jueves, 27 de agosto de 2015

ASTE NAGUSIA – CUARTA CORRIDA: Un tremendo Juli remonta el magisterio de Ponce

El presidente Matías roba la puerta grande a la faena más rotunda y profunda de la feria y deja en una oreja la apoteosis del torero de Velilla con el quinto de Garcigrande; el maestro de Chiva vuelve a deleitar a Vista Alegre y suma otro trofeo; Perera sin suerte y sin espada.
El Juli
ZABALA DE LA SERNA
Bilbao
Diario ELMUNDO de Madrid
Fotos: EFE

El bochorno propio de los días de humedad y fuego de Bilbao no afectó a Enrique Ponce lo más mínimo. Apenas un viento racheadillo incomodó más. Ni una gota de sudor en su rostro. Como si jugará al toro con los 598 kilos del voluminoso cinqueño de Domingo Hernández un chaval de 44 castañas. La cintura cimbreada del junco de la Albufera para recrearse desde los doblones de oro, el pase de la firma, el cambio de mano. Todo fue a más por el divino don del temple en una faena planteada en el tercio. Cada tanda de redondos crecía en repóker y el de pecho que no se acababa nunca camino de la hombrera contraria. Cuando el maestro de Chiva presentó la izquierda engarzada a un molinete, el toro amagó con irse demasiado cerrado en tablas. La cabeza del Minotauro: en un visto y no visto ya estaba fuera de las rayas para dibujar el toreo en redondo, caídos los hombros, mecida la cadera, la naturalidad de los elegidos, la verticalidad ligada, la lenta muleta que asomaba como una media llama. Rugió Bilbao ante su consentido como en una reverencia de oles, palmas y abrazos. La muñeca izquierda giraba los vuelos de la roja tela y uno y otro natural. El arte de birlibirloque. Y la elasticidad de las dobladas del epílogo aireadas con un abaniqueo la mar de torero. La estocada fulminó al grandullón pajuno de Domingo Hernández por el rincón de Ordóñez. La oreja se sintió con verdadera fuerza. Y así cayó.

Ponce puso un listón altísimo. Como una espoleta retardada para El Juli. Julián atacó en tromba desde los lances a pies juntos. Desatado como el viento en mitad de la faena. Perera había respondido antes por gaoneras a un quite julista de chicuelinas y cordobinas. Después del arranque de tres pases cambiados por la espalda, el Juli siguió huracanado. El mediano toro de Garcigrande traía una nobleza mediocre que a veces arrollaba. Pero quien estaba por arrollar era el matador de Velilla. Incluso cuando con la zurda el viaje no se rebosaba. La eléctrica conexión con los tendidos surtió su efecto: la salida de la rectitud en la suerte suprema dejó una estocada baja que se obvió. Nada que ver el trofeo con la pieza cobrada por Ponce.

Bajó el nivel un punto más con la presentación terciada del tercero, un negrito despistado, suelto y corretón que no se llevó puesto a Guillermo Barbero de milagro. No había celo ni empeño en el garcigrande mansito. El antitoro de Perera, que pasó con decoro y una soberbia estocada que lo tapó todo.

La decadencia de la bravura siguió con un fino, astifino y engatillado cuarto que desarrolló el vicio de escarbar con la cara entre las manos. Lo que más puede mosquear a un torero junto a la falta de fijeza. Ponce consiguió darle ritmo a una serie sin quitarle la muleta de la cara. Pero desde ahí el ejemplar de Garcigrande abundó en su afán de minero, reculando y cada vez más remiso. Por fuera lo tocaba EP sin obtener mayores frutos más que defensivos testarazos. Negada la embestida, no pasó nada.

La verdadera respuesta de El Juli a la obra del Tourmalet de Ponce que había dinamitado la tarde surgió con el quinto. Su abanta y huida aparición sembró un halo de desencanto que se quedaría atrás con una faena superior. Cerebro privilegiado el de un torero tremendo, que consintió, esperó y se fue con la profundidad que rompía en los flecos de su inmensa muleta. Asentado, encajado, acinturado y templadísimo, la izquierda a rastras, dormida y honda catapultó Vista Alegre. La despaciosidad adquirió tintes de estatua con la mano derecha. Cumbre en el compás con la embestida siempre humillada y rendida ahora al poder. El mejor Juli del año sin duda y sin fisuras. Los circulares invertidos alumbraron un cambio de mano acongojante. Parado el reloj del tiempo. A todo sumaban los pases de pecho que se rebosaban en el más allá. Perdida la ayuda, Juli se enredó por luquecinas sin espacios, los pitones lamiendo la banda de la taleguilla, el valor y la raza. La plaza se erizó como una sola voz de admiración, el grito atávico de admiración a los héroes. Hacia tiempo que no se veía Bilbao tan rotundamente de acuerdo. Todos menos un hombre: el presidente Matías. Midió con escuadra y cartabón la estocada trasera como no había mirado el anterior espadazo; Matías lo que debería medirse un día es su estulticia. A salvo el prestigio de Vista Alegre, los tendidos se desgañitaban por la segunda oreja clamorosamente solicitada. Justamente exigida. Pero en sus cálculos entraba ser el protagonista, el convidado paria de la fiesta. Y se negó en rotundo. Juli dio dos vueltas al ruedo en medio de la aclamación popular. Otra puerta grande afanada a una afición que necesita creérselo para volver.

Perera no se quería quedar atrás. Pero la espada le negó lo que su templanza prometía con un sexto toro que decía poco. De rodillas había prologado y casi de rodillas debía pedirse perdón por pinchar de forma tan inocente.

El tributo rendido de despedida a El Juli elevó los decibelios del adiós a Ponce. Ya ves la machada, Matías. Vaya usted con Dios que el infierno de los malos aficionados ya lo tiene ganado.

FICHA DEL FESTEJO
Toros de Domingo Hernández (un 1º grandón, bastote y pajuno) y Garcigrande, de diferentes hechuras, remates y seriedades; el abanto 5º rompió y se entregó con extraordinaria profundidad; de vulgar nobleza sin finales el mediano 2º; sin celo el terciado, mansito y desentendido 3º; escarbador y acobardado el fino 4º; manejable y a menos el 6º.
Enrique Ponce, de azul pavo y oro. Estocada rinconera (oreja). En el cuarto, media estocada defectuosa y dos descabellos (saludos).
El Juli, de rioja y oro. Estocada baja (oreja). En el quinto, estocada trasera. Aviso (oreja, fuerte petición y dos vueltas al ruedo).
Miguel Ángel Perera, de malva y oro. Gran estocada (saludos). En el sexto, tres pinchazos y estocada honda. Aviso (saludos).
Plaza de toros de Vista Alegre. Jueves, 27 de agosto de 2015. Sexta de feria. Tres cuartos de entrada.
Enrique Ponce

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