El extremeño reivindica mañana
«los valores solidarios del toreo» con una encerrona en la tradicional Corrida
de Asprona de Albacete.
ISMAEL DEL PRADO
@isma83svb
Diario LARAZON de Madrid
Estratega como pocos, Alejandro Magno aleccionaba a sus
tropas afirmando que «tras la conducta de cada uno se esconde el destino de
todos». Solidaridad a raudales. Principios para toda una vida como esa escala
de valores que rige el toreo y que incluso lo trasciende. La validez del día a
día. Mañana, Miguel Ángel Perera se aferrará a ello para recordarnos que el
toreo sigue siendo compromiso. Seis toros en solitario en Albacete, su plaza
talismán, en una fecha con solera, la tradicional Corrida de Asprona, a cuyo
beneficio irá la encerrona de un rebelde con causa inmerso al alimón en otra
lucha: la suya propia por recobrar la gloriosa vereda del éxito tras la brutal
cornada sufrida el pasado septiembre en Salamanca.
–¿Por qué Albacete y
por qué una encerrona en la de Asprona?
Porque tiene todos los alicientes. Desde 2007 me ha regalado
tardes para el recuerdo, de indultos como «Pescadero», de rivalidad, de
triunfos... que han supuesto mucho en mi carrera. Hace dos años me ofrecieron
ser pregonero de sus fiestas, la corrida de Asprona siempre tuvo su vitola y,
sobre todo, ese matiz solidario.
–Cederá sus
honorarios por una buena causa, en estos momentos del «todo vale» contra la
Tauromaquia, conviene recordar más que nunca que el toreo siempre fue
solidaridad...
El toreo siempre fue solidario, ahora, por desgracia, ante
tanto ataque el sector lo está cantando más, pero toda la vida lo fue. Esa
escuela de valores para la vida que lamentablemente la sociedad está perdiendo
cada vez más. En las grandes tragedias, con los propios compañeros, con los
desfavorecidos... El toreo nunca falló. Ahora me toca a mí. Es de lo que más
orgulloso me siento, más allá de la repercusión que pueda darle a mi carrera,
de aportar mi humilde contribución.
–Además, como antaño,
televisada para todo el país...
Eso es. Es bonito que el toreo ocupe, aunque sea salpicado y
con cuentagotas, su lugar en la televisión. Por desgracia, y salvo honrosas
excepciones, es mucho menos del que se merece, porque se ganó otro trato, pero
es una forma de mantener ese vínculo con la sociedad. Ya que, en los últimos
años, no tenemos en la televisión pública ni el tiempo ni el espacio que nos
corresponde, por lo menos este año recuperamos una corrida tradicional, que era
fija en la programación de cada temporada.
–Y que en los últimos
años parece que ha perdido cierto lustre en el calendario...
Sí, coincido contigo. No sé los motivos, pero es verdad que
parece que ha perdido parte de esa categoría que la equiparaba a tardes tan
importantes como la Prensa y la Beneficencia en Madrid, la Goyesca de Ronda, el
Domingo de Resurrección... Cada uno con su importancia, pero Asprona estaba en
ese ramillete de tardes diferentes, con personalidad, en la que todos los
toreros queríamos estar. Espero que mi granito de arena sirva para que recupere
su esplendor.
–¿El solo de mañana
supondrá un punto de inflexión en su carrera?
Me gustaría que fuera una de esas tardes que cuando me
retire recuerde por encima del resto. Yo no estoy respaldado por ninguna gran
casa ni empresario, así que dependo muchísimo de los triunfos. Ni en Sevilla ni
en Madrid he podido reivindicar mi cartel, así que mañana es otra oportunidad
de hablar en la plaza, dónde todo torero tiene que hacerlo.
–¿Es tan duro el
camino de la independencia?
Muchísimo más. Los intereses creados son brutales y se ha
llegado a un punto de mercadería en el que no se prima la calidad. A la más
mínima que flojees, te borran de un plumazo, y yo estos últimos años lo he
podido comprobar en mis carnes. Por eso, cada vez menos toreros van por libre.
Pero me identifico mucho con este camino que escogí junto a Fernando Cepeda.
Aunque trague muchos sinsabores, me reconforta saber que he sido honesto y leal
a todos mis compañeros y a mi profesión. Eso no está al alcance de todos. Es mi
mayor triunfo.
–Sinsabores como su
ausencia los últimos años en Sevilla...
Han sido años muy jodidos. Por mucho que la gente se piense,
no es plato de buen gusto quedarte en casa y ver la Feria de Abril por
televisión varios años. Primero, porque dejas de torear que es lo que amas; y
segundo, lógicamente, porque es un dinero que dejas de ganar. Me sentí un poco
incomprendido este tiempo, se nos atacó mucho al denominado G5 y éramos los
primeros que deseábamos ir a Sevilla, pero existiendo una educación, un
respeto, unos cauces cordiales.
–Tampoco en Madrid se
ha aclarado el horizonte.
No, tal como vino la tarde de El Vellosino... Se podía
esperar. Pero con la de Fuente Ymbro, la desilusión fue grande. Si de algo
tienen fama los toros de Ricardo (Gallardo) es de su movilidad. Había matado en
su casa incluso toros de esta camada que se le habían lastimado y salieron
extraordinarios... No lo esperaba.
–Al menos, la cornada
de Salamanca ya es historia.
Sí, porque fueron meses muy duros, con mucho dolor y en los
que nunca me he visto tan débil, tan mermado físicamente. Me obsesioné un poco
con reaparecer en Lima, pero cuando empecé a entrenar vi que no estaba, porque
la evolución del día a día era casi nula. Eso me frustraba. Pasé mes y medio de
inactividad total, así que era peor que partir de cero. El panorama era
desolador, de hecho, terminaron pasando seis meses hasta que volví a los ruedos
en Olivenza.
–¿Cuántas cornadas
tiene?
En total, creo que son 15. Ninguna como esta.
–¿Pesa más el traje
de luces el día que regresas del hule?
Pesan los miedos, las dudas, esa autoexigencia de querer
volver cuanto antes y en el mismo sitio que antes. Quieres demostrarlo a los
demás, pero sobre todo a ti. Por eso, a mi primer toro en Olivenza lo paré
exactamente igual que el que me cogió en Salamanca. Vencer a ese trauma que
amenaza es el mayor miedo.
–Entrenar la mente
tanto o más que el cuerpo.
Sí, desde que estoy en activo, nunca había pasado tanto
tiempo sin torear. Puedes hacer mucho campo, mucho tentadero, pero no iguala a
la plaza. Allí, tienes que estar convencido de lo que haces, porque muchas
veces abusas de esa confianza en ti mismo. No lo piensas, te ves con capacidad
y te abandonas, ahí es cuando llegan las cornadas.
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