Dijo Corrochano: "si tuviera
que apoyar este concepto en hechos demostrativos, diría que Belmonte y
Manolete, los dos toreros de más acusada personalidad que yo he conocido, y que
han tenido más imitadores, han sido los peor imitados".
DAVID ZAMORA
La Tauromaquia, como arte, necesita de creadores. Cada uno
con su personalidad para que el resultado sean obras variadas, que es lo que da
la riqueza a una cultura. En el arte de torear, en la Tauromaquia, los
creadores son los toreros. Éstos deben tener cada uno su personalidad.
Hoy, de
hecho, una de las cosas que hace que las novilladas hayan perdido interés es la
falta de personalidad de los novilleros. Todos los chavales pegan pases a los novillos,
pero un alto porcentaje de ellos sin decir nada. Las escuelas taurinas tienen
el privilegio de asistir con asiduidad al campo, lo que hace que sus alumnos
cojan el oficio para estar delante de los animales e instrumentar faenas de
principio a fin. Pero normalmente falta alma. Incluso, toreros ya
alternativados, son tan capaces de abrir las Puertas Grandes como de que tres
días después no te acuerdes de nada. Se acuerda uno más de una media verónica
torería, que de una faena en la que el matador corta las dos orejas. Nos
acordamos del que crea arte, no del que consigue trofeos.
En una entrevista que le hice a José Ignacio Sánchez para
este medio, hablamos de la personalidad de los toreros. Él está a cargo de la
Escuela Taurina de Salamanca. Le pregunté qué es lo que él intenta transmitirle
a sus alumnos. Me contestó lo siguiente: "es importante el oficio, la
experiencia, los conocimientos suficientes. Y la personalidad es fundamental.
(...) Esto es un arte, y el torero tiene que ser un comunicador nato,
despertar, transmitir, emocionarse y sentir para hacer sentir para emocionar
para hacer partícipe al espectador. Cada uno tiene que forjar su personalidad.
Eso es importantísimo. Es lo que al final va a arrastrar al público".
En todas las disciplinas, los que sueñan con llegar alto
tienen espejos. Y es necesario, porque además te mantiene la ilusión por llegar
a ser como tal o cuál. Claro que los espejos han de ser los idóneos. Ojo con
esto, porque hoy el concepto de "figura del toreo" está distorsionado.
Figura es quien compite con otros toreros, quien conoce y mata todos los
encastes y quien lo hace en las plazas de importancia. Hoy, no hay nadie así. Y
quien puede serlo, se cambia de bando. Ejemplo Diego Urdiales con la FIT. Paco
Ureña está en el buen camino, pero hay que darle tiempo.
Referente a la personalidad, fíjense lo que dictó Gregorio
Corrochano. Para mí, una sentencia con la que cerrar este artículo: "Lo
frecuente es que el nobel tome por modelo al torero en triunfo. Si se da cuenta
del por qué del triunfo, de qué normas de toreo llevaron al modelo al éxito,
bien está, siempre que sean normas clásicas, concretas y claras. Si lo que le
impresiona es lo externo del torero a quien quiere seguir, porque ve que es lo
más aplaudido, acaso coincida ocasionalmente con el público, pero seguirá un
camino peligroso, no por lo que tiene de riesgo, sino por lo que tiene de
equivocación. No debe confundir la técnica con el estilo, que es el hombre.
Debe huir de las imitaciones con rasgos de caricatura. Comprendo que es fácil
caer en el error, y que es inútil la advertencia a los que se ciegan en la
copia, pero entiendo que debo hacerla. Si se pudiera asimilar la personalidad,
no daría el aviso, pero la personalidad va de dentro afuera, y lo que se ve -
lo de fuera- , lo que puede copiarse, no es lo auténtico, es lo relativo, y la
copia no pasa de plagio. Los plagiarios tuvieron vida efímera y trajeron la
monotonía, porque está al alcance de los demás. Si tuviera que apoyar este
concepto en hechos demostrativos, diría que Belmonte y Manolete, los dos
toreros de más acusada personalidad que yo he conocido, y que han tenido más
imitadores, han sido los peor imitados, y los que han traído más confusión al
toreo, porque lo que había en ellos de torero, eso, ni lo vieron, ni lo pudiera
sospechar sus imitadores".
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