Cogido al matar al sexto tras una
faena muy distinguida salpicada de momentos de calidad. Entrega y sitio del
madrileño Juan Miguel, que corta la primera oreja del ciclo estival. Notable
novillada de Guadaira.
BARQUERITO
DE TODAS LAS NOVILLADAS de Guadaira lidiadas en Madrid en la
última década, esta primera del ciclo de verano fue, con diferencia, la de
mejor condición y más bella estampa. Un tercero descaradísimo, astifino de cepa
a pitón y cornipaso, desdijo de la armonía general. Bien hechos los seis
novillos, incluido ese tercero que se salió por la tangente. De remate y estilo
diferentes, en prueba de ganadería abierta y larga.
Muy gruñón y mugidor el primero, corretón de salida, fijo y
pronto después. Metió la cara y repitió el segundo. Se empleó sin duelo el de
las tremendas astas. El cuarto, muy completo en los tres tercios, fue el toro
de la tarde: ritmo, nobleza, codicia, fijeza. Ovación de gala en el arrastre:
Mandón, número 30, negro listón. Puro Jandilla, que es la sangre de
procedencia. Alto de agujas, el quinto protestó y se blandeó en dos varas, y,
aunque a su aire, fue y vino en todas las distancias, y pegó con la espada
dentro dos arreones bestiales. El sexto, cornicorto, dolido en el caballo, solo
las fuerzas precisas pero suficientes, dos entierros de pitones, tuvo en la
muleta templado son.
Los tres espadas salieron cogidos en otras tantas reuniones
con la espada: Juan Miguel, al volcarse y encunarse en la estocada que hizo
doblar al primero; Guillermo Valencia, al enterrar en un segundo intento una
estocada delantera y contraria y soltando engaño; Rafael Serna fue prendido en
el muslo al cruzar en una estocada corta. Solo una voltereta muy aparatosa de
Juan Miguel. Valencia y Serna, en la enfermería. Valencia, herido en el
escroto, entró en ella por su pie. Serna, en brazos de las asistencias,
sangraba mucho. Cornadas accidentales. No fue lo que se llama en rigor un
festejo accidentado.
Imprevista paradoja: dos espadas heridos en la más noble
novillada del curso en las Ventas. Una novillada de excelente juego. Los dos
del ya veterano Juan Miguel, madrileño de Colmenar de Oreja, muy en particular.
De claro manejo el lote de Guillermo Valencia, colombiano de Popayán. De
notable pero distinto fondo los del debut como novillero en Madrid del
sevillano Rafael Serna.
Entrega, sitio y facilidad de Juan Miguel, templado de capa,
más asentado en la tanda de rodillas con que abrió su primera faena que en la
segunda parte de trabajo, ligera, de justo aguante pero buenos brazos,
despegado el toreo de perfil con la izquierda. Y todavía más de lo mismo
–entrega y sitio, buen cabeza- con el excelente cuarto. Ahora toreó con la
izquierda con ajuste y aplomo mayores, improvisando, con sensibilidad
espontánea. No siempre a suerte cargada, pero sin esconderse. Esa segunda
faena, rematada de estocada, se la había brindado a Fernando Robleño, paisano
de Colmenar.
A su ilustre paisano César Rincón brindó Guillermo Valencia
la muerte del quinto. Una faena de no mal encaje pero de pobre ritmo. Trasteo
plano por largo, no por falta de decisión. Muy a su aire el toro, apenas
gobernado en muletazos sueltos, Demasiados enganchones. Faltó templarse con los
viajes claros del segundo de la tarde: muchos paseos entre tandas, costó ligar,
Con sus virtudes –seriedad, por ejemplo-, torero por hacer.
Serna firmó los momentos más redondos de la corrida. Al natural
con el sexto cuando dio con el terreno y la distancia en tandas cortas ligadas
y ajustadas impecablemente. Torero con sentido natural del temple –se retrató
en esa segunda parte de faena- y sentido algo impostado del toreo: teatral
parsimonia, pausas excesivas. Un modelo remoto en los cites: Antonio Ordóñez. Y
en el toreo en redondo de mano baja. Empaque. Llamativo dominio de los trastos:
capa de rico vuelo, muleta de suave trazo. Bien aprendido el toreo de salón. No
le afligieron los garfios del tercero. Le encontró al toro el modo: lo desplazó
de partida, supo tenerlo en la mano después. Debut tan solo ensombrecido por la
gravedad de la cornada.
Postdata para los
íntimos.- Lo que define la fatalidad es justamente lo inesperado. Ay,
dolor!
FICHA DEL FESTEJO
Seis novillos de Guadaira
(José Luis Cañaveral).
Juan Miguel Benito “Juan Miguel”, saludos y una oreja. Guillermo Valencia, silencio tras aviso en los dos. Rafael Serna, de Sevilla, nuevo en esta
plaza, silencio tras aviso y ovación.
Valencia y Serna,
cogidos al entrar a matar a quinto y sexto. Valencia, herido grave en el escroto con una cornada de 10
cms. Serna, herido de mucha gravedad en la cara interna del muslo derecho.
Cornada con rotura de venas safena y femoral.
Curro Sánchez picó muy bien al quinto.
Domingo, 12 de junio de 2016. Madrid. 1ª de las novilladas de verano.
4.500 almas. Veraniego. Dos horas y cuarto de función.
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