JORGE ARTURO DÍAZ REYES
La verdad no se decide por voto
popular.
(Rudyard Kipling)
De pronto un asunto ha puesto de acuerdo a los seis tenaces
competidores por el trono de Petro: la consulta popular antitaurina, impuesta
por este a su Concejo municipal.
¡Que las urnas decidan la legitimidad de las corridas de
toros! Corea, el variopinto sexteto; una izquierdista, dos derechista, tres
transhumantes, a sabiendas de la ilegalidad y el resultado, (somos minoría
todos). --¡Felicito, celebro, es lo más democrático!-- agregan, con súbita
pasión animalista.
Y es inevitable preguntarse por qué. Por qué repentinamente
tan diversos y tan unánimes. Por qué tan rivales y tan sin matices. Por qué
bajo sus diferencias retóricas, tan unísonos respecto a un entredicho que cala
en la cultura, la libertad, la verdad, el derecho, la tradición, la
convivencia.
Cuál es el carácter que los identifica frente a la
responsabilidad de las mayorías, el respeto a las minorías, el derecho a la
diversidad, la libre decisión, la ley, las costumbres, el culto, la ritualidad,
la estética, la sensibilidad que vienen de generación en generación.
Ese factor común debe ser su modus vivendi, su oficio. Son
colegas. Profesionales del poder, que según Maquiavelo, maestro de mandones, no
deben renunciar a ningún recurso para conseguirlo, ejercerlo y retenerlo. Pose,
oportunidad, mercadeo, estilismo, prejuicio, demagogia, gambeta, imposición…
Valen.
Charles Chaplin, quien antes de hacer “El gran dictador” fue
a los toros, decía: Solo soy un payaso, y eso me pone por encima de cualquier
político.
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