miércoles, 29 de junio de 2016

EDITORIAL MUNDOTORO – La estrategia de mi enemigo

CARLOS RUIZ VILLASUZO

¿Podría un partido político basado en el sustento de la Tauromaquia sacar 285.000 votos en unas elecciones generales? ¿Podríamos obtener más de 1.5% de los votos del censo? ¿Lograríamos, en menos de seis meses que han separado a las dos elecciones generales, aumentar nuestros votos en un 38%? ¿Existen en España alrededor de 300.000 personas dispuestas a poner la libertad por el desarrollo de la Tauromaquia como prioridad en sus vidas? La respuesta de este medio es que no. Y, sin embargo, nuestra propuesta y nuestra fe, es que la respuesta sea sí.

Hay un partido político que ha superado ya a Bildu, por supuesto a UPyD, y que tiene casi los mismos votantes que el PNV y muchos más que Coalición Canaria. Los nacionalistas vascos tienen 5 diputados, y los otros grupos citados, también han logrado representación en el nuevo Parlamento. Sólo por cuestiones de dispersión provincial y la Ley D´Hont, el PACMA (Partido Animalista Contra el Maltrato Animal) no tendrá  ningún diputado en el Parlamento. Con otra ley electoral (la que sin duda alguna saldrá de esta nueva legislatura gobierne quien gobierne) los animalistas tendría, al menos tres diputados o cuatro. 

Los resultados de estas elecciones mantienen un compás de espera sobre el presente y el futuro del toreo. Hemos salvado el peor escenario, pues a la izquierda del PSOE las bajas fueron cuantiosas. Pero Podemos sería el problema menor por ser conocido, y el PSOE problema mayor por voluble y claudicante en pactos locales y comunitarios. Hay una tregua, si. Entre otras cosas porque en las negociaciones posibles para gobernar, la prohibición de la Tauromaquia no va a estar presente. No es una prioridad ni del PSOE ni de Ciudadanos, ni, por supuesto, del PP. Pero es una tregua al azar y no un tiempo pactado. Hemos logrado tiempo para trabajar, para estructurarnos, salir de la cueva y armarnos socialmente.

Todas estas cuestiones: trabajo, estructura, hoja de ruta, prioridades, medios… ya no pasan por dar respuesta a las preguntas, sino por hacer las preguntas correctas. Los trabajos sobre asuntos legales, constitucionales, económicos, artísticos y culturales, son respuestas a preguntas correctas. Pero antiguas. Necesarias, pero ya no tan prioritarias. Importantes, pero ya no urgentes. Esenciales, pero no vitales,  insuficientes para enfrentarnos a las dos o tres  preguntas correctas que el toreo y sus gestores parecen no querer hacerse como hasta hace diez minutos no se hacían sobre lo jurídico, lo legal o lo económico o lo ecológico.

1.- ¿Cuál es el ‘enemigo’ presente y futuro de la Tauromaquia a corto, medio y largo plazo?
La mayoría de los taurinos responderían a la primera pregunta diciendo que el ‘enemigo’ se identifica con ciertos grupos políticos. Podemos, por ejemplo. Los nacionalistas catalanes, por ejemplo. Una respuesta absolutamente errada, que nos ha hecho dar palos de ciegos una y otra vez. La política o el político no se hace o nace antitaurino. La clase política vive de captar ideas, deseos, sensaciones, necesidades de la sociedad y, hoy, una  de ellas, es el buen trato al animal en dos movimientos sociales ya muy delimitados por los sociólogos y politólogos: el bienestarismo animal y el llamado animalismo (corrientes sociales del siglo XXI que han suplantado el ecologismo). Creer que Podemos u otro partido político es el enemigo, es muy grave, pues estamos haciendo un diagnóstico errado. Diagnosticar mal lleva a una mala cirugía y ésta, a un fatal desenlace. El enemigo no tiene sede ni código postal, ni una sigla ni una dirección de correo.

2.- ¿Qué argumentos, metodología, estructura y medios poseen para alcanzar su objetivo?
Desde la definición de cada una de estas corrientes, podemos responder a esta pregunta. El bienestarismo animal es un sentir social mayoritario de los tiempos nuevos, basado en decir no al maltrato al animal y que se expresa con  la adquisición de una mascota para su mimo y cuidado casi humano. Todos, en el fondo, llevamos dentro un bienestarista. Todos formamos parte, de alguna forma, de esa masa común que mima a un perro, que juega con el gato, que comparte con ellos sensaciones casi familiares. Y, en  esta masa, en este océano mayoritario, pesca el animalismo: la corriente activa y política que busca que el animal tenga derechos iguales a los seres humanos.

Este es el enemigo y su metodología. Cuyo crecimiento y calado social ha logrado tener tanta fuerza que los partidos políticos ya han comenzado a recoger sus aspiraciones y deseos en normativas y leyes. Lo dijimos hace más de diez años y lo seguimos diciendo: el toreo se está prohibiendo a través de las modificaciones de las leyes de defensa de los animales. Hay una por cada Comunidad Autónoma.

Esta metodología se basa en una retroalimentación muy diseñada y mejor trabajada. De una parte, el animalismo activo (podríamos decir que un animalista primero fue un bienestarista, o que es la derivación radical del bienestarista) se ha estructurado políticamente en partidos como el PACMA que, en apenas un año, ha logrado tener el respaldo de casi 300.000 censados. Cuidado: gentes cuya prioridad social y vital es la lucha por lograr derechos a los animales. Además, se ha filtrado en todas las organizaciones urbanas y locales que han alcanzado el poder en Barcelona y Madrid, por ejemplo.

De otra parte, el animalismo activista y político que reclama derechos legales y recursos presupuestarios para los animales, actúa como animador del bienestarismo, como agitador, como reclamo, pues trabajan mediáticamente contra las corridas de toros, contra la caza del zorro, etc… Tienen un impacto mediático tan grande y tan continuado en el tiempo, que su mensaje ya es  visto con buenos ojos por esa gran masa de bienestaristas que, el fondo, comienzan a creer que prohibir las corridas de toros sería una buena cosa. Pobre toro.

Los partidarios que capta el animalismo para sus filas tienen un promedio de edad no superior a los 35 años y en las grandes ciudades, las nuevas generaciones cuya relación con el animal sólo es a través de la mascota. En la localidad de Tordesillas (toro Vega y población centro rural), de un censo de unos 5.000 votantes, sólo 12 votaron PACMA. En ciudades de menos de 20.000 habitantes, los votos han sido muy escasos. Esta estructura consolidada cuenta, además, con el interés coincidente y/o interesado de las multinacionales del sector de la mascota (bienestarismo animal), el negocio mundial de mayor progresión y facturación que se basa en conducir las emociones que sentimos con nuestras mascotas hacia el consumo más capitalizado e industrializado. No hay una ideología de bondad con el animal, sino un uso económico de nuestro sentimiento de bondad para con el animal.

3.- ¿Cuál es su objetivo final?
El objetivo del animalismo es dotar a los animales de derechos. Cambiar la relación entre humanos y animales hasta llegar al llamado no especismo (que no exista discriminación de trato y derechos por razón de especie). Para esa meta a largo plazo, este movimiento trata de poner fin a símbolos de relación con animales como la tauromaquia, las expresiones populares con toros y todo tipo de animales, la caza del zorro, la cría de ocas en Francia, etc… Batallas mediáticas que, tratadas de forma sesgada en los medios y sin información en las nuevas generaciones, está ganando adeptos en esa zona ‘neutral’, adquiriendo un calado social de grandes proporciones.

Si sabemos quién es el enemigo y hacia dónde se dirige, hemos  de caminar hacia ese mismo lugar. Adelantarse en estrategias y actos. Hasta ahora vivimos a rebufo y remolque de sus acciones. Está bien tratar de argumentar y contrarrestar sus ataques con acciones de todo tipo. Pero los gestores de la tauromaquia han de tratar de elaborar un plan de calado social, de información, de penetrabilidad en el día a día. En los medios, tertulias, círculos de opinión y económicos. Un trabajo pautado, elaborado, inteligente. Con gente capaz de mantener discursos coherentes y de fácil calado social.

Calar en esa gente aún neutral indicando con el dedo que el animalismo es un extremismo radical que busca repartir derechos y recursos con el animal mientras que los humanos de al lado sufren pobreza y mal trato. Que la lucha ha de ser, aún y hasta el final, por la felicidad de un animal: el ser humano.

A los animalistas, señalarles cada día que su sensibilidad con la mascota es compatible con actividades como la Tauromaquia. Que el mal trato es la relación de mercado multimillonario del negocio de las mascotas: castradas, esterilizadas, manipulada en su genética y desnaturalizadas. Para servir al negocio más rentable del mundo global. Hablar de arte significará que pondrán delante a otros artistas. Hablar de economía frente a la economía infinitamente superior de las mascotas, parece tiempo perdido… Cuestiones de libertad, de derechos y de maltrato animal son los argumentos de base. La batalla está en la sociedad. Sin calado social el futuro está entre interrogantes.

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