MANOLO
MOLÉS
Ese dinero con el que compró casi todos los cines
de Barcelona lo dejaron en su taquilla los aficionados a los toros. Durante
muchos años don Pedro, el padre, hizo caja pero trabajó y vio el negocio, no sé
si además con afición, de dar en Barcelona más tardes de fiesta que incluso en
Madrid. Barcelona fue un maná de tardes de toros, de afición y de millones. El
viejo y respetado Balañá amasó millones y en su listeza alquiló al Ayuntamiento
de Barcelona la plaza de Las Arenas, entre otras cosas, para que no le saliera
competencia. Allí daba también festejos y por Navidad vendía miles de pavos.
Pavos que le enviaba desde Andalucía un ganadero con peso político en la época
de Franco, que se encargaba -¿recuerdan?- de las casetas de los Peones
Camineros que se esparcían al lado de aquellas carreteras de doble dirección.
Aquellos peones camineros en agradecimiento de oficio y casa le entregaban al
noble (de rango) ganadero un número anual de pavos por Navidad. Él se los
vendía a don Pedro y don Pedro a los catalanes.
DON PEDRO, EL GRAN NEGOCIANTE DE LA
BARCELONA TAURINA
Don Pedro era otra cosa. Yo no sé medir su grado
de afición. De listeza sí. Vio el maná y lo aprovechó con ingenio y curro.
Antes de acabar cualquier tarde de gloria, desde Domingo Ortega, Manolete o la
pareja tan rentable que fue Chamaco y Bernadó, don Pedro anunciaba ya la
próxima corrida. Y cada semana había dos, tres y no sé si cuatro festejos. A
plaza llena. Era un gran negociante. Y la pasta del toro la metió en la compra
de los cines de la ciudad.
Al final, la muerte, cerrada la Monumental de
barcelona. La Monumental estafa a la afición desde la política y la pela... Y
ahí está, tan hermosa, muerta de pena la plaza que fue la mina de oro de una
familia. Ahora el dinero está en otra parte. Y la Fiesta en Cataluña cerrado
por derribo
Yo era un crío cuando fui a la Monumental por
primera vez. Creo que escribía en Fiesta Española. Y don Pedro se enteró que
debutaba informativamente en su plaza. Se enteró de mi hotel, personalmente me
llamó y me invitó a comer, lo recuerdo perfectamente, en “El Canari de la
Garriga”. Era un catalán en el mayor sentido de la palabra. Negociante y grato
en el trato. En aquella época ya me contaba Antoñete que casi todos los
novilleros punteros iban a Barcelona a torear. Más que en Madrid. Más festejos
y mejor pagados. El hijo ya no fue lo mismo. Se mantuvo. Empezó a bajar, llegó
el turismo, abandonó al abonado y poco a poco, como una lección escrita de
antemano, fue vaciando la plaza. Y cuando llegaron los políticos del odio a
todo lo que huela a España, la Fiesta fue muriendo ante la indiferencia del
hijo y sus socios del negocio. Aquel tripartito acabó machacando todo. No
plazas portátiles. Tarragona convertida en un polideportivo, la muerte súbita
del toreo. Y Balañá venga cine y la plaza alquilada ¡Pasó cada personaje por
allí! Matilla era el único que la abrillantaba de tarde en tarde. Y al final,
la muerte, cerrada la Monumental. La monumental estafa a la afición desde la
política y la pela… Y ahí está, tan hermosa, muerta de pena la plaza que fue la
mina de oro de una familia. Ahora el dinero está en otra parte. Y la Fiesta en
Cataluña cerrada por derribo.
ESTE VA A SER EL AÑO DE LOS TOREROS
JÓVENES CON VALÍA
Otro asunto. Este año, a más de las figuras que lo
merezcan, a más de los veteranos necesarios, debe ser el año del paso a los
jóvenes que han demostrado su enorme valía. Y la lista de obligados a estar en
las ferias es muy clara: ése López Simón, el “juanbautista” predecesor de la
llegada de tanto refresco táurico. Ése se lo ha ganado, y cómo estuvo en Cali,
sin voces y a lo suyo. Ese Roca Rey ya imprescindible y cargado de valores y de
atractivo para el público. Ese Garrido, el “aguerrido” de Bilbao, de Bogotá y
de marcar su camino. Ese Ginés Marín que Padilla y yo lo vimos sin caballos y
dijimos: “Coño, ese tiene pinta de figura del toreo”. Ese Álvaro Lorenzo,
madurado a fuego lento en el horno torero de los Lozano (echo de menos las
charlas con José Luis). Durante años las tuvimos una vez por mes. Un mes pagaba
yo la comida y el otro Lozano. Yo le llevaba a restaurantes más caros para
martirizarlo porque no ha malgastado nunca más de lo justito. Por eso son tan
ricos. Y tan sabios. Y hay que abrirle todas las puertas a otro Adame, el
jovencísimo Luis David, que tiene todo para pelear en la gallera de los
mejores. Y no lo veo en Valencia y debe estar en Sevilla y en todas partes.
Sigo teniendo fe en Filiberto. Y tendrá que romper ese Martín Escudero tan
“tomasista” que se está cociendo a fuego lento. Gonzalo Caballero, tan diferente;
ese Javier Jiménez que nunca vuelve la cara. Ese Varea, ese Román redivivo. No
entro en las figuras (que sería bueno que alternaran las corridas, ahí con esas
me gustaría ver a muchos chavales de los nuevos) ni en los profesionales
consolidados.
Escribo sobre el futuro, sobre los que ahora ya valen y son
necesarios y pueden ser las figuras de los próximos años. Denles sitio. Simón
lo ha hecho siempre y debe seguir la línea de aquella “Primavera de Nimes” con
los nueve o doce novilleros más prometedores. Fue una gran cantera de futuras
figuras. Abran las ganaderías, abran los carteles, abran el futuro que para
cerrarlo ya está Balañá.
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