ÁLVARO RODRÍGUEZ DEL
MORAL
El diestro madrileño José Tomás protagoniza este viernes en
el coso de Las Palomas, de Algeciras (Cádiz, sur), el último capítulo, por
ahora, de su intermitente historia taurina. Tomás actuará mano a mano con el
matador extremeño Miguel Ángel Perera en una corrida que se ha convertido en el
eje indiscutible de la Feria Real de la localidad gaditana, que se inició este
miércoles.
Es la única fecha que figura hasta este momento en la agenda
del matador, que aún no ha fijado ni día ni plaza para volver a enfundarse el
vestido de torear en 2018. La de Algeciras será, además, su primera actuación
en público después de actuar en la corrida coral organizada en la Monumental de
México el 12 de diciembre de 2017 a beneficio de las víctimas de los terremotos
que asolaron el país azteca.
El año anterior, la temporada 2016, solo había toreado en
siete corridas después de dejar 2015 prácticamente en blanco con una única
comparecencia en el coso mexicano de Aguascalientes, el mismo ruedo en el que
estuvo a punto de perder la vida en abril de 2010.
Antes de la brutal cornada del toro «Navegante»,
José Tomás ya era un torero de culto que había manejado como nadie los tiempos
y hasta una extraña -y efectiva- política de comunicación basada en no decir
nada. Desde entonces es una leyenda viva que ha espaciado al límite sus
comparecencias públicas para seguir convirtiendo cada una de sus salidas a la
palestra en una ocasión única.
José Tomás reapareció en la Feria de Julio de Valencia de
2011, un año después de aquel gravísimo percance. Lo hizo en medio de un clima
de impresionante expectación. Aquella temporada se redujo a nueve fechas y tampoco
fue demasiado pródiga en triunfos.
El diestro madrileño toreó mucho menos en 2012, tan solo
tres corridas, en las que incluyó la ya mítica encerrona nimeña que marcaría la
cumbre de este tramo de su vida torera. 2013 quedó en barbecho y cuatro fueron las
corridas apuntadas en 2014, que se redujeron a una sola en 2015: la nombrada
reaparición en Aguascalientes.
José Tomás ya ha rebasado de largo las dos décadas de una
alternativa que tomó, precisamente, el 10 de diciembre de 1995 en México. A
partir de ahí es obligado recordar otro trágico hito que, de alguna manera, ha
marcado la trayectoria del torero. Se trata de la gravísima cornada sufrida en
Autlán de la Grana, en el estado mexicano de Jalisco, el 16 de enero de 1996. Aquel
tremendo percance, como en Aguascalientes, obligó a hacerle varias
transfusiones de sangre para salvar su vida. Aún no se había convertido en la
leyenda que hoy es, y hubo un menor despliegue mediático. Su totemización
llegaría después del largo paréntesis que siguió a su marcha en 2002.
Desde aquel año, la hipotética reaparición de José Tomás se
había convertido en la comidilla de los inviernos hasta que, sorprendiendo a
todos, decidió volver a vestirse de luces un lustro después de desaparecer de
la escena pública. Lo hizo llenando hasta los topes la Monumental de Barcelona
el 17 de junio de 2007 iniciando otra etapa de su trayectoria marcada por la
elección cuidada de los escenarios, el ganado y los compañeros y el escaso
número de paseíllos cumplidos desde entonces, casi siempre fuera de las plazas
de mayor trascendencia y, siempre, lejos del coso de la Real Maestranza de
Sevilla.
Ha pasado el tiempo y cada una de sus actuaciones es también
una menos para el eclipse definitivo que se producirá cualquier día, en cualquier
plaza y sin anuncio previo.
El diestro de Galapagar (Madrid) volverá a enfundarse el
vestido de torear este viernes. Ha llenado la plaza y toda la feria; los
hoteles y hasta las mesas de los restaurantes, pero tampoco han faltado
críticas a las estrategias taurinas de esta vuelta.
Tomás comparecerá en el coso de Las Palomas con tres toros
de Núñez del Cuvillo especialmente escogidos para la ocasión. No habrá opción a
sorteo con Miguel Ángel Perera, que ha reseñado tres reses de Jandilla. La
tensión previa del encuentro queda así rebajada a pesar de la enorme
expectación despertada.
Mientras tanto, se sigue especulando con la próxima plaza
que podría pisar. En realidad ni siquiera se sabe con certeza si habrá otra
más. Una cosa es segura: Tomás no volverá a hacer una temporada al uso; tampoco
puede ser ya el paladín que defienda en el ruedo los ataques que sufre la
fiesta. Un día, sin anunciarlo, será la última. / EFE
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