ZABALA DE LA SERNA
Diario EL MUNDO de Madrid
@zabaladelaserna
Como si del ofrecimiento a José Tomás dependiese la
recuperación inmediata de los abonos perdidos durante la última década en Las
Ventas -quizá sobre la construcción de la oración en condicional y realmente
dependa de José Tomás-, Simón Casas trabaja volcado en la confección de la
Feria de San Isidro. Que JT (re)apareciese en Madrid tras los hitos históricos
del 5-J y 15-J de 2008 -siete orejas en dos tardes que fueron más que siete
orejas en dos tardes- sería el enésimo milagro de Casas en su fructífera
relación con el fenómeno de Galapagar.
A la espera de que el milagro sucediera, el
productor/empresario/apoderado debería afinar una Feria de San Isidro como si
el milagro fuese imposible. Y, por los rumores que salen de las voces calladas
de quienes pasan por el despacho de negociaciones de Plaza 1, la gran apuesta
de San Isidro suena a perfil antiguo.
Si Morante se queda fuera de mayo, si Manzanares comparece,
otra vez, únicamente en Beneficencia -este año extraída del bloque isidril y
como siempre fuera de abono-, si Juli sólo se anuncia dos tardes, de nuevo, si
Ponce repite como en 2016 en una única corrida, si Roca Rey se queda en un par
de compromisos como Talavante en lugar de tres, la hazaña de reflotar el abono
se va a tornar como la ascensión del Alpe d'Huez con una bicicleta de piñón
fijo.
Hay tiempo aún para todo. Sobre todo para la esperanza. Y
para no perder la fe, tan pronto, en Simón, el último hacedor de los grandes
acontecimientos.
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