CARLOS RUIZ VILLASUZO
¿Podría un partido político basado en el sustento de la Tauromaquia sacar 285.000 votos en unas elecciones generales? ¿Podríamos obtener más de 1.5% de los votos del censo? ¿Lograríamos, en menos de seis meses que han separado a las dos elecciones generales, aumentar nuestros votos en un 38%? ¿Existen en España alrededor de 300.000 personas dispuestas a poner la libertad por el desarrollo de la Tauromaquia como prioridad en sus vidas? La respuesta de este medio es que no. Y, sin embargo, nuestra propuesta y nuestra fe, es que la respuesta sea sí.
¿Podría un partido político basado en el sustento de la Tauromaquia sacar 285.000 votos en unas elecciones generales? ¿Podríamos obtener más de 1.5% de los votos del censo? ¿Lograríamos, en menos de seis meses que han separado a las dos elecciones generales, aumentar nuestros votos en un 38%? ¿Existen en España alrededor de 300.000 personas dispuestas a poner la libertad por el desarrollo de la Tauromaquia como prioridad en sus vidas? La respuesta de este medio es que no. Y, sin embargo, nuestra propuesta y nuestra fe, es que la respuesta sea sí.
Hay un partido político que ha superado ya a Bildu, por
supuesto a UPyD, y que tiene casi los mismos votantes que el PNV y muchos más
que Coalición Canaria. Los nacionalistas vascos tienen 5 diputados, y los otros
grupos citados, también han logrado representación en el nuevo Parlamento. Sólo
por cuestiones de dispersión provincial y la Ley D´Hont, el PACMA (Partido
Animalista Contra el Maltrato Animal) no tendrá
ningún diputado en el Parlamento. Con otra ley electoral (la que sin
duda alguna saldrá de esta nueva legislatura gobierne quien gobierne) los animalistas
tendría, al menos tres diputados o cuatro.
Los resultados de estas elecciones mantienen un compás de
espera sobre el presente y el futuro del toreo. Hemos salvado el peor
escenario, pues a la izquierda del PSOE las bajas fueron cuantiosas. Pero Podemos
sería el problema menor por ser conocido, y el PSOE problema mayor por voluble
y claudicante en pactos locales y comunitarios. Hay una tregua, si. Entre otras
cosas porque en las negociaciones posibles para gobernar, la prohibición de la
Tauromaquia no va a estar presente. No es una prioridad ni del PSOE ni de
Ciudadanos, ni, por supuesto, del PP. Pero es una tregua al azar y no un tiempo
pactado. Hemos logrado tiempo para trabajar, para estructurarnos, salir de la
cueva y armarnos socialmente.
Todas estas cuestiones: trabajo, estructura, hoja de ruta,
prioridades, medios… ya no pasan por dar respuesta a las preguntas, sino por
hacer las preguntas correctas. Los trabajos sobre asuntos legales,
constitucionales, económicos, artísticos y culturales, son respuestas a
preguntas correctas. Pero antiguas. Necesarias, pero ya no tan prioritarias.
Importantes, pero ya no urgentes. Esenciales, pero no vitales, insuficientes para enfrentarnos a las dos o
tres preguntas correctas que el toreo y
sus gestores parecen no querer hacerse como hasta hace diez minutos no se
hacían sobre lo jurídico, lo legal o lo económico o lo ecológico.
1.- ¿Cuál es el
‘enemigo’ presente y futuro de la Tauromaquia a corto, medio y largo plazo?
La mayoría de los taurinos responderían a la primera
pregunta diciendo que el ‘enemigo’ se identifica con ciertos grupos políticos.
Podemos, por ejemplo. Los nacionalistas catalanes, por ejemplo. Una respuesta
absolutamente errada, que nos ha hecho dar palos de ciegos una y otra vez. La
política o el político no se hace o nace antitaurino. La clase política vive de
captar ideas, deseos, sensaciones, necesidades de la sociedad y, hoy, una de ellas, es el buen trato al animal en dos
movimientos sociales ya muy delimitados por los sociólogos y politólogos: el
bienestarismo animal y el llamado animalismo (corrientes sociales del siglo XXI
que han suplantado el ecologismo). Creer que Podemos u otro partido político es
el enemigo, es muy grave, pues estamos haciendo un diagnóstico errado.
Diagnosticar mal lleva a una mala cirugía y ésta, a un fatal desenlace. El
enemigo no tiene sede ni código postal, ni una sigla ni una dirección de
correo.
2.- ¿Qué argumentos,
metodología, estructura y medios poseen para alcanzar su objetivo?
Desde la definición de cada una de estas corrientes, podemos
responder a esta pregunta. El bienestarismo animal es un sentir social
mayoritario de los tiempos nuevos, basado en decir no al maltrato al animal y
que se expresa con la adquisición de una
mascota para su mimo y cuidado casi humano. Todos, en el fondo, llevamos dentro
un bienestarista. Todos formamos parte, de alguna forma, de esa masa común que
mima a un perro, que juega con el gato, que comparte con ellos sensaciones casi
familiares. Y, en esta masa, en este
océano mayoritario, pesca el animalismo: la corriente activa y política que
busca que el animal tenga derechos iguales a los seres humanos.
Este es el enemigo y su metodología. Cuyo crecimiento y
calado social ha logrado tener tanta fuerza que los partidos políticos ya han
comenzado a recoger sus aspiraciones y deseos en normativas y leyes. Lo dijimos
hace más de diez años y lo seguimos diciendo: el toreo se está prohibiendo a
través de las modificaciones de las leyes de defensa de los animales. Hay una
por cada Comunidad Autónoma.
Esta metodología se basa en una retroalimentación muy
diseñada y mejor trabajada. De una parte, el animalismo activo (podríamos decir
que un animalista primero fue un bienestarista, o que es la derivación radical
del bienestarista) se ha estructurado políticamente en partidos como el PACMA
que, en apenas un año, ha logrado tener el respaldo de casi 300.000 censados.
Cuidado: gentes cuya prioridad social y vital es la lucha por lograr derechos a
los animales. Además, se ha filtrado en todas las organizaciones urbanas y
locales que han alcanzado el poder en Barcelona y Madrid, por ejemplo.
De otra parte, el animalismo activista y político que
reclama derechos legales y recursos presupuestarios para los animales, actúa
como animador del bienestarismo, como agitador, como reclamo, pues trabajan
mediáticamente contra las corridas de toros, contra la caza del zorro, etc…
Tienen un impacto mediático tan grande y tan continuado en el tiempo, que su
mensaje ya es visto con buenos ojos por
esa gran masa de bienestaristas que, el fondo, comienzan a creer que prohibir
las corridas de toros sería una buena cosa. Pobre toro.
Los partidarios que capta el animalismo para sus filas
tienen un promedio de edad no superior a los 35 años y en las grandes ciudades,
las nuevas generaciones cuya relación con el animal sólo es a través de la
mascota. En la localidad de Tordesillas (toro Vega y población centro rural),
de un censo de unos 5.000 votantes, sólo 12 votaron PACMA. En ciudades de menos
de 20.000 habitantes, los votos han sido muy escasos. Esta estructura
consolidada cuenta, además, con el interés coincidente y/o interesado de las
multinacionales del sector de la mascota (bienestarismo animal), el negocio
mundial de mayor progresión y facturación que se basa en conducir las emociones
que sentimos con nuestras mascotas hacia el consumo más capitalizado e
industrializado. No hay una ideología de bondad con el animal, sino un uso
económico de nuestro sentimiento de bondad para con el animal.
3.- ¿Cuál es su objetivo
final?
El objetivo del animalismo es dotar a los animales de
derechos. Cambiar la relación entre humanos y animales hasta llegar al llamado
no especismo (que no exista discriminación de trato y derechos por razón de
especie). Para esa meta a largo plazo, este movimiento trata de poner fin a
símbolos de relación con animales como la tauromaquia, las expresiones
populares con toros y todo tipo de animales, la caza del zorro, la cría de ocas
en Francia, etc… Batallas mediáticas que, tratadas de forma sesgada en los
medios y sin información en las nuevas generaciones, está ganando adeptos en
esa zona ‘neutral’, adquiriendo un calado social de grandes proporciones.
Si sabemos quién es el enemigo y hacia dónde se dirige,
hemos de caminar hacia ese mismo lugar.
Adelantarse en estrategias y actos. Hasta ahora vivimos a rebufo y remolque de
sus acciones. Está bien tratar de argumentar y contrarrestar sus ataques con
acciones de todo tipo. Pero los gestores de la tauromaquia han de tratar de
elaborar un plan de calado social, de información, de penetrabilidad en el día
a día. En los medios, tertulias, círculos de opinión y económicos. Un trabajo
pautado, elaborado, inteligente. Con gente capaz de mantener discursos
coherentes y de fácil calado social.
Calar en esa gente aún neutral indicando con el dedo que el
animalismo es un extremismo radical que busca repartir derechos y recursos con
el animal mientras que los humanos de al lado sufren pobreza y mal trato. Que
la lucha ha de ser, aún y hasta el final, por la felicidad de un animal: el ser
humano.
A los animalistas, señalarles cada día que su sensibilidad
con la mascota es compatible con actividades como la Tauromaquia. Que el mal
trato es la relación de mercado multimillonario del negocio de las mascotas:
castradas, esterilizadas, manipulada en su genética y desnaturalizadas. Para
servir al negocio más rentable del mundo global. Hablar de arte significará que
pondrán delante a otros artistas. Hablar de economía frente a la economía
infinitamente superior de las mascotas, parece tiempo perdido… Cuestiones de
libertad, de derechos y de maltrato animal son los argumentos de base. La
batalla está en la sociedad. Sin calado social el futuro está entre
interrogantes.
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