sábado, 4 de febrero de 2017

¿Sera el Gobierno quien organice las ferias taurinas?

La  celebración del ciclo taurino  de  San Cristóbal dejó numerosas interrogantes sobre el  futuro de la tauromaquia venezolana, por las más variadas razones. Algunos comentaristas apuntan  hacia la responsabilidad del empresario y no  faltan quienes, con toda intención, ocultan el  papel y la injerencia legal  que  compete  al  gobierno  del municipio, de manera directa  y a través de la autoridad taurina. Han surgido comentarios parcializados e interesados. Por ejemplo,  se oculta el consabido  cálculo  de la asistencia, pírrica, para  destacar un desigual balance  artístico  en el festejo dominical.

La  feria puede calificarse como no  exitosa,  de  un modo  global,  con causas  que tienen que ver con el manejo de las divisas  en el pasado,  pero que no sirven  sino para ver una parte del problema, aunque ese financiamiento oficial fue importante para mantener las ferias y, por supuesto, para  beneficios de unos cuantos.

Ahora ese no es el único  problema o la solitaria causa de los males. Venimos arrastrando una decadencia paulatina, de  años, de, al menos, dos  décadas. Acaso no han contabilizado  la desaparición  de treinta  ferias  andinas que gozaban  de alguna  estabilidad, como por ejemplo Michelena, Lobatera, Colón, La Fría, Capacho, Delicias,  Santa  Ana, El  Piñal, San Antonio, Ureña,  etc., del  Táchira;  La Azulita,  Tucaní, Caño Zancudo, Bailadores (con recinto fijo), Chiguará (con recinto fijo), Ejido, Lagunillas, Jají, Canaguá, etc,  del  Estado Mérida;   Valera, Trujillo, Escuque,  de Trujillo.  Eran  fuente nutricia de las  ferias grandes porque iban calentando  el ambiente y generaban nuevos aficionados. Por supuesto, quedan aún en agenda las debilitadas  ferias de Táriba, La Grita, Rubio y El Vigía, no solo inestables sino también sometidas a las presiones locales.

De otro lado, y eso lo  advertimos  varias veces cuando convocábamos  a la unidad  y a la interacción de  todos los aficionados, lo que llamamos en su momento el asociacionismo  taurino, se requería  poner en  desarrollo nuevas ideas, estrategias y  planes para defender la  fiesta  frente  a las amenazas y asumir programas de  siembra  de  afición  en el sector joven,  apoyar la  comunicación  social y agregarle amigos en todos los sectores.
Los llamados sirvieron  en mucho porque pudimos celebrar encuentros y congresos  que le dieron  rango  a la tauromaquia como expresión cultural de una minoría social, proyectando  una imagen distinta  y  global, más  allá  del redondel.   Ahora,  cuando asistimos a la fase  final  de la fiesta brava (no diría que al  entierro), cosa   que no me  complace sino que me entristece,  no han salido las voces entusiastas,  sino las pesimistas y  críticas, a  señalar males, sin mostrar caminos.

Es necesario que los andinos dispongan  de reuniones, coloquios o conversatorios  para  buscar  ideas  nuevas y posibles rutas  de salvación  de la tauromaquia, como gran espectáculo de multitudes, porque,  a  decir verdad, seguirán los festejos con menor valor  y baja concurrencia,  decayendo cada día, mostrando nuestra pobreza y nuestra escasa razón.

Las grandes  ferias  vienen desapareciendo, no  es cíclico pero  debemos revertir estas tendencias  con integración  y  solidaridad plenas, sin egoísmos,  sin resentimientos, con amplitud,  queriendo  que la economía siga teniendo en nuestra  costosa afición taurina  uno de sus elementos importantes.

No podemos sentarnos a esperar  que sea  el gobierno nacional, o algunos estadales, como parte  del  turismo,  los nuevos  empresarios feriales, para regocijo  de pequeños grupos y para mantener sin razón  de  peso una tauromaquia no  sentida ni consentida, sino un pretexto derivado de motivaciones  de  escaso  valor.

Como viejo aficionado,  aquí me tienen a sus órdenes, si consideran  que puedo ser útil, a  los mejores y más nobles fines.

Nelson Hernández Ramírez
Presidente Fundador – Fundación Cultural Girón

No hay comentarios:

Publicar un comentario