domingo, 19 de junio de 2016

El último romántico…


DOMINGO DELGADO DE LA CÁMARA

Han pasado ya días de la muerte de mi amigo Rodolfo Rodríguez “El Pana”, y no soy capaz de hilar cuatro párrafos medianamente decentes que puedan explicar la grandeza de “El Pana”. Es evidente que es mucho más fácil hablar de aquello que ves de lejos, mientras que hablar de los amigos y de las cosas que verdaderamente amas, es tremendamente difícil. Así que será mejor empezar por el principio…

La primera persona que me habló de “El Pana” fue mi amigo Gastón Ramírez. Gastón es un aficionado mejicano que presencia todos los años la Feria de Sevilla, y él me habló por primera vez de “El Pana”, del que era un furibundo partidario. Al parecer se trataba de un torero muy artista y gran personalidad. Gastón me dijo: si “El Pana” fuera de Sevilla o Jerez de la Frontera, sería un mito del El Toreo, porque tiene un arte y una personalidad incomparables. Y ahí quedó el comentario, suspendido en el éter sin que nadie lo rebatiera, pero el comentario era muy certero.

A los dos años de aquella conversación, veo por satélite una corrida desde la Monumental Plaza México. El festejo fue tan divertido como caótico. En corrida de ocho toros y cuatro matadores, tres de los espadas van a la enfermería y un torero veteranísimo se ve obligado a despachar sólo unos durísimos toros de la ganadería de “La Misión”. Aquél hombre era “El Pana” y se dejó vivos tres toros. El escándalo fue estratosférico, pero aquél tipo me cayó bien. Y en medio del caos, apuntó algún esbozo del toreo más caro.

Y así llegamos al día siete de enero de 2007. “El Pana” volvía a la Plaza México después de purgar el petardo anteriormente descrito durante varias temporadas. Le habían puesto en el cartel después de mil súplicas y para que se despidiera de una vez y dejara de dar el coñazo. Pero aquella que iba a ser su despedida resultó ser su resurrección y consagración.

Para abrir boca, brindó el toro a las putas, así como suena. Este brindis es sin duda el más inspirado y famoso de toda la Historia del Toreo. Al escucharlo fue imposible no esbozar una sonrisa. Mientras los demás brindan toros a políticos, banqueros, magnates y demás gentucilla patética que sólo tiene dinero, “El Pana” brindaba a esas buenas samaritanas, tan fáciles, tan simpáticas, paño de tantas lágrimas… Este brindis define al personaje, mientras los otros están con el poder, “El Pana” está con los apestados y los perseguidos.

Y entonces se hizo el milagro. Delante del toro “Rey Mago”, de Javier Garfias, “El Pana” desgranó una de las más bellas faenas de toda la Historia del Toreo. Faena comparable a la de Rafael de Paula en Vista Alegre o la de Paco Camino en Querétaro, por citar dos faenas bellísimas y ampliamente celebradas por su deslumbrante inspiración. Con “Rey Mago”, Rodolfo Rodríguez resucitó la Edad de Oro del Toreo Mexicano. En realidad, él es el último componente extemporáneo de esta Edad de Oro del Toreo Mexicano. “El Pana” es el heredero de Silverio a la hora de arrastrar la muleta perezosamente barriendo la arena, o dando ese trincherazo dormido. Hereda de Procuna el toreo por alto, de “El Calesero” hereda la variedad. También tiene chispazos de Lorenzo Garza, por ejemplo, en los pases de costadillo. La faena a “Rey Mago” fue un compendio de todas estas maravillas. Las series transcurrían lentas y solemnes ante el pasmo de los pocos aficionados que habían acudido al festejo. Los trincherazos eran truenos de emoción ante el asombro de la afición y el toreo por alto del final de la faena fue de una enorme fuerza estética. Mató mal, dio igual, tuvo que dar hasta siete vueltas al ruedo ante el entusiasmo frenético de la afición. Luego hubo otro toro y otro brindis, esta vez a los maletillas, pero lo importante ya estaba hecho. Y aquella que iba a ser su despedida, fue su resurrección.

Desde ese momento, yo me hice partidario incondicional de “El Pana” y comencé una investigación exhaustiva sobre el personaje. Supe que nació en Apizaco, Tlaxcala, que asesinaron a su padre cuando era niño y que tuvo que desempeñar los más diversos oficios. Y fue panadero, de ahí el apodo. También supe que su número cabalístico era el siete. Llenó siete veces la Plaza México siendo novillero, se dejó siete toros vivos en la México y el siete de enero de 2007 fue su consagración, cuando dio siete vueltas al ruedo.

La trayectoria taurina de “El Pana” es tan insólita como el personaje. Harto de dar tumbos por las capeas de Tlaxcala, se tiró de espontáneo en el transcurso de una novillada en la Plaza México, mientras que José Antonio Ramírez “El Capitán” estaba trasteando al novillo “Pelotero” de la ganadería de San Martín. El trasteo estaba siendo de los más anodino, hasta que Rodolfo descubrió las virtudes de un gran novillo. A raíz de esto, le pusieron en la México y triunfó ruidosamente muchas tardes de novillero. Tomó la alternativa el 18 de marzo de 1979 en la Plaza México, con el toro “Mexicano”, de Campo Alegre. Mariano Ramos y Curro Leal oficiaron la ceremonia. Y aquí empezó el infierno del “El Pana”.

A este respecto, he escuchado dos versiones contradictorias. Los partidarios de “El Pana” dicen que Manolo Martínez y Eloy Cavazos, los mandones del toreo mejicano del momento, le vetaron temerosos de la calidad y del gancho con el público que tenía nuestro torero. Sus detractores dicen que la querencia por el alcohol de nuestro hombre, su irregularidad crónica delante del toro y su predisposición para hacer enemigos insultando hasta al lucero del alba; hicieron que él solito se hundiera en un pozo de miseria. Probablemente las dos versiones sean ciertas, todos los personajes tienen una cara brillante y un dorso oscuro, nadie es perfecto. Y sólo conocemos bien a un personaje cuando somos capaces de ensamblar lo que dicen detractores y partidarios. Estoy harto de las biografías oficiales, siempre tan falsas y exculpatorias. Siempre son más interesantes las biografías no autorizadas…

No sé si esto que voy a contar, será del todo cierto, pero lo voy a referir tal y como me lo narraron. Corría 1982 y Manolo Chopera había aterrizado un años antes en la Plaza de Toros de Madrid como empresario. Cuando Chopera estaba pergeñando el San Isidro de 1982, comentó:

- Habrá que poner a algún mexicano. Pero como hace tiempo que el toreo español vive totalmente de espaldas a México, yo no sé quiénes son los toreros jóvenes ni los toreros que interesan. ¿A quién podemos poner?

Y alguien le habló de que había un torero muy artista y de mucha personalidad que se llamaba Rodolfo Rodríguez “El Pana”. Y Chopera quiso contratarlo, y “El Pana”, inmerso en un delirio de alcohol desechó la oferta. Al final confirmó la alternativa Jorge Gutiérrez. Si todo esto es cierto, “El Pana” hizo muy mal. Esta y no otra, era su gran oportunidad. Solamente estar anunciado en San Isidro hubiera resultado una bofetada para Martínez y Cavazos. Y a pesar de los petardos, con cuatro detalles y una faenita resultona, se hubiera hecho todo un personaje en la temporada española. Y entonces ninguna figura mejicana habría podido maniobrar en su contra. Pero el alcohol y la disipación de nuestro héroe lo impidieron. Una lástima.

Después de la conmoción de “El Pana” con “Rey Mago” hasta figuras del toreo español tan importantes como José Tomás y Morante de la Puebla, se interesaron por él. Morante lo trajo a un mano a mano en Vista Alegre en tarde en que no soplaron las musas. Pero hete aquí que a Rodolfo le gustó España e hizo de España parada y fonda. Su máxima ilusión era confirmar su alternativa en la Plaza de Las Ventas, y no lo pudo lograr. Una empresa que anuncia un día sí y otro también a auténticas mediocridades, no se atrevió a anunciar al Pana. La empresa temía un escándalo o que uno de esos torazos que se lidian en Madrid, desbaratara a tan veterano espada.

Antiguamente se anunciaba, por ejemplo, a un Rafael El Gallo muy veterano, y el petardo que pudiera dar o la cornada que pudiera sufrir, era un problema exclusivo del torero. Ahora las empresas se han vuelto muy prudentes y temerosas. Y con tanta prudencia han hurtado a los aficionados emociones enervantes y tardes inolvidables. Así se puso de manifiesto en la Guadalajara española, uno de los pocos cosos peninsulares que anunció a Rodolfo Rodríguez “El Pana”. El taco que formó fue espectacular. Hasta que salió el sexto, allí no había pasado prácticamente nada. Pero cuando salió el último toro de la tarde, “El Pana” armó la mundial.

Primero dio unos extraños lances, daba un farol sin toro y cuando este llegaba a su jurisdicción, daba una verónica cuando el capote caía del farol. Luego puso dos pares al quiebro y como postre, un par de su creación, el par de Calafia, que es un violín con quiebro al hilo de las tablas. En este momento la plaza toda estaba cardiaca. El éxtasis llegó cuando en la puerta de toriles nuestro hombre dio un péndulo ajustadísimo, el toro estuvo a punto de llevárselo por delante. ¡Hay que ver el valor que tiene este torero!, comenté. Y es que con sesenta años cumplidos era capaz de tamaños alardes. Después dio una serie de derechazos de gran sabor y el toro se paró. Si le dura solamente veinte muletazos, “El Pana” habría cortado un rabo, porque a pesar de tres pinchazos le dieron una oreja. Las peñas alcarreñas estaban como locas, todos los mozos bajaron al ruedo y no le dejaban salir de la plaza. Y yo pregunto ¿cómo hubieran reaccionado las peñas de Pamplona si hubieran conocido a tan carismático personaje?

Al ver este espectáculo pensé en la estupidez de la patronal taurina, tanto mejicana como española. En México pusieron hasta el aburrimiento a auténticas mediocridades, mientras tenían arrumbado a un torero carismático, que con su personalidad única hubiera podido sacar a la Fiesta mejicana de su marasmo. Y en cuanto a los empresarios españoles, cuando había afición y olfato empresarial, una tarde como la de septiembre de 2014 en Guadalajara, hubiera servido a Rodolfo para confirmar en Madrid y estar anunciado en todas partes. No le sirvió para nada.

A raíz del exitazo con “Rey Mago” los amigos de mi cuadrilla bilbaína fundamos la Peña “El Pana”, una peña irreverente y taurinamente incorrecta que jamás se inscribió en ningún registro de asociaciones. Tamaño formalismo burocrático es incompatible con la devoción por el Brujo de Apizaco. Pero no conocí al maestro hasta que no vino por España. Nuestra amistad se consolidó el año pasado. Se da la circunstancia de que El Pana iba mucho por San Sebastián de los Reyes, al bar de su banderillero Juan Antonio Bautista. Y Juan Antonio es buen amigo y su bar estaba al lado de donde yo trabajo. Esto me permitió intimar más con Rodolfo y hablar despacio con él. Hasta vino a visitarme al despacho y yo le dediqué mi último libro. Me decía que yo era muy “echao p´adelante” y que chanelaba los mío de toros, que hablábamos el mismo idioma. El Pana ha sido un torero de una gran cultura taurina, cosa infrecuente entre los coletudos.

Y cuando estábamos esperando su próxima venida a España, nos enteramos que en Ciudad Lerdo, el último uno de mayo, un toro le había dejado tetrapléjico. “El Pana” ha estado un mes debatiéndose entre la vida y la muerte, mientras en Madrid se celebraba la Feria de San Isidro, que nunca toreó. El día tres de junio nos enteramos de su fallecimiento… “El Pana” siempre deseó que le matara un toro, para entrar en la mitología del Toreo por la Puerta Grande. Y así lo quiso el destino…

Pero “El Pana” ya es inmortal, porque quienes le conocimos y le vimos torear, jamás le olvidaremos. ¡Gloria a “El Pana”, último romántico del Toreo!

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