrificio implica tanto que cuando el éxito llega es una recompensa.
Pero es bastante distinto a como lo ves cuando eres niño.
–¿Qué es lo que le
sigue manteniendo ahí?
–Lo único que no cambia: lo que uno siente al ponerse
delante del toro. Si estás despierto, sientes lo mismo que soñabas de niño y
entonces es cuando te das cuenta de que has tomado la decisión acertada.
–¿No tiene bastante
con dos toros cada tarde que el 19 de agosto se encierra con seis en la
Picassiana de Málaga?
–(Se ríe) Prefiero no pensarlo mucho. Antes tengo unas
cuantas corridas y para llegar a Málaga bien es importante que rueden las cosas
antes. A pesar de la incertidumbre me ilusiona mucho un compromiso así. La
presión se multiplica, eres el centro de atención y todo el espectáculo recae
sobre ti, pero también me hace ilusión estar solo y no tener que esperar a que
toree otro.
–Ese día torea un
toro de Adolfo Martín, ¿palabras mayores?
–No, todos los toros son palabras mayores. Una de mis
mejores faenas en Madrid fue con un toro de Adolfo.
–¿Qué le asusta de un
toro?
–Cuando me quiere coger y cuando veo que me va a a coger.
–Y cuando le ha
cogido...
–Ya no hay nada que hacer más que entregarse al lío que él
quiera hacer contigo.
–¿Qué le asusta más
de un político?
–Que sea tramposete. El populismo es dañino a largo plazo.
–¿El toro habla, le
dice cosas?
–El toro no habla, pero sí tiene mucha expresión que hay que
saber intuirla y tener esa sensibilidad para poder entenderte.
–¿Sólo manda uno en
el ruedo?
–Sí. A veces ocurre que el toro está limitado físicamente y
entonces no manda nadie. Bueno de hecho el único que manda siempre es Dios.
–¿Se torea por
dinero?
–No hombre no, desde luego que no. Si las cosas salen bien
uno quiere que eso se vea ratificado, es la categoría, pero no el motor.
–¿A quién admira?
–Es una evolución. Ahora por ejemplo con la corrida de
Málaga que es un homenaje a Picasso, vas indangando y quiero que sea un
homenaje de verdad no algo gratuito y sin sentido que se quede en la estética.
Le admiro.
–¿Es tan valiente
fuera del ruedo como dentro?
–Es distinto, como decía Belmonte, «al que lidia hombres y
bestias, el que sabe parar domina».
–¿Es un tipo con
suerte?
–En unas cosas sí y en otras no. Depende de la perspectiva,
pero las cosas hay que aceptarlas.
–¿En qué no tiene
suerte?
–No es que sea muy guapo...
–¿Le pasa factura el
miedo?
–Sí, pierdo peso y me genera ansiedad y no es fácil
llevarlo, pero termina seduciéndome.
–¿Le cambia el
carácter?
–Sí, pero cuando es así intento quitarme del medio para que nadie
tenga que aguantarme.
–Con todo lo que se
sufre, ¿con qué se divierte?
–Con algunos comentarios que hay en la plaza; soy más
divertido de lo que parezco y una plaza está llena de vida donde se dan escenas
surrealistas.
–Un día hasta se
animó a cantar.
–Si lo tuviera que repetir sería incapaz, me daría
vergüenza.
–¿Cuándo fue la
última borrachera, si se puede contar?
–(Ríe) Es que no se puede contar.
–¿Le pega al balón?
–Soy de los que se amargan por no jugar un poco mejor.
–¿Lleva balón en el
coche cuadrillas?
–Mejor que eso. En algunos sitios donde toreo, con tiempo,
organizamos la tarde antes un partido con algún equipo de veteranos. Me gusta
jugar con gente que no conozco.
–¿Tiene un equipo en
el corazón?
–Soy del Madrid, pero me gusta mucho el fútbol.
–¿Muy del Madrid o
muy de Ramos?
–Sergio y yo somos amigos de críos y luego hemos tenido la
suerte de que las cosas nos han ido bien. Le admiro mucho. A veces siento
envidia sana.
–¿Un triunfo o que su
equipo gane una final?
–Que sea lo que Dios quiera.
–¿A quién iría a ver
en concierto?
–A muchos, creo que haría un festival. Me encanta el
flamenco, pero también Leiva, Sabina, Calamaro, Bruno Mars o Red Hot Chili
Peppers. No hay que ser cerrado en los gustos.
–Además de la
profesión de riesgo, ¿alguna otra actividad?
–¡El fútbol! Todo el mundo me dice que cuidado con las
lesiones, y es verdad, pero el miedo limita mucho toda la diversión que puede
haber en un día.
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