ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Cuando Enrique Ponce me contó antes de que cayese la noche
del invierno su proyecto operístico, su sueño de combinar ópera y toros, música
clásica y toros, bandas sonoras y toros, pensé, y deseé, que se quedase en eso,
en el proyecto.
Una vez que lo anunció con seis toros en la recoleta placita
de Istres (Francia) ya vi que la cosa tomaba cuerpo, pero bueno, me dije, Istres
es Istres y tampoco hay por qué rasgarse las vestiduras si en un espectáculo
singular -en lo orquestal- Enrique se quiere pegar en gustazo, después de 27
añazos de alternativa, de torear a los acordes de Turandot, como ya sucedió en
Nimes, La Misión o El Concierto de Aranjuez.
"Le Palio tampoco es La Maestranza ni Bilbao y puede
permitirse ese lujo relativamente sacrílego y ese cartelito de bolo
discotequero con el maestro de Chiva en plan Luis Aguilé envuelto en fusas,
semifusas, corcheas y pentagramas", me tranquilicé.
Lo que jamás, jamás, imaginé, es que el esmoquin de James
Bond del anuncio iba a cobrar vida en el cuerpo de EP en un ruedo: Nunca digas
nunca jamás. Yo, que a Maxi Pérez le había hecho la coña sobre si la corrida
era de luces o de pajarita, como una broma estrambótica y surrealista,
incumplible por desorbitada, me quedé sin sangre cuando los portales taurinos
empezaron a subir las fotografías de Enrique Ponce con el esmoquin en el ruedo.
Y luego toreando a placer.
Ponce, el torero de época, el hombre que superó durante 10
temporadas consecutivas las 100 corridas de toros, el imbatible sabio, el
incombustible Minotauro, el catedrático del último San Isidro, se acababa de
pegar una pasada de 1.000 pueblos.
Dice Maxi en su crónica desde Istres que ha sido una tarde
mágica, la sublimación de la madurez de Enrique, las ocho orejas, los dos
rabos, la Biblia en verso, el enésimo indulto... Mas eso de cambiar el vestido
de torear en el quinto toro por un esmoquin a mí me parece un petardo gordo, un
ridículo sublime, una patada en el hígado del toreo, en lo poquito que le queda
ya de rito.
Repasa uno las fotografías y no se sabe si se trata de un
portadón del ¡Hola!, una despedida de soltero o el final pedo de un bautizo.
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