Diego Ventura |
PACO AGUADO
Fotos: EFE
Fotos: EFE
La dilatada feria de San Isidro que este domingo finalizó
mantuvo intacto, por encima de otras consideraciones, su gran tirón de público
en las taquillas, a pesar de las lluvias, que condicionaron casi todo su
desarrollo, y del flojo balance artístico registrado en los 33 festejos
celebrados.
Con un total de 619.580 localidades vendidas en todo el
ciclo, según datos de la empresa gestora del coso, la media de ocupación de los
tendidos de Las Ventas durante este largo mes de toros fue de un 79 por ciento,
exactamente la misma que la del abono de 2017, que contó con un festejo más al
suspenderse uno por lluvia en esta edición .
Las siete tardes con lleno total (23.624 espectadores) y
otras ocho con aforos superiores a las 21.000 localidades hablan por sí solas
de la solidez de la afición madrileña, que mantiene intacta su costumbre de
acudir a los toros durante el mes de mayo, sean cuales sean los carteles que se
anuncien.
Porque, todo hay que decirlo, no eran muchos los atractivos
ni las verdaderas combinaciones sugerentes que ofreció al público la empresa
Plaza 1 en este su segundo año de su gestión de la Monumental capitalina, lo
que tuvo su reflejo en unos más que mediocres resultados artísticos.
Aunque se cortaran 36 orejas (19 de las cuales fueron para
los matadores de toros, en una cifra que no se alcanzaba desde 1974), fueron
muy escasas las que tuvieron auténtico peso específico, pues se pidieron y se
concedieron muy generosamente por un público impresionable y de muy festivo
talante en las tardes señaladas y por unas presidencias que abundaron en
decisiones erráticas.
Aun así, solo tres de los casi sesenta matadores de toros
anunciados lograron salir a hombros por la Puerta Grande, en concreto Alejandro
Talavante, Sebastián Castella y López Simón, y en todo caso también con amplia
complacencia, ya que las fuertes volteretas que sufrieron los dos últimos
fueron decisivas para que su actuación se premiara con holgura.
Del mismo cariz "amable" fueron también casi la
mitad del resto de orejas concedidas durante todo el abono, incluidas las de
algún novillero y varios rejoneadores, pues parecieron valorar más la lidia
bajo aguaceros o la reposición de los protagonistas tras aparatosos percances
que los méritos reales de las faenas.
En ese sentido, los mejores momentos de la feria vinieron de
la mano de Alejandro Talavante, al que hay que considerar como el auténtico
triunfador del ciclo, y Julián López "El Juli" -ante un excelente
toro de Alcurrucén en la Beneficencia-, así como fases aisladas de Castella, el
peruano Roca Rey, Cayetano, Pepe Moral o el mexicano Luis David Adame, entre
otros.
Pero también es importante señalar dos importantes
actuaciones que, por la clara falta de criterio de las presidencias, se
quedaron inexplicablemente sin trofeos, como fueron las de Fortes, que dio una
gran dimensión por su autenticidad, y Octavio Chacón, con su sólido oficio ante
una ilidiable corrida de Saltillo.
Precisamente uno de estos últimos ejemplares fue premiado,
también asombrosamente, con una inmerecida vuelta al ruedo en el arrastre, lo
que contrastó con la falta de reconocimiento que tuvo el sobresaliente juego de
varios de los numerosos toros notables que salieron por chiqueros durante todas
la feria.
Sobre todos ellos destacó el juego de "Cuba II, de
Puerto de San Lorenzo, "Ombú", de Juan Pedro Domecq,
"Licenciado", de Alcurrucén, o "Chaparrito", de Adolfo
Martín, sin olvidar el alto nivel medio de las dos corridas de Núñez del
Cuvillo y de las de Fuente Ymbro, Alcurrucén, El Pilar y alguna otra, además de
ejemplares sueltos con claras opciones de triunfo, incluido uno de Miura.
Entre tan larga lista de toros 'de orejas' -que ronda casi
los cuarenta- se hizo aún más evidente el mal momento por el que atraviesa el
grueso del actual escalafón de matadores, en el que sobrevive un buen número de
veteranos gastados y de figuras y toreros domésticos a medio gas, la mayoría de
los cuales han quedado en evidencia este San Isidro.
En todo caso, de las 36 orejas cortadas y las seis salidas a
hombros del total de la feria, quince de ellas y tres Puertas Grandes se
registraron en las relajadas corridas de rejones, por solo dos en las novilladas,
en las que lo más destacado corrió a cargo de Francisco de Manuel.
Más en concreto, siete de esas orejas y dos de tales salidas
triunfales en los rejones corresponden, con todo derecho, a Diego Ventura, el
jinete sevillano que, pletórico y arrollador, se convirtió en el primero de su
categoría en cortar un rabo en Las Ventas. Sin duda el hito por el que será más
recordada históricamente esta edición de San Isidro. / EFE
Sebastian Castella |
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