El rejoneador hispano-luso cuenta
sus sensaciones sobre la tarde del sábado en la que cortó un rabo en Las
Ventas.
RODRIGO CARRASCO
Diario LA RAZÓN de Madrid
Tras firmar la historia más grande del rejoneo hay algo que
a su autor no le permite disfrutarlo del todo. Entre felicitaciones y
emociones, una cuadra de su alma está como él describe parte de su profesión,
«hundida». En la voz del que este sábado bordó la tarde de su vida, solo hay
una pregunta para la que todavía no encuentra respuestas.
El pasado sábado fue la tarde del trofeo más codiciado. Pero
el éxito de Ventura no se justifica en un solo día, sino en su perseverancia y
regularidad. Este rabo es el resultado de una trayectoria marcada por el
inconformismo y la apuesta por la innovación y la variedad. «Nunca me conformé
con la Puerta Grande, mi objetivo siempre ha sido marcar una época en mi
profesión y para eso se necesita protagonizar cosas jamás vistas». En esta apuesta
por la novedad y el cambio Diego ha manifestado su reticencia a aceptar el
inmovilismo que se ha instalado en el rejoneo en cuestión de encastes, llegando
a sacrificar su presencia en la Feria de Abril de este año por esta causa.
No se sabía cuando pero se intuía que las décadas y décadas
de historia que acumula el arte de Marialva tenían reservada una página
privilegiada para este jinete hispano-luso, que ha cruzado hasta en 16
ocasiones la Puerta Grande de Las Ventas, siendo el hombre que más veces lo ha
logrado. «Conseguir este rabo ya era una obsesión» asegura. Pero el caballista
reconoce que «para firmar tardes así también se necesita algo de suerte y la
sensibilidad y valentía de un presidente a la altura. Tomó una decisión que
favorece a la tauromaquia y al rejoneo». Algo que nos dejó una imagen
para el recuerdo, Diego Ventura sosteniendo en un abrazo al alguacil que le
entregó el trofeo. «En mi primer toro me dijo que esa era la tarde, y así fue».
La tauromaquia de Ventura es plural, en ella se integran las
referencias en las que se inspiró desde su infancia, como la de Ángel Peralta.
«El haber estado junto a él durante doce años hace que su nombre esté ligado
para siempre a mi toreo».
Tres fueron los toros que Ventura mató el pasado sábado, pero
serán el doble en su comparecencia, ya confirmada, en la Feria de Otoño, otra
gesta insólita que se suma a su larga lista y para la que ya cuenta los días.
«Ser el primer jinete en encerrarse en esta Monumental es uno de mis sueños. A
Madrid le debo todo, mi vida y mi carrera. Su afición se merece una gesta a su
nivel».
Un torero que cuenta sus comparecencias en este San Isidro
por duelos. Un adicto a la rivalidad. «Han sido dos mano a mano de gran nivel.
Siempre me ha gustado competir con los toreros que están en mejor forma y creo
que Leonardo y Andy lo están». Pero a Ventura no le preocupa quién venga a
intentar arrebatarle su cetro, sino aquellos territorios en los que no puede
defenderlo.
La trayectoria de Ventura no es un camino de rosas, sino con
sus luces y sus sombras. A pesar de demostrar tarde tras tarde su superioridad
y salir a hombros por muchas puertas, son muchas también las que se le han
cerrado, como las de Pamplona o Logroño, donde tras sus veinte años de
alternativa, que cumple en este 2018, todavía no ha debutado. «Esa es mi
verdadera obsesión. Ya es hora de que no tenga que luchar a contracorriente y
que reciba lo que me he ganado en la plaza. Si cortar un rabo en Madrid y hacer
historia no sirve para entrar en todas las ferias significa que el toreo está
hundido. Ojalá que las aguas se apacigüen y vuelvan al cauce de la lógica».
No hay comentarios:
Publicar un comentario