El payanés Guillermo Valencia
marcó distancias con sus alternantes en dos faenas de distinto corte. *** Toñete
saludó, y Manrique, muy avisado, vio irse vivo al quinto. *** Compleja
novillada de Ambaló.
JORGE ARTURO DIAZ
REYES
@jadr45
La tarde comenzó ilusionante pero quizá también demasiado
exigente. La completísima faena de Valencia fue premiada con solo una oreja, y
eso porque su señoría, con buen criterio decidió ejercer su potestad y
complementó la rala petición con el pañuelo blanco. Y era para más, digo yo.
Del primer lance a la suerte suprema el sobrio novillero potenció las virtudes
del jandillita, nobleza y suavidad, y matizó con buen gusto y postura sus
falencias de codicia, imponencia y fiereza.
Portagayola de rodillas, tres verónicas, chicuelinas y larga
afarolada también postrado en los medios. Todo ligado, todo vistoso, todo
torero. “Vagabundo” se deja en la certera puya de Clovis, todos se dejaron, y
el quite vuelve a llenar de color el histórico ruedo: dos marcheneras, una
caleserina, un farol invertido y una señora media. Capote alegre, capote sin
dobleces, capote largo. El brindis va por la estóica afición bogotana (que ha
padecido tanta plaga), y de tablas a medios aguantando galope, pedresina (no
péndulo) como apertura de un tercio de muleta que corrió por las dos manos.
Mejor por los dos pitones, izquierdo y derecho, con asepsia, trazo limpio y
estrofas cortas pero consonantes.
Nada de retórica, nada de
adornos redundantes. Puntos y aparte, con el obligado, acaso un molinete,
de pronto un cambio de mano o un discreto desplante. Vocación clásica de
reverencia litúrgica. Nada de populismos, ni de izquierda ni de derecha. Las
cosas justas, como son, como deben ser. Sonaba “Silverio Pérez” y la joven
clientela, bota en ristre, acompañaba contenta pero sin llegar al paroxismo
¿Por qué? Porque el novillo no transmitía lo suficiente, y porque la
tauromaquia tan correcta tenía un cierto grado de frialdad, se torea como se
es. Ni las manoletinas, única concesión a la galería, lograron incendiar el
tendido. Además la espada total entró ligeramente desprendida y por ende con
efecto tardo. Ahí se extravió el premio mayor.
Con el cuarto, pitado por mansobronco, apostó, lo recibió en
redondo, cuatro veces de rodillas, luego, en
varias ocasiones las tarascadas tocaron el pecho. En una le tiraron a
tierra y le buscaron sin herirlo. Riesgo generoso, sereno, pero sin esperanza.
Pinchazo y estocada delantera deshicieron el conflicto. Las palmitas fueron
mezquino pago por todo lo que se jugó.
El bogotano Andrés Manrique, salió al ruedo por méritos
colectivos. Lo hizo en representación de sus compañeros durante la huelga de
hambre por la reapertura de la plaza. Les brindó el quinto. Mereció mejor
suerte, pero también más acierto con los engaños y sobretodo con el acero.
Cinco avisos, dos con uno y tres con otro, dicen todo. El segundo fue muy
parecido de juego al primero de Valencia incluso quizá con un poco más de
vibración. El que se le fue vivo antes de traumatizarle la mano de matar fue un
marrajo de siete suelas.
El madrileño Antonio Catalán “Toñete”, fue recibido con
afecto. Cayó en gracia desde el paseíllo. Su faena en extremo derechista con el
mansurrón tercero transcurrió entre jaleo y pasodoble. Incluso cuando el animal
se quedó la porfía siguió con el mismo apoyo popular, pero el espadazo
contrario ineficaz y el descabello apenas permitieron ovación saludada. Con el
impotable sexto, sus esfuerzos hubiesen ganado también reconocimiento a no ser
por la renuncia irrevocable del negro, los cuatro pinchazos, la media tendida,
los tres descabello y los dos (casi tres) avisos.
El añejo hierro caucano, trajo un encierro de simétricas y
uniformes hechuras, pequeño pero bonito. La bondad de los dos primeros
ilusionó. Se le abona. Pero malhaya. Dicen por ahí; de los buenos comienzos,
líbranos señor.
FICHA DEL FESTEJO
Seis utreros de Ambaló (en
Jandilla), bien presentados y desiguales de juego, bajos de raza en general.
Aplaudidos los dos primeros..
Guillermo Valencia, oreja y palmas.
Andrés Manrique, silencio tras dos avisos y silencio tras
tres avisos.
Antonio Catalán “Toñete”, saludo y silencio tras dos avisos.
Incidencias: Saludaron Hector
Fabio Giraldo tras parear al 2º, Ricardo
Santana y Carlos Garrido al 3º. Jaime Devia e Ignacio Páez al 5º. John
Jairo Suaza “Chiricuto” al sexto.
Sábado 4 de Febrero 2017. Plaza de Santamaría. 3ª de temporada. Sol,
nubes y frío.
Un tercio de plaza. Con picadores.
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