Los diestros José María Manzanares y Alberto López Simón
cortaron una oreja cada uno en una mañana de mucho viento y de toros inválidos
en Istres (Francia), y en la que el peruano Joaquín Galdós, que tomaba la
alternativa, fue ovacionado al término de sus dos faenas.
El fuerte viento que sopló durante toda la mañana en Istres
(Francia) y la flojedad de los toros de El Pilar marcaron un espectáculo en el
que José María Manzanares y Alberto López Simón pasearon los únicos trofeos;
por su parte, el peruano Joaquín Galdós, que tomaba la alternativa, se fue de
vacío.
Y eso que el toricantano sorteó el toro de mayor opciones de
la corrida, el de la ceremonia, que fue noble y bueno por los dos pitones, y al
que Galdós instrumentó una más que notable labor, evidenciando buen oficio. El
fallo a espadas lo dejó todo en una ovación con saludos.
El sexto fue un toro muy en el límite de todo, con el que
Galdós volvió a estar muy voluntarioso. Pero esta vez el viento molestó tanto
que la faena no pudo pasar de las cositas sueltas.
Manzanares, que abrevió con su inválido primero, le cortó
una oreja al cuarto, toro también sin fuerzas pero al que, a base de temple y
mucha suavidad, logró extraer todo lo que tenía dentro. No fue faena compacta,
también porque el viento no dejó estar a gusto, pero la espectacular muerte del
burel permitió al alicantino pasear el trofeo.
El otro apéndice de la matinal lo obtuvo López Simón de su
primero, tercero de corrida, un animal flojo en extremeño, pero al que supo
cuidar el madrileño para robarle lo poco que tenía dentro. También el aire
condicionó mucho la faena, epilogada en la distancia corta y por manoletinas, y
premiada con una oreja.
En el quinto no pudo redondear nada el madrileño al partirse
una mano durante la faena de muleta, por lo que no le quedó otra que abreviar. / EFE
FICHA DEL FESTEJO
Se lidiaron seis toros de El
Pilar, muy justos de presentación, sin fuerzas ni raza, de juego muy
deslucido en conjunto. El único que medio se dejó fue el manejable primero.
José María Manzanares, silencio y oreja.
Alberto López Simón, oreja y silencio.
Joaquín Galdós, que tomaba la alternativa, ovación y
ovación.
La plaza prácticamente se llenó en una mañana de mucho viento.
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