El torero de la tierra, que
reaparecía tras superar un cáncer, cuajó al bravo primero de Luis Algarra. Paco
Ureña también paseó un trofeo.
SALVADOR FERRER
@salvaferrer78
Diario EL MUNDO de
Alicante
Foto: EFE
Aferrarse al toreo como a la vida. A la ilusión por luchar y
por torear, por expresarse, por sentirse vivo y torero. Por vivir y por escalar
peldaños en la profesión más difícil y hermosa que existe. Francisco José
Palazón, torero de Petrer de excelente corte, reapareció este jueves en su
plaza tras haber superado un cáncer, la guerra diaria de tantas personas en
todo el mundo. El cáncer no entiende de escalafones, pero tiene su lidia. El
sacrificio, la lucha, la tenacidad, la superación o la rebeldía ante la
adversidad van implícitas en la carrera del torero.
Fue una enorme satisfacción volver a ver a Palazón vestido
de torero. En el recuerdo, tardes de entrega con un toro de Adolfo Martín, la
alternativa con el toro «Príncipe» de Daniel Ruiz tras el
discurso del maestro, genio y recordado Manzanares o una novillada lejana en la
que les mojó la oreja a David Galán y a Manzanares. Emocionante y cerrada fue
la ovación del respetable al alicantino.
«Jaranero», de Algarra, fue incómodo
pero bravo. O fue bravo y por eso incómodo. Bendita incomodidad. Embestida
encastada, con transmisión. Palazón cuajó dos series excelentes por el pitón
derecho. Asentado, encajado, por abajo. Qué hermoso cuando se conduce la
embestida con mando, sutilidad y gusto. El compás abierto, la entrega del
torero fue total. Al servicio del toreo. Merecida oreja. Al natural,
sobresalieron muletazos inconexos, pero profundos.
De salida, el cuarto marcó el poco brío y el escaso fondo.
Ni iba ni venía. Había que traérselo. Y ni así. Sin fuelle, ni ritmo, el de
Petrer firmó cuatro o cinco naturales de hermosa factura. Poco más. O nada
menos.
Paco Ureña brindó a Palazón. Si una estocada vale una oreja,
la de Ureña lo valió. Qué forma de tirarse a matar. Derecho y despacio, al
morrillo. Prácticamente toda la faena fue con la zocata. Primero, más erguido y
natural, con los vuelos. Luego, más encajados los riñones, más roto, más
embraguetado. Registros y versatilidad en el concepto sin renunciar al estilo,
cambiante de una serie a otra. Y la pureza intrínseca de su personalidad.
El quinto, 541 kilos, tuvo mucha plaza. Ureña le enjaretó
varias verónicas barrocas en el saludo capotero. Frondoso y vibrante el quite
por gaoneras. Varios estatuarios en la boca de riego sirvieron como prólogo de
una obra con altibajos. Sin emplearse el toro, desentendiéndose en los finales.
Ureña anduvo sobrado y por encima de su oponente.
Román hizo su primer paseíllo en Alicante. Hace unos años,
lo vetaron incluso después de haber salido a hombros con El Juli en la tarde de
su alternativa. Complejos y nacionalismos catetos. El tercero era una belleza.
Bajo, bien hecho, acapachado, hondo. Por dentro, fue manso de solemnidad. Arreones,
aquerenciado de salida, violento. Román atemperó esa mansedumbre con firmeza y
ese punto de rebeldía mental. Imprevisible. Mientras brindaba a Palazón se le
vino el toro y le pegó cinco naturales de rodillas, con la montera en la mano,
como quien se pide una caña en una barra. Ni la más mínima duda. El personal
quedó más sorprendido que el torero con el arreón. Faena de más tensión que
plasticidad. La actitud fue irreprochable. Román arreó y no cedió ni un
centímetro. Belmonte ya dijo que todos los terrenos del toro eran del torero.
Del que quiera o pueda conquistarlos, entiéndase.
Román volvió a exponer sobre el ruedo ante el sexto su
firmeza de hierro. Puede que los tabacos de Valencia y Sevilla le hayan hecho
perder esa chispa que siempre le ha caracterizado. La conexión, la fluidez. No
obstante, anda como pez en el agua con los pitones por la barriga. Y el valor
es lo único que se tiene o no. Todo lo demás, tiempo, oficio y aprendizaje. Por
delante, Valencia, Pamplona, Bilbao... Capaz ya ha sido.
ALGARRA | Palazón, Ureña y Román
Toros de Luis Algarra, de
excelente presentación y dispar juego; bravo el 1º, noble el 2º, manso el 3º,
desfondado el 4º, manejable el 5º, noble el 6º.
Francisco José Palazón, de turquesa y oro. Media atravesada. Aviso
(oreja). En el cuarto, pinchazo, estocada y dos descabellos. Aviso (palmas).
Paco Ureña, de coral y oro. Estocada (oreja). En el
quinto, dos pinchazos y estocada (ovación).
Román, de gris plomo y oro. Pinchazo y estocada pasada. Aviso (ovación). En
el sexto, pinchazo, media y dos descabellos. Aviso (ovación).
Plaza de toros de Alicante. Jueves, 21 de junio de 2018. Primera
corrida de toros. Segunda de abono. Menos de media entrada.
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