martes, 4 de agosto de 2015

De Petro a Chaplin

JORGE ARTURO DÍAZ REYES

La verdad no se decide por voto popular.
(Rudyard Kipling)

De pronto un asunto ha puesto de acuerdo a los seis tenaces competidores por el trono de Petro: la consulta popular antitaurina, impuesta por este a su Concejo municipal.

¡Que las urnas decidan la legitimidad de las corridas de toros! Corea, el variopinto sexteto; una izquierdista, dos derechista, tres transhumantes, a sabiendas de la ilegalidad y el resultado, (somos minoría todos). --¡Felicito, celebro, es lo más democrático!-- agregan, con súbita pasión animalista.

Y es inevitable preguntarse por qué. Por qué repentinamente tan diversos y tan unánimes. Por qué tan rivales y tan sin matices. Por qué bajo sus diferencias retóricas, tan unísonos respecto a un entredicho que cala en la cultura, la libertad, la verdad, el derecho, la tradición, la convivencia.

Cuál es el carácter que los identifica frente a la responsabilidad de las mayorías, el respeto a las minorías, el derecho a la diversidad, la libre decisión, la ley, las costumbres, el culto, la ritualidad, la estética, la sensibilidad que vienen de generación en generación.

Ese factor común debe ser su modus vivendi, su oficio. Son colegas. Profesionales del poder, que según Maquiavelo, maestro de mandones, no deben renunciar a ningún recurso para conseguirlo, ejercerlo y retenerlo. Pose, oportunidad, mercadeo, estilismo, prejuicio, demagogia, gambeta, imposición… Valen.

Charles Chaplin, quien antes de hacer “El gran dictador” fue a los toros, decía: Solo soy un payaso, y eso me pone por encima de cualquier político.

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